El día en que el Gobierno volvió a matar a Rufino José Cuervo
¡Cuánto daño hace un Gobierno que necesita politizarlo todo! Hagan foros y conversatorios, pero respeten la honra de un organismo que nunca ha tenido color político, sino el sabor de nuestra lengua común


Rufino José Cuervo es de esos personajes desconocidos para la mayoría de los colombianos, pero a quien jamás se le podrá negar su lugar en el Olimpo donde se ubican unos pocos que nos han hecho brillar en las altas cumbres de la sabiduría y la ciencia. No será tan famoso como Karol G o Maluma. No será tan rico como los Gillinski o David Vélez. Pero para los entendidos, Cuervo fue el pionero de la filología en América y en el siglo XIX es considerado por los estudiosos de la lengua española como la persona que realizó los aportes más importantes a los estudios e investigaciones sobre lingüística, superando incluso a sus contemporáneos en España.
Es tal su importancia para Colombia que en 1942 se creó, como una forma de rendirle homenaje y prolongar su obra, el Instituto Caro y Cuervo que desde entonces tuvo la misión de divulgar todo el conocimiento lingüístico existente en el país, continuar con las investigaciones filológicas de las lenguas existentes en Colombia y, su mayor reto, culminar el Diccionario de Construcción y Régimen de la Lengua Castellana, obra iniciada por Cuervo en 1886 y terminada por los investigadores del Caro y Cuervo en 1995.
La otra mitad del nombre de Instituto Caro y Cuervo se da como homenaje a Miguel Antonio Caro, quien junto a Cuervo redactó en 1867 una obra clásica para el mundo académico: Gramática de la lengua latina.
El Instituto es un estandarte del conocimiento de nuestra lengua con reconocimiento mundial. No en vano, bajo la sombra del Caro y Cuervo decenas de colombianos y extranjeros amantes de la lengua castellana han podido ampliar su conocimiento en campos como la fonética española, gramática histórica, etimología, lexicología y lingüística. Estamos hablando de una especie de templo del idioma, un lugar sagrado de la academia.
Hasta que llega un Gobierno como el actual y decide convertir el más importante centro de estudio de la lengua española en el continente en una sede más para eventos políticos, panfletarios e inexplicables, como el que se llevó a cabo el pasado 14 de agosto. ¿Qué tiene que ver con la lengua española La Soberanía Haitiana en el régimen neoliberal? Ese era el título del conversatorio auspiciado por el Instituto Caro y Cuervo en el marco de un ciclo llamado Imaginar el futuro desde el sur que hace parte de la estrategia del Ministerio de Cultura para descolonizar el saber en Colombia.
En el conversatorio no se habló de gramática, ni de construcción del español, sino que se propuso una reflexión colectiva sobre la crisis multidimensional que atraviesa Haití evaluando como “frente a la narrativa hegemónica que reduce a Haití a un ‘Estado fallido’ se debe comprender “el carácter profundamente político de la violencia actual: una crisis fabricada que articula intervención militar, criminalidad organizada y extractivismo, en el marco de una estrategia imperial de control geopolítico y económico sobre el Caribe”. No es necesario decir más.
¡Cuánto daño hace un Gobierno que necesita politizarlo todo! ¡Qué vergüenza! Hagan foros y conversatorios, los que quieran, pero respeten la honra de un organismo que nunca ha tenido color político, sino el sabor de nuestra lengua común.
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