Petro defiende las cifras de su gestión ante el Congreso: “Sufro gobernando este país”
En un discurso de casi tres horas, el presidente instaló el último año del legislativo con estadísticas en salud, educación y seguridad. “Este Gobierno no ha logrado la paz total”, admite ante los parlamentarios

Desde el Salón Elíptico del Capitolio Nacional, el presidente Gustavo Petro se dirigió este domingo al Legislativo, en la instalación del último período del Congreso de la República, durante casi tres horas. No tomó un solo sorbo de agua. El mandatario presentó un extenso balance de lo que, a su juicio, son los logros de su Gobierno. Con una bancada progresista sentada a su izquierda y una oposición visiblemente molesta por sus afirmaciones, retomó las banderas que lo caracterizaron en su época como senador: sus denuncias al paramilitarismo, los falsos positivos, las masacres, las chuzadas o interceptaciones ilegales del Estado. “Ya no debaten sobre si habría que masacrar a los jóvenes. Ahora debatimos sobre los problemas del pueblo, y eso sí se llama democracia”, afirmó.
El jefe de Estado arrancó con una reflexión sobre la democracia en Colombia, una que no empezó en el siglo XIX tras la independencia, dice, si buena parte de la población fue esclavizada; ni en las épocas del siglo XX en las que se asesinaron líderes políticos como el liberal Jorge Eliecer Gaitán. Pero entrado al siglo XXI, sin mencionar su nombre, hizo un recorrido por los escándalos del expresidente Álvaro Uribe, comenzando por la parapolítica.
“No se puede llamar una democracia cuando la oposición termina perseguida por el DAS, hasta por sus propios escoltas. No se puede llamar democracia cuando se persigue a magistrados para intimidarlos y forzarlos a dictar sentencias de impunidad, o cuando se intimida a la prensa porque asesinaban periodistas”, dijo retomando el tono antiuribista que lo caracterizó por años. No mencionó, entre las amenazas a la democracia, el reciente atentado al senador uribista, Miguel Uribe Turbay, quien sigue en proceso de recuperación en una clínica.

Luego llegó la hora de mostrar las cifras. Con ovaciones de un lado y abucheos del otro, el mandatario destacó que llegó a la Casa de Nariño con una inflación del 13,8 %, y que esta se redujo al 4,82 %, un resultado que ve como propio aunque también está relacionado a dinámicas externas. En todo caso Petro anunció que, gracias a los incrementos del salario mínimo, la economía ha crecido un 2,7 %. “Subí el salario mínimo como ninguno. Aún me queda un año, voy a aprovechar”, aseguró.
En el último año legislativo de su mandato, Petro insistió en la que ha sido su principal causa política: las reformas sociales. “Les quiero agradecer a las mayorías del Congreso su actitud cuando decidieron aprobar las reformas laboral y pensional. Un Congreso que logre sintonizar con el interés general y con la justicia social”, le señaló a los parlamentarios. “Este Congreso es un Congreso magnífico. Hace tiempos no lo habíamos tenido”. También puso sobre la mesa sus prioridades para el año que le resta, como la reforma a la salud.
El presidente defendió esa reforma sanitaria, una de sus más polémicas y que comienza su tercer debate en esta legislatura. “Hemos puesto en marcha el sistema preventivo, que considero el aspecto más relevante de la reforma. Si el Congreso la aprueba, este modelo funcionará en su totalidad. La Ley 100 nunca contempló un enfoque de salud preventiva”, dijo sobre la reforma que quiere acabar con la figura de las Entidades Promotoras de Salud, o EPS, gestoras de los recursos públicos. Cuando la oposición le gritó que el país se está quedando sin insulina, el jefe de Estado dijo que es “porque la habéis acaparado, y he ordenado a la policía rescatarla”.

