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La indígena colombiana que tiene en apuros al Banco de la República por un billete de 10.000 pesos

Un peritaje sugiere que la imagen de Adriana Martínez Dogirama fue utilizada para ilustrar un ejemplar retirado de circulación en 1994. En mayo, un ejemplar fue subastado en 6 millones de pesos o 1.444 dólares

Billete de 10.000 pesos, primera emisión de 1992.
Camilo Sánchez

Pocas veces un billete retirado de circulación tuvo tantos pretendientes en Colombia. Entre 1992 y 1994 la denominación de 10.000 pesos rotó de mano en mano con un diseño lleno de simbología. En una de sus caras se veía a una serie de aves coloridas que exaltaba la diversidad del país, líder mundial por número de especies. También un globo terráqueo dividido en dos, a fin de acercar a Europa y América en el V centenario de la llegada de Colón al continente. En el anverso se imprimió la imagen de una mujer de la etnia indígena emberá, engalanada con collares y aretes tradicionales. Un guiño a la recién firmada Constitución de 1991 y su espíritu de inclusión de todas las minorías ninguneadas durante siglos.

El billete, sin embargo, tuvo una existencia corta. Tras solo dos años salió de circulación a raíz del célebre asalto masivo a la sede del Banco de la República en Valledupar, al norte del país (que narra la miniserie de Netflix El robo del siglo). Corría octubre de 1994. “Mujer, esta mujer de este billete eres tú”, le dijeron en aquel entonces a Adriana Martínez Dogirama. Lo cuenta a través de una videollamada, en una mañana lluviosa desde su cabaña de madera en la región selvática del Darién panameño. “Yo también me reconocí porque la mujer de la imagen tenía mi vestimenta, mis aretes, mis collares”, añade la indígena nacida hace 53 años en Nuquí (Chocó).

Adriana Martínez Dogirama en una foto publicada en el boletín del Museo de Oro.

A mediados de este mayo se subastó en la sede de la Sociedad Numismática de Colombia en Bogotá uno de aquellos ejemplares de 10.000 pesos. El coleccionista ganador pagó 6 millones, unos 1.444 dólares, por la pieza. Por eso conviene repasar la secuencia de esta historia. Gildardo Tovar, arquitecto y especialista en asuntos de papel moneda, se topó hace unos años con el artículo de un antropólogo sobre una comunidad indígena en Santa María de Condoto (Chocó). Mientras lo ojeaba, clavó su mirada en aquella publicación de los años 80 del Museo del Oro y se encaprichó con una imagen en concreto: “Dije: ‘Esta foto la conozco’. Me fui al billete y empecé a comparar. Todas las pepas del collar eran iguales, los aretes, la pintura de la barbilla”.

Inquieto por la semejanza, en 2023 pidió a una experta en temas forenses que los analizara. “La prueba antropomórfica mostró que coincidían la altura entre la nariz y los ojos, y de los ojos a la comisura de la boca”. El Banco de la República refuta la tesis y argumenta que la ilustración del billete aglutina rasgos de la comunidad emberá, “elementos y manifestaciones” de la etnia en general, no de una persona en específico. El lío es que tras los hallazgos de Tovar en 2023, otros actores involucrados se han ido sumando al caso.

Uno de ellos es el doctor en Antropología Mauricio Pardo, autor de la imagen de una aún adolescente Adriana Martínez Dogirama. Ella tenía en aquel entonces 14 años. “En 1988 sometí esa foto, que debí tomar unos dos años antes, a consideración del Museo del Oro del Banco de la República para acompañar una investigación que se publicó en un boletín. Como viví 8 años con los indígenas, de allí recogí el material para un artículo con datos históricos, lingüísticos y etnográficos de los emberá. Y adjunté un sobre con diapositivas para que ellos escogieran algunas y las publicaran a todo color”.

Algunas comparaciones entre la imagen tomada por el fotógrafo Mauricio Pardo Rojas y el grabado presente en el billete de 10.000 pesos del año de 1992-94.

Tanto Pardo como Martínez Dogirama han presentado, por separado, demandas contra el Banco de la República por posible uso indebido del material. El fotógrafo inició el proceso ante el Tribunal Administrativo de Cundinamarca el pasado 22 de marzo. Reclama el reconocimiento de sus derechos de autor. “La primera diligencia de conciliación fue virtual. El Banco dijo que no tenía nada que arreglar conmigo. El trámite concluyó de inmediato”, recuerda.

