Alex Saab y David Murcia: las sombras de Abelardo de la Espriella como abogado empañan su candidatura presidencial
El aspirante de ultraderecha ha defendido al presunto testaferro de Nicolás Maduro y al ‘cerebro’ del esquema piramidal DMG, como le recuerdan sus rivales


Abelardo de la Espriella es la mayor novedad en la carrera presidencial de Colombia. El regreso de las encuestas electorales ha evidenciado la paradoja que encierra la aspiración del estridente abogado penalista, que incursiona por primera vez en la política electoral después de haberse dado a conocer por su participación en el proceso de paz con los grupos paramilitares y su admiración por el expresidente Álvaro Uribe (2002-2010). El representante de la ultraderecha ha irrumpido con fuerza entre los tres punteros, por detrás del senador de izquierdas Iván Cepeda y por delante del centrista Sergio Fajardo, pero es al mismo tiempo el candidato más débil en una eventual segunda vuelta.
De momento, ‘El Tigre’, como le gusta apodarse, ha sobrepasado a sus competidores en la derecha, con la promesa de mano dura, la de “destripar” a la izquierda y referencias constantes a “la patria”. También ha hecho llamados a una gran coalición de todos los opositores al presidente Gustavo Petro, pero su nombre aún despierta resistencia, incluso entre sectores conservadores. Algunos de los reparos se deben a las sombras que acumula en su pasado como abogado. Dos de ellas, con nombre propio: Alex Saab, el operador financiero de Nicolás Maduro, y David Murcia Guzmán, el creador de DMG, una pirámide financiera que estafó a más de 200.000 ahorradores.
Ambos fueron sus clientes, como se lo han echado en cara otros precandidatos de derechas, al rechazar la alianza que propone. “Yo creo en la unión para rescatar a Colombia de las garras de la izquierda radical. Pero toda mi vida como periodista he denunciado a los criminales y a los corruptos. Por eso no me uniría con quien los ha defendido y ha vivido de ellos. No se puede estar en contra del narcodictador Nicolás Maduro y recibir pagos de su principal testaferro Alex Saab, para tratar de sacarlo en limpio”, lo fustigó Vicky Dávila, exdirectora de la revista Semana.
“Bienvenido, pero yo quiero ver a alguien que haya trabajado por los pobres, no a alguien que haya sido abogado de personajes que tumbaron a cientos de miles de pobres”, dijo el exalcalde de Bogotá Enrique Peñalosa, en referencia a David Murcia. “Me extraña que, siendo un hombre tan instruido y de mundo, sigas confundiendo al abogado con el cliente”, se defendió De la Espriella.
El abogado del presunto testaferro de Maduro
Desde 2015, De la Espriella fue el abogado de Saab, el misterioso empresario de Barranquilla preso en su día en Estados Unidos por lavado de dinero y presunto testaferro de Nicolás Maduro. Liberado en diciembre de 2023 durante un canje de presos entre Caracas y Washington, el heredero de Hugo Chávez lo nombró en octubre de 2024 ministro de Industria y Producción Nacional de Venezuela. “Es un gran abogado y amigo”, describía Saab al penalista en una entrevista con El Espectador en abril de 2021, cuando se encontraba detenido en Cabo Verde a la espera de ser extraditado a Miami. “Simplemente ejerció como mi abogado durante unos años y dejó de serlo hace un par de años. Sigue siendo mi amigo y las diferencias políticas no tienen nada que ver con el ejercicio de su profesión”, manifestaba entonces.
“Hay dos personajes colombianos que son clave para entender sus logros: la exsenadora Piedad Córdoba y el abogado Abelardo de la Espriella”, escribe el periodista Gerardo Reyes, director del equipo de investigación de Univisión, en su libro sobre el hombre señalado como operador financiero de Maduro. “Saab contó siempre con Córdoba, que simpatizaba con las guerrillas de las FARC, y en el otro extremo con su hablantinoso amigo, asesor y guía, el abogado de ultraderecha Abelardo de la Espriella”, relata en Alex Saab (Planeta, 2021). “Él mantuvo alejados de las cárceles a Saab y su familia usando ardides”, señala. El más grave de todos, haberle pasado el dato de una operación de arresto a Saab y miembros de su familia en Barranquilla, en vísperas de que ocurriera, detalla Reyes. “Su mejor cliente era Alex Saab, y al mismo tiempo él escribía columnas diciendo que había que matar a Maduro, de donde sacaba dinero su mejor cliente”, subraya el investigador.

Esa referencia apunta a “Muerte al tirano”, una columna que De la Espriella publicó en julio de 2017 en El Heraldo de Barranquilla. “Los venezolanos de bien y la comunidad internacional en pleno deben entender que la muerte de Nicolás Maduro se hace necesaria para garantizar la supervivencia de la República. No se trataría de un asesinato común, sino de un acto patriótico que está amparado por la constitución venezolana y que resulta, por demás, moralmente irreprochable”, escribió entonces, sin mencionar su amistad con Saab, o que era para entonces su apoderado.
