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El auge de los scooters en Miami se desvanece con la ofensiva migratoria de Trump: “Si vas en una moto, asumen que no tienes papeles”

Lo que hace unos pocos años fue la forma de transporte preferida de los inmigrantes recién llegados, ha desaparecido de la ciudad

El Rey de las Motos en Miami, Florida, Estados Unidos

La avalancha de scooters y motos de pequeña cilindrada que inundó Miami fue tan fugaz como los programas temporales para inmigrantes del Gobierno de Joe Biden. Las pequeñas motos se convirtieron en tendencia tras la llegada de cientos de miles de extranjeros procedentes de países de Latinoamérica, donde en las principales urbes —como Caracas, Bogotá, o Ciudad de México— son un medio de transporte popular. Muchas de estas personas se asentaron en el sur de Florida. En Miami, donde el transporte público no resuelve la necesidad para trasladarse, encontraron en las motos una opción económica y familiar.

El boom de los scooters entre 2022 y 2023 cambió la cara de la ciudad. Las motos sorteaban los autos y se abrían paso en el pesado tráfico de las calles y avenidas principales, y parecían multiplicarse a diario. Hoy en día, sin embargo, apenas se ve alguna. El auge se desvaneció desde comienzos de este año, a raíz de la ofensiva contra los inmigrantes impulsada por Donald Trump, que ha prometido deportaciones masivas y una cuota de 3.000 arrestos diarios. Su Gobierno canceló los permisos de cientos de miles de personas que llegaron a través de los programas de parole humanitario para cubanos, haitianos, venezolanos y nicaragüenses (conocido como CHNV), y CBP One. Como resultado, todos se quedaron de la noche a la mañana en limbo.

Conducir un scooter en Miami “es como tener un tatuaje en la cara. Las autoridades dicen: ‘oye, páralo, si está manejando una moto, probablemente no tiene papeles”, aseguró Yonathan Rodríguez, un venezolano de 40 años que desde hace más de 20 vende piezas a talleres locales. “El miedo a la deportación se nota en la calle, antes se veían muchísimas más motos que ahora”, agregó.

Roberto Fernández propietario de la tienda de scooters El Rey de las Motos

Según Rodríguez, muchos inmigrantes recién llegados que no tenían dinero para comprar un auto aprovecharon que podían comprar una moto sin historial de crédito y pagarla a plazos, y así tener un medio de transporte. Pero ahora, andar en una moto es exponerse al riesgo de ser detenido por las autoridades migratorias, que están haciendo redadas en centros de trabajo, fincas y carreteras en todo el Estado de Florida. “Para que te paren en un carro tienes que cometer una infracción, pero la policía asume que el que anda en una moto, es muy probable que no tenga papeles”, señaló.

Las ventas se desploman

Boris Pedraza, dueño de una tienda llamada El Rey de las Motos, confirmó a EL PAÍS que las ventas se han desplomado. “Hay cantidad de gente deportada, y otros que están escondidos, porque si los cogen con la moto, si los paran por cualquier cosa, y no tienen papeles, van presos”, dijo. “Esta moto, por ejemplo”, añadió, mostrando un pequeño scooter negro, “era de una muchacha que la estaba financiando, y la deportaron”.

El negocio de Pedraza ha logrado sobrevivir gracias a que tiene su tienda desde hace casi 20 años, y sus licencias ocupacionales están exentas por derechos adquiridos por antigüedad. Además, paga 1.500 dólares al mes por el alquiler de la tienda, ubicada en una pequeña plaza que comparte con una clínica veterinaria, un negocio de paquetería y otro que se llama “Lo más barato para Cuba”, al oeste de la calle Flagler —una de las arterias principales de la ciudad que la divide entre norte y sur. Cuando abrió, pagaba 700 dólares. “Si yo cierro aquí, ya no puedo abrir más”, sostuvo.

Con el aumento de la demanda, surgieron nuevos concesionarios de motos, pero muchos ya han cerrado, según Pedraza. “Algunos montaron una tiendita, dijeron ‘eso es lo que está en órbita. Vamos a vender motos’. Pero ya eso se acabó”.