La mujer emberá, por su parte, ha añadido a la demanda solicitudes al banco central para que reconozca que su imagen sirvió de inspiración en la ilustración. “La parte económica no es prioridad”, explica Alejandra Banubio, una de las hijas de Martínez Dogirama. “Hay gente que ha dicho que los indígenas somos unos vividores, que nos aprovechamos del Gobierno. Eso no es cierto. Nosotros vivimos en Panamá desde hace 20 años, cuando llegamos desplazados por la violencia en Chocó y siempre hemos vivido del turismo”, explica. El Banco de la República recalca que ha atendido a todas las peticiones de Martínez Dogirama: “Informando el proceso de diseño del billete (...). Dicha obra cuenta con la impronta propia de los autores y de las demás personas que hicieron parte del proyecto, reflejando un estilo particular con aspectos originales”.

¿Quién es el autor de la ilustración? Trento Cionini, un grabador italiano fallecido en Roma en 2005 y quien, quizás, podría haber ayudado a esclarecer las cosas. “Yo le escribí hace unos meses a su biógrafo y a la hija, pero hasta ahora no he tenido respuesta. En sus archivos podría haber fotografías y bocetos originales que serían pruebas concluyentes”, cuenta Gildardo Tovar. Tampoco sobrevive el entonces gerente del Banco de la República, el economista Francisco José Ortega Acosta, para aportar su versión.

Grabado realizado por italiano Trento Cionini.

Historia de un billete sin suerte

Tovar publicó el año pasado un libro de pequeña tirada con el recuento de su investigación. Allí precisa que el Banco llamó en 1991 a concurso para los diseños del billete que habría de conmemorar el V centenario del descubrimiento de América. El premio fue declarado desierto y la institución decidió utilizar el modelo que quedó en segundo lugar. Su autora, la ilustradora Liliana Ponce de León, cuenta en una entrada de su blog que esa jugada le ahorró al banco central el desembolso de la dote principal y otras obligaciones que habría tenido que adquirir con el eventual ganador. El artículo se titula Billete sin suerte.

Y aunque Ponce de León pintó el rostro de una indígena para el boceto original, no utilizó como fuente de inspiración la imagen que hoy está en el epicentro de la discusión. ¿Qué sucedió? El Banco de la República se sirvió de otros trabajos gráficos para suministrar modelos de referencia al grabador italiano, que no debía tener la menor idea sobre el universo indígena. Ya con el diseño final, le encargó a la empresa Thomas de la Rue Giori, hoy llamada Thomas Greg & Sons, seguir adelante con el grabado y las planchas (se trata de la misma multinacional en medio de otras disputas recientes por cuenta de la licitación para la fabricación de los pasaportes en Colombia).

Una de las pruebas clave que presenta Tovar, para reforzar su hipótesis de que el banco central utilizó la foto de Martínez Dogirama tomada por Pardo, es la descripción del ejemplar de 10.000 pesos que figura en el catálogo del banco central: “Como motivo principal, esta cara del billete presenta al lado derecho un grabado con la figura de una mujer emberá, ataviada y pintada de forma tradicional (...). Pertenece a la comunidad indígena emberá o Choco, que cuenta con una población estimada de 40.000 personas”, se lee en el folleto institucional.

Comparaciones entre la imagen tomada por el fotógrafo Mauricio Pardo Rojas y el grabado presente en el billete de 10.000 pesos del año de 1992-94.

Tovar reconoce que ha colaborado con Mauricio Pardo en los peritajes para preparar la causa judicial y relata que trajo a Bogotá a Adriana Martínez Dogirama para un acto de grupos numismáticos en el que la mujer firmó cerca de 220 billetes. Algunos de ellos se subastaron. El arquitecto apunta que en caso de que la justicia fallara en contra del Banco de la República, el precio de esos billetes se dispararía. Se convertirían en una pieza singular.

Por eso, más de un observador guarda cautela. Algunos barajan la posibilidad de que en la trastienda haya movimientos de especulación, un elemento que añade tintes detectivescos al asunto. ¿Qué tanto se conoce del mercado de las monedas y billetes de colección en Colombia? Poco. Tovar, sin embargo, se muestra firme y confiado: “Depende de muchas cosas, pero un billete de 10.000 como esos ya está en 350.000 o 500.000 pesos de partida. Se trata de un ejemplar único. En el mundo hay muy pocos casos de personas vivas que aparezcan en un billete”.

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Sobre la firma

Camilo Sánchez
Es periodista especializado en economía en la oficina de EL PAÍS en Bogotá.
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