Contar la historia de Puerto Rico y su diáspora a través de cómics
Una exhibición en la Biblioteca Pública de Nueva York busca crear conciencia sobre la isla y elevar el trabajo tantas veces invisibilizado de los creadores de cómics boricuas


Goyo Gotay era un jíbaro puertorriqueño antes de convertirse en superhéroe. Uno de esos campesinos boricuas cuya cultura y tradiciones han dado la vuelta al mundo en el último año gracias a la música de Bad Bunny, considerado otro héroe de la isla, pero no el foco de esta historia. En este cuento, Gotay viaja lejos del Caribe, hasta Japón, donde aprende el arte del samurái. De ahí nace el Jíbaro Samurái, un superhéroe que lleva una pava, el sombrero tradicional de los guardianes de los campos de Puerto Rico, y en vez de una katana japonesa, carga un machete. Su ataque característico es el yukaslash, pero sus combates no siempre son físicos: alguna vez ha preferido desafiar a su oponente a una partida de dominó.
La historia del Jíbaro Samurái fue concebida por Miguel Ángel Sanjurjo, artista boricua y creador de cómics, y ahora forma parte de la única colección centrada en cómics hechos por, para y sobre Puerto Rico y puertorriqueños en la Biblioteca Pública de Nueva York. Una muestra de esa colección, incluida la obra de Sanjurjo, se exhibe en ¡Wepa! Puertorriqueños en el mundo de los cómics, una exposición —también la primera de su tipo— en el edificio Stephen A. Schwarzman de la Biblioteca inaugurada el pasado 4 de octubre y que permanecerá abierta hasta marzo del próximo año.
La muestra presenta unas 60 obras cuidadosamente seleccionadas por los curadores Paloma Celis Carbajal y Charles Cuykendall Carter, ambos aficionados a los cómics, quienes buscaban no solo acercar a otros a un medio a menudo descartado como nicho, sino hacerlo destacando el trabajo de artistas puertorriqueños para crear conciencia sobre la isla, un territorio que le pertenece a Estados Unidos, pero cuya historia ha sido borrada de la conciencia estadounidense.

“Lo notable de estos cómics es que se puede aprender muchísimo sobre Puerto Rico y sobre las vidas de los puertorriqueños a través de ellos”, señala Cuykendall, curador asistente, mientras ofrece una visita guiada a este periódico. “Y es toda una declaración, teniendo en cuenta que Puerto Rico siempre ha sido olvidado. Mucha gente no sabe que forma parte de Estados Unidos en una situación y relación muy compleja, y cuando hablan de inmigrantes, se olvidan de la migración interna. Y eso es parte de lo que queríamos que la gente tomara conciencia”, añade Celis, curadora de las colecciones latinoamericanas, ibéricas y latinas de la Biblioteca.
La experta toca un importante punto de partida: la historia puertorriqueña es también una sobre migración, y los cómics, como archivos históricos, reflejan esa realidad. Puerto Rico es conocida como “la isla que se vacía”: cientos de miles, con su ciudadanía estadounidense y su pasaporte azul marino en mano, han emigrado a Estados Unidos continental desde el siglo pasado, empujados por interminables crisis, corrupción y gentrificación. En la actualidad, más de seis millones de puertorriqueños viven en EE UU continental, el doble de los que aún permanecen en la isla. La ciudad de Nueva York fue durante décadas el principal destino de esa diáspora.
Esa historia queda captada en la exhibición, que está organizada en cuatro partes: La isla, Nueva York, El pasado y Otros mundos. En ese orden, los cómics mostrados hablan de cuestiones que van desde el coquí, una rana endémica de la isla y símbolo de la identidad boricua, hasta los Young Lords, organización de activistas puertorriqueños en ciudades como Nueva York o Chicago activa a finales del siglo pasado, pasando por la colonización española de Puerto Rico y su actual condición como colonia estadounidense, haciendo una pausa reflexiva sobre el huracán María, que acabó con la vida de más de 4.000 personas en 2017 y marcó un antes y después en la historia de Puerto Rico. La muestra termina con un toque futurístico atado aún al pasado y a las costumbres, como lo es el Jíbaro Samurái de Miguel Ángel Sanjurjo.
Una identidad invisibilizada
Además de ofrecer una ventana a la historia puertorriqueña, la idea detrás de la exhibición, asegura la curadora Celis, era elevar las aportaciones de los artistas y creadores de cómics boricuas cuya identidad ha sido invisibilizada en la industria. “Muchos de los creadores de cómics que han gozado de un gran respeto en la industria vieron su identidad puertorriqueña relegada a un segundo plano por mucho tiempo. No estaba en el centro en absoluto. De hecho, se les alentaba mucho a asimilarse a unas industrias compuestas mayoritariamente por personas blancas”, explica Cuykendall.
El caso más emblemático es el de George Pérez, artista y guionista de cómics de raíces boricuas que trabajó principalmente como dibujante para los dos grandes —Marvel y DC— y cuya obra está incluida en la exhibición y la colección de la biblioteca neoyorquina. Pérez es reconocido por haber dibujado los cómics de Fantastic Four y The Avengers de Marvel en los años setenta, así como The New Teen Titans, una de las series más vendidas de DC, en los ochenta, todos publicados originalmente en inglés. Trabajó para las dos editoriales y otras más durante una larga y exitosa trayectoria que duraría cuatro décadas.
“Su gran talento lo llevó a las grandes editoriales”, señala Cuykendall sobre Pérez. “Pero se reconocía muy poco, de manera general, que él fuera puertorriqueño”.