Petro, que suele quejarse de que sus ministros no hacen nada como él les pide, dedicó unos segundos a hacer un reconocimiento al ministro de salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, para que recibiera aplausos de la bancada oficialista. “Usted, ministro, ha implementado el sistema preventivo, del cual los dos tuvimos una experiencia en la Bogotá Humana [en la alcaldía de Bogotá, en 2011] con idénticos resultados, ha logrado por miles reducir el número de niños menores de cinco años que fallecen”, le dijo mientras la bancada del Gobierno lo ovacionaba.
El mandatario se refirió, además, a otros temas neurálgicos de su agenda, como la exportación de carbón a Israel. Mencionó los ataques israelíes sobre territorio palestino de Gaza y reiteró que, según él, el carbón colombiano es utilizado en la fabricación de explosivos de guerra en Israel, algo que las dos grandes mineras exportadoras de carbón en Colombia, Drummond y Glencore, han negado. “Usaré el instrumento que el tratado de la Organización Mundial del Comercio permite por fuera de los TLC y cualquier contrato comercial, cuando el contratante es causante o cómplice de genocidio en contra de la humanidad”, advirtió contra las empresas.
Hace un año Petro arrancó este mismo discurso pidiendo una disculpa al país por haber nombrado a Olmedo López como director de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo (UNGRD), en el centro del más grande escándalo de corrupción del gobierno. Este año no mencionó ni una palabra al respecto, a pesar de que su ministro de Hacienda está siendo investigado por la justicia por el mismo escándalo y recientemente la Fiscalía pidió orden de captura contra Carlos Ramón González, su exdirector administrativo en presidencia, por el mismo tema.

El presidente puso sobre la mesa varias cifras con las que buscaba mostrar que se ha reducido la mortalidad infantil durante su Gobierno. La oposición no dejó pasar que Olmedo López reconoció ante la justicia un plan para desviar recursos públicos de un contrato que pretendía llevar agua potable a las comunidades más vulnerables de La Guajira, el departamento con más desnutrición infantil de Colombia.
Luego llegó el espinoso tema de la seguridad, que no solo la oposición sino varios analistas independientes ven muy deteriorada: han aumentado los secuestros, el reclutamiento infantil, y siguen los asesinatos a firmantes de paz y líderes sociales. El presidente no se enfocó en eso. “Ha habido una reducción histórica de los hurtos, y 662 municipios de Colombia no tienen homicidios; éxito de este Gobierno”, dijo en medio de gritos en su contra. El mandatario hizo referencia al alza sostenida en los cultivos de uso ilícito, que ha estado lejos de disminuir en su mandato, pero lo atribuyó al reciente pico de consumo de drogas en Europa, y a la supuesta intervención de foráneos. “Quienes controlan el territorio colombiano en las zonas de cultivo de coca, son extranjeros”, señaló.
En una suerte de confesión, el jefe de Estado reconoció que la que fue bandera de su Gobierno, el proyecto político de paz total, con el que pretendía negociar de forma simultánea con todos los grupos armados y bandas criminales, no ha tenido buenos resultados. “Este Gobierno no ha logrado la paz total”, dijo sin dar detalles sobre los tropiezos de las mesas de diálogo. Lo que sí señaló, una vez más, fue la supuesta vinculación de Iván Mordisco, el jefe del Estado Mayor Central de las disidencias de las FARC, a lo que él ha denominado la nueva junta del narcotráfico en Dubái, un grupo sobre el que la Fiscalía no tiene evidencia de su existencia en ese emirato, pero al que el presidente señala de ser el cerebro del crimen en Colombia. Sobre esa junta, hizo una tímida alusión al atentado contra el senador del Centro Democrático, Miguel Uribe Turbay, el pasado 7 de junio. “Si por ahí vino la orden de atentar contra un senador, como la orden de matar al presidente...los segundones operaron, pero los autores intelectuales viven en Dubái”, dijo.

El mandatario dedicó sus últimos minutos para hablar sobre la educación, y aprovechó para lanzarle pullas a exministros en esa cartera, a quienes ya ha señalado de haberlo traicionado, especialmente al economista Alejandro Gaviria. “Terminaron siendo más de derecha que progresistas”. Aseguró que el Gobierno ha conseguido abrir 155 mil nuevos cupos en la universidad pública, y que en su mandato no quiere darle prioridad a los créditos educativos del Gobierno, manejados en el Icetex, que se van a instituciones privadas: “No queremos con el erario público subsidiar la universidad privada”.
Petro entró al recinto sin su vicepresidenta, Francia Márquez, y lo abandonó también sin ella, quien se sentó a una distancia prudente del jefe de Estado. La relación ha llegado a su peor punto después de que esta lo cuestionó en un Consejo de Ministros televisado en febrero, donde ella aludió a un posible chantaje del ministro del Interior, Armando Benedetti, al mandatario. Petro no le perdonó la ofensa, y las cosas empeoraron cuando escuchó los audios de Álvaro Leyva que mencionaban a Márquez. El presidente no habló hoy ya de ella, del ministerio de la Igualdad, o de la vicepresidencia. Solo dejó una frase para quienes sigan pensando que alguien lo extorsiona: “Yo no tengo cadenas, no le debo nada a nadie, y nadie puede extorsionarme o chantajearme”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.