Bogotá se prepara para el fin de un año de racionamiento de agua
La Alcaldía estudia levantar las restricciones en el servicio impuestas desde el 11 de abril del 2024


El fin del racionamiento de agua en Bogotá parece inminente, a la espera de un anuncio oficial. La capital de Colombia se prepara para levantarlo en este mes de abril, justo cuando se cumple un largo año de haber comenzado con las restricciones en el servicio, debido a la caída hasta niveles históricamente bajos de los embalses que la abastecen. Si las lluvias se mantienen en las próximas semanas, se podrán levantar los cortes, ha anticipado con cautela el alcalde mayor, Carlos Fernando Galán. “Estamos cerca de tomar la decisión, vamos por buen camino”, apuntó el viernes en una entrevista.
Aunque los embalses del Sistema Chingaza, que surten tradicionalmente la mayor parte del agua que consumen los bogotanos, todavía están por debajo de la mitad de su capacidad, la situación es muy distinta a la del pasado abril. “Hoy tenemos más agua que hace un año”, a pesar de la sequía que atravesó Chingaza, sintetiza el alcalde. Sus niveles son incluso levemente superiores al promedio histórico para estas fechas. Eso, sumado a otras medidas que ha tomado la Alcaldía y a las lluvias que ya arrecian en distintas regiones, invita a pensar que los días del impopular racionamiento están contados.
Colombia, a pesar de ser el sexto país más rico del mundo en agua dulce, es vulnerable a los eventos climáticos extremos. También lo es su capital, enclavada en la cordillera de Los Andes. Cuando se diseñó el sistema de embalses que abastece a Bogotá, una ciudad famosa por su clima lluvioso, eran impensables épocas de sequía tan extrema como la de 2024. El fenómeno El Niño, reforzado por el cambio climático, se dejó sentir en toda su dimensión, con días secos y altas temperaturas. Los páramos, con su particular vegetación que suele estar preñada de agua, no retuvieron a lo largo del año pasado tanto líquido como acostumbran. En un ejemplo ilustrativo, el pasado agosto fue el mes con menos lluvias de los últimos 55 años.
En condiciones normales, cerca del 70% del agua que consumen los bogotanos proviene del Parque Natural Nacional Chingaza, un delicado ecosistema de bosques y páramos que alimentan diferentes ríos que discurren hacia el oriente, mientras la ciudad está al occidente. Allí se construyó hace medio siglo un sistema artificial de recolección, que tiene como grandes reservorios a los embalses de Chuza y San Rafael. La ciudad y sus municipios vecinos también suelen obtener en torno al 25% de los embalses de Neusa, Sisga y Tominé –el Sistema Tibitoc, o Agregado Norte, que potabiliza el agua del río Bogotá–, y el 5% restante del Sumapaz, hacia el sur.
El bajísimo nivel del Sistema Chingaza, que llegó a estar por debajo de una quinta parte de su capacidad, fue la principal razón que llevó al alcalde a implantar el esquema de racionamiento, que divide a la ciudad en nueve zonas, desde el 11 de abril de 2024. Con la excepción de la localidad de Usme, que tiene su propio sistema, la zona metropolitana de Bogotá ha estado sometida a cortes del servicio por turnos, del sur al norte, de las zonas industriales en el occidente hasta los barrios empotrados en los cerros orientales. Se trata de una medida sin precedentes en Colombia, y uno de los esquemas de racionamiento más grandes de una ciudad del tamaño de Bogotá.
“No es una medida que resuelva el problema de fondo”, concede Galán. “Es una medida coyuntural, necesaria, impopular, compleja, pero es la que había que tomar para que no nos quedáramos sin agua. Y funcionó”, valora el alcalde. Las restricciones se han relajado o endurecido por momentos. A pesar de que las metas propuestas nunca se han cumplido del todo, el ahorro ha sido sustancial. La Alcaldía se proponía terminar el 2024 con niveles de 75% en Chingaza, pero cerró por debajo de la mitad. Las aguas, sin embargo, tampoco descendieron por debajo del 36%, el límite que había fijado para implementar restricciones aún más severas.
El momento más crítico parece cada vez más lejano. Las lluvias arrecian en buena parte de Colombia, producto ahora del fenómeno La Niña. La capital no es la excepción. El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) ha indicado que espera un incremento en abril, mayo y probablemente junio. De hecho, hay alertas en varios municipios de Cundinamarca por las crecidas del río Bogotá, que atraviesa de norte a sur al departamento que rodea a la ciudad.
El racionamiento de agua es una medida coyuntural que ha funcionado. Durante el último año hidrológico, tuvimos las menores precipitaciones de los últimos 60 años y, aún así, hoy tenemos más agua que hace un año en el Sistema Chingaza: alcalde @CarlosFGalan pic.twitter.com/LUEdz1OsaW
— Alcaldía de Bogotá (@Bogota) April 4, 2025
¿Por qué, si está lloviendo a cántaros en Bogotá, no se levanta de una buena vez el racionamiento? La pregunta se ha vuelto recurrente para muchos de sus habitantes. La respuesta es que cuando llueve en la capital no necesariamente pasa lo mismo en Chingaza, como se ha visto obligada a explicar en repetidas ocasiones Natasha Avendaño, la gerente de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá. “La Sabana de Bogotá, ubicada en la región Andina, y el páramo de Chingaza, que hace parte de la Orinoquía, están separados por la cordillera oriental; esta división geográfica hace que tengamos regímenes de lluvias diferentes”, recordaba en una reciente columna. La temporada de lluvias en el páramo empieza en abril, llega a su punto máximo en julio y desciende hasta noviembre, cuando da paso al tiempo seco en diciembre. Desde la Alcaldía explican que cuando sea evidente que comenzó la temporada de lluvias, se podrá levantar el racionamiento.
En otros frentes también hay noticias prometedoras. A la espera de decisiones más estructurales, aumentar el aporte de Tibitoc fue una de las principales soluciones que permitieron solventar la crisis, pues pasó de ser la fuente del 25% del consumo hasta cerca del 50%. Eso alivió la presión sobre Chingaza. En otras palabras, la planta de Tibitoc ha pasado de aportar 4,6 metros cúbicos por segundo a 8 metros cúbicos por segundo. Además, la Corporación Autónoma Regional (CAR) de Cundinamarca permitió hace pocos días que capte 1,5 metros cúbicos por segundo adicionales, como ha solicitado la Alcaldía, aunque con varias condiciones que la EAAB no comparte. Con esa decisión, según Alfred Ballesteros, director de la CAR, “Bogotá puede levantar el racionamiento casi que de inmediato”. El Acueducto se ha apresurado en aclarar, con una batería de argumentos técnicos, que el permiso no garantiza acabar con las restricciones. Su ocaso, sin embargo, ya se percibe en el horizonte.
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