Daniel Quintero, el exalcalde de Medellín imputado por corrupción que busca el aval de Petro
El político antioqueño busca convertirse en el candidato único del progresismo, pero produce rechazo en algunos sectores


Daniel Quintero (Medellín, 45 años) habla con la seguridad de quien se considera el sucesor del presidente Gustavo Petro, aunque tenga una gran parte del progresismo en su contra. Una reciente encuesta del Centro Nacional de Consultoría, pagada por la revista Semana, lo proyecta como uno de los dos punteros para la consulta con la que el partido oficialista, el Pacto Histórico, prevé elegir su aspirante presidencial. “Yo sé que podemos ganar la Presidencia porque todo mundo sabe quién soy y cómo he gobernado”, dice el precandidato, quien asegura que la suya será la campaña más económica de la historia. Y se muestra convencido de que la contienda estará entre él y el senador Iván Cepeda, quien anunció su aspiración el viernes pasado. “Yo fui de los que lo llamó a pedirle que se lanzara”, dice el exalcalde de Medellín.
Pero el camino no es sencillo. Su relación con los demás aspirantes a llegar a las urnas en octubre ha estado marcada por tensiones y diferencias. “El Pacto Histórico ha sido tomado por una izquierda miope y sectaria que prefiere que la derecha gane la Presidencia y el país se llene de sangre, que abrir espacios a quienes hemos luchado contra las mafias”, ha escrito en sus redes sociales. “Esa izquierda de roscas, el Soviet del Parkway [avenida bogotana cerca a la sede del partido], se ha dedicado además a amplificar las estrategias de lawfare estructuradas por la derecha para sacarme del camino a la Presidencia. A esa izquierda rosquera y sectaria también la vamos a resetear”, dijo.
Este martes, sin embargo, ha anunciado que participará en la consulta interna de esa colectividad que se llevará a las urnas el próximo 26 de octubre. En su cuenta de X, ha publicado un video con algunas de sus propuestas de campaña. “Vamos a cerrar el Congreso corrupto y sinvergüenza y a llamar a una Constituyente para arreglar todo lo que no funciona”. El exmandatario de Medellín, la segunda ciudad de Colombia, está imputado por la Fiscalía en un proceso penal por corrupción en el caso Aguas Vivas. El problema no ha frenado su campaña, en la que ha acaparado recientemente la atención de los medios y los usuarios de redes sociales por sus acciones provocadoras.
El 13 de agosto izó subrepticiamente la bandera colombiana en la isla de Santa Rosa, centro de un diferendo con el Perú que pocos días antes el presidente Petro había puesto en el centro de la agenda. Con un cuidado video que difundió en sus redes sociales, el antioqueño asumió un tono nacionalista. “Nuestra Colombia se defiende con el alma, y si Dios quiere, como Presidente, así lo haré”, dijo.
Apenas dos días después, irrumpió en un debate de precandidatos, al que no estaba invitado, durante el mayor congreso empresarial del país en Cartagena. Con una bandera de Palestina sobre los hombros, se tomó la palabra para criticar al sector privado y a la derecha. Salió, en medio de abucheos y con una gran sonrisa, a dar declaraciones a los medios.
Justo al día siguiente se publicó la encuesta del Centro Nacional de Consultoría sobre la consulta de izquierda, que alcanzó a recoger impresiones de los dos hechos. En un abanico pequeño de candidatos, obtiene un 11,8% de la intención de voto, en empate técnico con el exsenador Gustavo Bolívar (11%), pues el margen de error es del 3%. Más abajo aparecen la exministra de Salud Carolina Corcho (8,3%) y la senadora María José Pizarro (8%). Con una lista de aspirantes más amplia, Quintero baja a 9,7%, Iván Cepeda aparece con 9,2% y Bolívar queda con 8,1%. La segunda opción es la más realista ahora. Después de la encuesta, Cepeda anunció su aspiración y pasó a ser uno de los favoritos del progresismo para llegar a la Casa de Nariño.
Quintero es evasivo cuando se le pregunta por las acusaciones de corrupción en su contra y responde que no es el único con procesos judiciales. “Gustavo Bolívar y Susana Muhamad están planeaban toda una estrategia legal para tratar de bloquear mi entrada a la consulta”, afirma. De hecho, una de las primeras rechazar su aparición en el foro empresarial fue la exministra Muhamad, también precandidata de la izquierda. “Como descendiente palestina y defensora de la causa palestina, yo pido que nadie mercadee electoralmente con los dolores del pueblo palestino”. Quintero ha usado esa bandera en otros escenarios, como en su reciente visita a Cali en el marco del Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez. En pleno centro de la ciudad desplegó el emblema y reiteró, una y otra vez, que su causa es la de una “Palestina libre”.
Para la senadora María José Pizarro, también aspirante, lo que requiere el progresismo es claridad. “El comité político del partido debe implementar una encuesta nacional propia que le brinde tranquilidad a las precandidaturas y, sobre todo, a las bases”, señala. Las palabras de una de las congresistas más visibles de la izquierda dejan entrever un asunto de fondo: Quintero no proviene de las bases del Pacto Histórico ni ha hecho parte de su estructura.
El exalcalde de Medellín puede expandir la base electoral de la izquierda con más facilidad que quienes tienen una trayectoria más marcada, pero sus escándalos y su estilo confrontacional pueden fracturar al progresismo. Para el exsenador Bolívar su ingreso a la colectividad era un riesgo evidente. “El comité de ética del Pacto Histórico se debe pronunciar sobre las líneas rojas que tenemos para aceptar candidatos con imputaciones”, dice. Insiste en que la bandera de la transparencia no puede ponerse en juego en un proceso en el que el progresismo, que solo ha estado en el poder con la presidencia de Petro, busca diferenciarse de la política tradicional.
En esa puja, el guiño presidencial puede ser determinante. En 2023, en una entrevista con W Radio, Petro mencionó al exalcalde entre sus posibles sucesores. Desde entonces lo ha defendido en público en algunas ocasiones, pero no ha pasado de allí. Ese silencio alimenta la incertidumbre sobre el lugar que ocupará Quintero en la carrera presidencial. El antioqueño, por su lado, dice que tiene el respaldo de Petro. “El presidente ha rechazado el sectarismo de esos actores que quieren sacarme de la consulta” afirma, y argumenta que su nombre llevaría a la izquierda a mantener el poder. “En las calles hay un fanatismo creciente por mí, hay más posibilidad de ganar las elecciones con mi nombre en el tarjetón”, argumenta, y repite sus muestras de confianza. “Vamos a ganar todas las consultas y estoy convencido de que estaremos en segunda vuelta presidencial y desde ahí ganaremos de nuevo las mafias corruptas del país”, prometió Quintero al anunciar su fichaje.
Para llegar hasta allá, los caminos son largos. Quintero debería ganar la consulta del Pacto de octubre, y ganar la que probablemente haga ese partido con otros candidatos de izquierda, el día de las legislativas de marzo. Luego debería ser uno de los dos candidatos más votados en la primera vuelta de mayo. Por ahora, y pese a los escándalos que enlodan su administración en Medellín y su impopularidad en esa ciudad, dice sentirse confiado en cualquier escenario. “No es egocentrismo, sino que tenemos las posibilidades reales”, enfatiza.
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