En un periodo entre 2022 y hasta principios de 2024, Pedraza estima que vendió unos 5 millones de dólares —más de 10 motos por día. Tenía seis empleados, entre mecánicos, vendedores, y ensambladores. “Esto no paraba aquí”, dijo. Ahora, con suerte vende una o dos motos a la semana, entre nuevas y de uso. Muchas de las que vende ahora los clientes las mandan para Cuba a través de una agencia de envíos.

Empleados realizan mantenimiento a un scooter dentro de la tienda de scooters El Rey de las Motos

A raíz de la caída de las ventas, uno de los nuevos concesionarios, justo en la esquina de la tienda de Pedraza, ha puesto en el mismo local una joyería, un mercadillo y una especie de cafetería, aparte de las motos, que ahora ocupan menos de un tercio del espacio. Un empleado que pidió no ser identificado por no estar autorizado a hablar del negocio dijo que han tenido que cerrar otras dos tiendas de motos. Otro concesionario en Hialeah, adyacente a Miami, tuvo que cerrar dos locales.

Pedraza no sabe cuánto más va a aguantar. “Ahora estamos en el tiempo de antes. Además, las piezas han subido de precio, por los aranceles. Una goma, que costaba unos 15 dólares, ahora cuesta 57”. Su hijo abrió una tienda en Orlando, y la tuvo que cerrar y ahora trabaja con él.

Rodríguez, que vende piezas al por mayor, dijo que “la deportación masiva que ha habido en los últimos seis meses ha afectado a todas las tiendas” de motos, y muchas “han tenido que reestructurarse” para mantenerse. “En dos años, cambió muchísimo el negocio”, lamentó.

También tienen dificultades para financiar las motos nuevas, de acuerdo con Pedraza. Muchas personas que dejaron de usar los scooters, ya sea por miedo a andar en la calle o porque fueron deportados, incumplieron con los pagos, y ahora los bancos no quieren prestar, explicó.

Las empresas financistas de motos solo requerían una identificación, que podía ser un pasaporte extranjero —a diferencia de los bancos que financian automóviles, que exigen un número de seguro social, licencia de conducir y otros requisitos. El arreglo de pago es usualmente de tres meses, en los que el cliente abona unos 500 o 600 dólares al mes, sin colateral, o sea, se lleva la moto con su título, lo que dificulta recuperarla si deja de pagar.

Boris Pedraza, propietario de la tienda de scooters El Rey de las Motos

A Pedraza solo le queda un banco que le sigue financiando hasta 1.500 dólares, pero eso no alcanza para las motos más caras, las de 150 o 200 centímetros cúbicos (cc). Para manejar una moto de 150 cc o más, en Florida se requiere un endorso de motocicleta en la licencia de conducir. Las de menos cubicaje, no necesitan el endorso. Esas eran las más populares entre los recién llegados, según Pedraza.

Diosday Monzón, un cubano de 49 años que conduce un scooter de 150 cc, dice que es una alternativa económica al automóvil, más ahora que perdió su trabajo como guardia de seguridad. La moto no requiere seguro, y llena el tanque de gasolina con menos de 5 dólares, que le rinden unos 150 kilómetros. “Llevo cuatro días andando con cinco pesos de gasolina. Con tres o cuatro meses en una moto, usted levanta, ahorra dinero”. Antes tenía un Toyota Camry del 2005, pero pagaba 200 dólares al mes de seguro.

“Los trabajos que están sacando gente, no están metiendo más nadie”, opinó Monzón. “Con esto de Trump, todo ha hecho así”, dijo con el pulgar apuntando hacia abajo. “Ahora mismo es como que la gente está en una supervivencia”, agregó el cubano, quien lleva muchos años en Miami y, asegura, tiene “todos sus papeles”. Por eso sigue usando la moto, pese a que “es un foco” con las autoridades.

Pedraza asiente, mientras le arregla la luz del freno. “Unos meses atrás, antes de que empezara el gobierno este, que no había tanto lío con los inmigrantes, la gente venía, te compraba una moto, y resolvía. Esa gente, ahora, viene en su moto, lo paran, se la lleva la grúa y lo deportan”, agregó.

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