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El encuentro entre Petro y McNamara marca un respiro en la crisis entre Colombia y Estados Unidos

El presidente recibe al embajador interino de la superpotencia un día después de su fuerte choque con Donald Trump

Juan Esteban Lewin

La angustia se mantiene en Colombia. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no ha ejecutado este lunes su amenaza de decretar nuevos aranceles a las exportaciones del país andino, pero tampoco la ha retirado. Sencillamente, sus prioridades son otras, como enfrentar la fragilidad alto el fuego que logró para Gaza. Mientras tanto, en Bogotá, Gustavo Petro llamaba a consultas a su embajador en Washington, daba una extensa entrevista en la que anunciaba que le pediría explicaciones a la Administración republicana y cerraba el día con un encuentro privado con John McNamara, el embajador interino o encargado de negocios de la superpotencia en su país. A la salida, ninguno de los dos dio declaraciones. Aunque el encuentro muestra que los canales no están rotos, el riesgo de un duro golpe económico no ha quedado atrás.

Se trata de un riesgo particularmente fuerte para Colombia, que tiene a Estados Unidos como destino de un 26% de sus exportaciones, y como principal fuente de la inversión extranjera o de la ayuda en materia de seguridad. Un siglo de alineación política no pasa en vano, y tampoco 25 años de asistencia militar profunda, desde la creación del llamado Plan Colombia, que fue fundamental en la recuperación del que algunos llegaron a calificar de Estado fallido. Es tan fuerte el vínculo que el propio Petro ha reivindicado este lunes, en X y en la entrevista con Daniel Coronell, la existencia de un tratado de libre comercio entre las dos naciones, pese a que ese acuerdo ha sido criticado por años por la izquierda colombiana, que él representa. “No debió poner ningún arancel porque había un tratado internacional de libre comercio entre los dos países”, ha dicho en el diálogo con el periodista, en referencia al gravamen que el norteamericano impuso el 2 de abril a todos los países, en una tabla en la que Colombia salió menos golpeada que muchos de sus vecinos y competidores.

Algunos sectores exportadores como el caficultor han explorado estrategias para aprovechar esa inesperada ventaja competitiva, pero la incertidumbre ha limitado la posibilidad de aprovecharla. Más aún por las difíciles relaciones entre dos Gobiernos de signos ideológicos opuestos, y encabezados por presidentes locuaces y dados a los excesos retóricos y las reacciones en caliente. El temprano roce por la deportación de colombianos encadenados, que llevó a que los dos presidentes anunciaran una guerra comercial, ha marcado tanto la mutua desconfianza como el arma predilecta de Trump. Luego, vino una escalada en septiembre. El día 15, el republicano descertificó a Colombia en su lucha contra el narcotráfico; el 23, el colombiano lanzó una fortísima condena al presidente derechista en la Asamblea de las Naciones Unidas; en la mañana del 27, intervino en un mítin en las calles en Nueva York y pidió a los soldados desobedecer a Trump en relación con Israel; y esa misma noche el Departamento de Estado anunció el retiro de su visado por sus “acciones imprudentes e incendiarias”.

El nuevo choque involucra a un tercer actor, uno de particular importancia para Colombia. Se trata de Venezuela, el vecino con el que tiene mayores relaciones históricas y con el que Petro mantiene una incómoda relación desde que Nicolás Maduro se pronunciara como ganador de las elecciones de julio de 2024 sin mostrar prueba de ello, mientras que la campaña del opositor Edmundo González reveló copias del 83,5% de las actas de votación, y estas señalaban su victoria por más de 30 puntos de diferencia. Petro inicialmente exigió a Maduro revelar las actas, evitó asistir a su posesión y mantuvo abiertas las puertas de Colombia a la oleada de refugiados y asilados venezolanos que huyeron de la represión política de los meses siguientes, pero ha mantenido las relaciones diplomáticas. Coronell, en su entrevista de este lunes, le preguntó por su postura frente a Maduro, y el presidente evitó una respuesta directa, optando por un largo rodeo por la historia de las relaciones colombo-venezolanas, los problemas de las economías dependientes del petróleo y el “desprecio” por los “traidores” que llaman a invadir su propio país (en alusión a la Nobel de Paz y líder opositora venezolana María Corina Machado).

En los últimos dos meses, Trump ha aumentado la presión sobre el régimen de Maduro, con un despliegue inusitado de fuerza en el Caribe y por lo menos siete ataques con misiles a embarcaciones que señala de transportar drogas hacia su país. El choque con Petro pasa por allí, y tiene como antecedente directo un mensaje del colombiano el sábado pasado, en el que acusa a los estadounidenses de haber impactado una nave de pescadores colombianos, “presumiblemente” en aguas del país. Fue ante esos señalamientos que Trump reaccionó con furia: llamó a Petro “un líder del narcotráfico que incentiva la producción masiva de drogas”, anunció la suspensión inmediata de todas las ayudas al país andino y, horas después, afirmó que el lunes se conocería su decisión sobre los aranceles.

Eso es lo que no ha ocurrido, y lo que mantiene a Colombia en ascuas. Sin detalles de la charla entre McNamara y Petro, quien dijo a Coronell que lo recibiría no para conceder nada, sino para exigir, la incertidumbre se mantiene. A cinco días de que el petrismo elija a su candidato presidencial, este martes Colombia seguirá a la espera de cualquier anuncio de Trump, mientras recibe el sacudón político que dejará el anuncio de la segunda instancia en el proceso por manipulación de testigos por el que fue condenado en julio el expresidente de derechas Álvaro Uribe Vélez.

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Sobre la firma

Juan Esteban Lewin
Es jefe de Redacción de la edición América Colombia, en Bogotá.
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