No porque Pérez intentara esconder su identidad. Nacido en el Bronx, de padres que emigraron de la isla a la ciudad de Nueva York, fue uno de los hijos de la diáspora. Orgulloso de sus raíces, en su trabajo dio vida a White Tiger, el primer personaje principal latinoamericano en la historia del cómic estadounidense y el primer superhéroe hispano de Marvel. Y White Tiger era puertorriqueño como él, nacido también en el Bronx.
Posteriormente, Pérez relanzó Wonder Woman como guionista y dibujante, también con un par de toques boricuas para quien supiera identificarlos. “Wonder Woman existía desde la década de 1940, y en todas las versiones de su origen había sido esculpida de arcilla cuando era un bebé, hasta que los dioses le dieron vida. Pero en la versión de Pérez, él decide que, en lugar de estar simplemente esculpida en arcilla, va a serlo de arcilla de la propia isla”, explica Cuykendall.
Además, en el guion de Pérez, por primera vez, Wonder Woman era una inmigrante, alguien que llegaba a una tierra nueva, como lo hicieron sus padres al partir de Puerto Rico al continente. “De ese modo, hay pequeñas formas en las que lograba plasmar su identidad en sus cómics, pero hay que saber buscarlas”, apunta Cuykendall.
Precisamente a buscar esa puertorriqueñidad dentro del mundo de los cómics se ha dedicado Manuel Martínez Nazario durante toda su vida. El bibliotecario jubilado, que trabajó en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras durante 30 años, es quien durante décadas amasó la colección de más de 1.000 cómics que ahora le pertenece a la Biblioteca Pública de Nueva York.
Fue durante el encierro de la pandemia del coronavirus que Martínez se dio cuenta de que tenía un tesoro en sus manos. Martínez, nacido en Brooklyn pero criado en San Juan, llevaba toda una vida leyendo y coleccionando cómics sobre Puerto Rico o hechos por puertorriqueños, y quería compartirlos con el mundo. En 2022, donó toda su colección —entonces de unos 1.400 ejemplares— a la Biblioteca Pública de Nueva York. Desde entonces, ha donado unos 200 más.
Para él, era importante que fuera una institución como esta la que se hiciera cargo de su colección. Martínez lo ve como un “proyecto de divulgación”. “Se trata de presentar la historia de los nuestros y colocarla a la disposición de los investigadores. Es nuestra labor como bibliotecarios”, afirma, “para ir sacando poco a poco a nuestros creadores de cómics de esa invisibilidad. Porque en el caso de Puerto Rico se han escrito varios libros sobre la historia del arte en Puerto Rico y en ninguno de ellos se incluye a los creadores de cómics, a los artistas. Y eso es algo que impacta mucho.”
Visibilizar la cultura puertorriqueña, diaspórica y latina en el momento político que atraviesa Estados Unidos no es poca hazaña. En medio de la campaña antiinmigrante del Gobierno de Donald Trump, que se ha extendido también a Puerto Rico por su condición como Estado no incorporado de la nación americana, una exhibición dedicada a celebrar y enaltecer las contribuciones de estas comunidades es también un acto de aguante.
“Se trata de una doble intención”, sintetiza Celis, “ver los cómics como un acto de resistencia, pero también como una forma de construir un sentido de pertenencia”.
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