La tensión entre Trump y Petro escala mientras los ataques a lanchas llegan al Pacífico
El presidente de Estados Unidos llama “matón” y “mal tipo” al colombiano, quien anuncia acciones judiciales por “calumnias”

La crisis en las relaciones bilaterales entre Estados Unidos y Colombia no da señales de bajar. Pese a que Gustavo Petro, el locuaz presidente colombiano, guardó un elocuente silencio, su homólogo estadounidense, Donald Trump, elevó el tono, ya de por sí alto, de sus ataques contra quien definió como un “matón” y un “mal tipo”, después de que durante el fin de semana lo acusara de ser un “líder del narcotráfico”. Lo hizo el miércoles en el Despacho Oval, en una comparecencia ante los medios tras su reunión con el secretario general de la OTAN, Mark Rutte: “Produce mucha droga”, añadió, sin aportar pruebas sobre la supuesta implicación criminal del presidente colombiano. “Hoy mismo suspendimos todos los pagos a Colombia. Que [Petro] tenga cuidado o tomaremos medidas muy severas contra él y su país”.
Las palabras de Trump, sin embargo, llegaron esta vez después de los hechos. A última hora de la mañana, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, había anunciado un nuevo ataque extrajudicial, el octavo, contra una supuesta narcolancha. Traía dos novedades: era la primera vez que la Administración de Trump reconocía que una de estas operaciones se produce frente a las costas colombianas, y, a diferencia de las anteriores, el ejército mató a sus tripulantes (dos) mientras navegaban por el océano Pacífico, ruta de la mayor parte de la droga que llega a Estados Unidos por mar, y no en el Caribe, donde un despliegue militar se ha leído como una presión a Venezuela. Unas horas más tarde, el mismo funcionario relevó un segundo ataque en el Pacífico, en el que esta vez no mencionó a Colombia, pero sí recurrió a la misma narrativa. Esto es, calificar a las víctimas de “narcoterroristas” y comparar a esas personas con los integrantes de Al Qaeda. “Los encontraremos y los eliminaremos hasta que la amenaza para el pueblo estadounidense se extinga”, lanzó.
El presidente estadounidense siempre justifica esos ataques en virtud de una guerra contra el narco que declaró él mismo a principios de septiembre, a partir de una ley de los años setenta que da autoridad al presidente a hacerlo, aunque nunca se había usado antes contra organizaciones dedicadas al tráfico de droga. El miércoles también repitió algo que ha dicho en las últimas semanas: que la campaña está lista para continuar “por tierra”. No estuvo claro si se refería solo a Venezuela, de donde hasta ahora habían provenido, según su Administración, todas las embarcaciones (extremo que Petro niega en dos casos), o si también la amenaza incluye a Colombia.
Sobre la nueva ofensiva en el Pacífico, Petro ha dicho que son asesinatos y que forman parte de una estrategia que “rompe las normas del derecho internacional”. A la arremetida de Trump de este miércoles, contestó simplemente que interpondrá acciones legales en Estados Unidos por las que llamó “calumnias”, y si ha cruzado ataques con alguien no ha sido con el mandatario estadounidense sino con otros políticos republicanos, como el representante por Florida Carlos Giménez. “Siempre el insulto indica el tamaño del cerebro, entre más insulto menos cerebro”, ha respondido el presidente colombiano a un mensaje en el que el congresista de ascendencia cubana le llama “payaso”.
Petro ha optado, más bien, por argumentar que su Gobierno ha actuado eficazmente contra el narcotráfico. Ha insistido en que las incautaciones de cocaína han sido las más altas en la historia y, ante el señalamiento de que esa cifra sencillamente refleja un aumento en la producción, ha criticado la fuente de ese dato. Se trata del informe anual de la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga (UNODC, por sus siglas en inglés) que, según el presidente, ha errado en sus proyecciones. El organismo ha respondido oficialmente que “reconoce que los datos relacionados con la producción potencial de cocaína son limitados” y que trabajará en incluir en sus estudios futuros un nuevo indicador, el de la cantidad de cocaína disponible en los mercados, para reflejar mejor factores como las incautaciones.
Señalamientos
El ministro del Interior de Colombia ha argumentado que el norteamericano está mal informado sobre el Gobierno de Petro, en un eco a las críticas de Petro al informe de la ONU. La mesura de estas respuestas contrasta con las sonoras críticas del mandatario a los ataques anteriores de Estados Unidos, a la guerra contra las drogas o a la postura de Trump frente a Israel y Palestina. Hace un mes agrupó todos esos señalamientos en su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. “Dicen que los misiles en el Caribe eran para detener la droga. Mentira, eran simplemente jóvenes pobres de la América Latina” dijo entonces. Tres días después, en Nueva York, pidió a los soldados norteamericanos desobedecer las órdenes de su Gobierno cuando se tratara de apoyar la ofensiva militar de Israel en Gaza. Washington respondió retirando su visado y señalando las declaraciones del colombiano de “imprudentes e incendiarias”.

En la lista de organizaciones terroristas del Departamento de Estado, Washington incluyó en febrero varios cárteles mexicanos y a la banda venezolana Tren de Aragua. Cuatro años antes, con Biden en la Casa Blanca, ingresaron en esa nómina las dos grandes sombrillas de las múltiples disidencias de la extinta guerrilla de las FARC el llamado Estado Mayor Central y la Segunda Marquetalia. Además, desde que se creó la lista, en 1997, está allí el Ejército de Liberación Nacional o ELN, una guerrilla creada a mediados del siglo XX y que hoy tiene una presencia tan significativa en Venezuela -con buenas relaciones con su régimen- que muchos analistas la consideran una guerrilla binacional. Justamente, el secretario de Guerra de Estados Unidos había indicado ya el fin de semana que una de las embarcaciones atacadas en el Caribe pertenecía a este grupo.
Desde el pasado domingo, Trump ha amenazado a Bogotá con la imposición de aranceles en castigo por las acusaciones de Petro de haber conducido ejecuciones extrajudiciales de ciudadanos colombianos en esos ataques en alta mar. Hasta ahora, Colombia, cuyo principal socio comercial es Estados Unidos, forma parte de los países con gravámenes más favorables, con solo un 10%, lo que le ha dado una ventaja competitiva frente a sus competidores en rubros como el café o las flores.
El país sudamericano contiene la respiración desde principios de esta semana, y varias figuras políticas y del sector privado han entablado conversaciones con sus contactos en Washington, pero esos nuevos aranceles no acaban de llegar. Durante las últimas décadas, un robusto espíritu de colaboración ha unido a ambos países, espoleado por, precisamente, la lucha conjunta contra el narco. La idea de cercenar el libre comercio a base de gravámenes contradice las teorías económicas más extendidas sobre el mejor modo de combatir el tráfico de drogas. Hacer menos lucrativas las exportaciones legales no parece la mejor manera de combatir el crimen.
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