La relación fue muy estrecha, coincide el periodista Roberto Deniz, de Armando.info, que ha investigado exhaustivamente la corrupción en el chavismo, en general, y el negocio detrás del plan estatal de distribución de cajas de comida llamadas CLAP, en particular. “Cuando Abelardo empieza a defender a Saab ya había sobrados indicios de que era un hombre cercano a Maduro”, explica Deniz. La primera referencia a un negocio del empresario de colita de caballo en Venezuela se remonta a noviembre de 2011, cuando firmó un convenio para construir viviendas prefabricadas en el Palacio de Miraflores, en Caracas, delante del propio Hugo Chávez, del entonces canciller Maduro y de Juan Manuel Santos, presidente de Colombia. En el momento de esa ceremonia, que se volvió viral, era un personaje desconocido –Santos contó después que le susurró al oído a la canciller colombiana: “¿Este señor quién es?”–. Con el paso de los años, acumuló funciones hasta convertirse en una suerte de super ministro en las sombras del régimen chavista, capaz de hacer cualquier negocio y evadir cualquier sanción.
Como “testaferro” de Maduro lo bautizó una conocida disidente del chavismo, Luisa Ortega Díaz, fiscal general de Venezuela desde 2007 con Chávez hasta 2017 con Maduro y quien huyó a Colombia en una lancha por amenazas de muerte en agosto de 2017. En esas fechas, De la Espriella anunció que se proponía denunciar a Ortega por difamación. “Saab no hace parte del gobierno venezolano, es un contratista del Estado que ha cumplido a cabalidad con todas las obras que ha ejecutado”, le dijo a El Heraldo. “Si fuera socio de Nicolás Maduro yo no estaría defendiéndolo. El país conoce mi posición frente al régimen de Venezuela”, aseguró. Se escudó en que solo estaba vinculado a la construcción de vivienda y no tenía relación con las empresas de alimentos, pero Armando.info ya había documentado que estaba detrás de la compañía de Hong Kong que manejaba las cajas CLAP, con varios productos caducados.
El supuesto rompimiento entre De la Espriella y Saab se produjo solo en julio de 2019, después de que Estados Unidos incluyera al empresario en la llamada lista Clinton, como se conoce el listado de la Oficina de Control de Activos Extranjeros, u OFAC, por aliarse “con miembros del régimen de Maduro para dirigir una red de corrupción a gran escala”. En sus contrapunteos con el penalista, su otrora amiga Vicky Dávila ha insinuado que los vínculos con Saab se han prolongado. “Los colombianos tienen que saber la verdad sobre la relación del candidato Abelardo de la Espriella con el abogado Daniel Peñarredonda, por años subdirector de su oficina de abogados (De La Espriella Lawyers) y hoy, y desde hace años, con estrechos vínculos con Alex Saab y su esposa Camila Fabri”, ha insistido la exdirectora de Semana.
La familia DMG
La mayor estafa reciente en Colombia fue la de la empresa DMG, bautizada así por su fundador, David Murcia Guzmán, que la equipara a una “familia”. La firma recaudó sumas multimillonarias en un esquema piramidal y empezaba a ramificarse a otros países de América Latina cuando fue acusada de lavado y captación ilegal y masiva de dinero. El auge del fenómeno obligó al Gobierno de Álvaro Uribe (2002-2010) a decretar el estado de emergencia para responder a cientos de miles de personas afectadas por un fraude masivo difícil de cuantificar.
El reputado general Óscar Naranjo, para entonces cabeza de la Policía, destaca tres características de Murcia en el pódcast DMG: El sueño de la Hormiga. Que aparecía como una especie de redentor; que se mostraba como un rey Midas, que convertía en oro lo que tocaba; y que era un agitador de masas, con una capacidad discursiva enorme para movilizar ciudadanos. “Puede ser la mentalidad patógena, criminal, más complicada que enfrenté”, apuntilla Naranjo, que después fue vicepresidente de Juan Manuel Santos.
En su día, De La Espriella actuó como su abogado. Manifestó públicamente que su defendido, entonces prófugo, estaba dispuesto a entregarse a las autoridades si le garantizaban la seguridad, pero dejó claro se trataba de una “persecución” oficial. Nunca lo hizo. La cabeza de DMG fue detenido en Panamá, sin ofrecer resistencia, y extraditado por Uribe a comienzos de 2010 a Estados Unidos, donde fue juzgado por lavado de activos. Regresó a Colombia en junio de 2019 para seguir cumpliendo su pena.
Los contactos de De la Espriella le permitían negociar con la Fiscalía y orientar la defensa hacia una negociación judicial, pero para eso Murcia debía aceptar los cargos, relata una fuente que trabajó en DMG. Esa no era una opción para Murcia, que siempre ha defendido la teoría de la persecución, por lo que acabó distanciado con el hoy candidato, quien renunció al caso. De la Espriella insiste en que se apartó tan pronto se percató de que la contabilidad que le había mostrado su cliente no era la misma que tenía la Fiscalía.
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