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Los datos y los residentes de Washington contradicen a Trump: “Nunca me he sentido amenazada”

El presidente ha declarado la situación de emergencia para tomar el control de la capital de Estados Unidos, a pesar de que registra el menor índice de criminalidad en tres décadas

Guardia Nacional en el Capitolio de Estados Unidos el 17 de enero de 2021
Patricia Caro

El presidente Donald Trump asegura que va a “liberar” a Washington D. C. del crimen. Para ello va a desplegar al menos 800 efectivos de la Guardia Nacional y va a tomar el control de la policía local. El republicano, que lleva meses hostigando a la capital, sostiene que la ciudad vive una “crisis de violencia”, a pesar de que nadie sabe de dónde saca los datos, pues las estadísticas muestran el menor índice de criminalidad de los últimos 30 años. Y los residentes no reconocen su ciudad en las palabras del mandatario, que, en la rueda de prensa de este lunes, calificó a la capital como “insegura, sucia, e inmunda”.

“D. C. es una ciudad segura, no tiene sentido lo que dice. Llevo 25 años viviendo aquí y no creo que sea necesario lo que ha anunciado. Washington D. C. es una ciudad hermosa y no está sucia”, afirma Allison Deschryver mientras pasea a su perra por un parque del barrio Mount Pleasant, al noroeste de la ciudad. Consultora de empresas, nació en la ciudad de San Luis, Minnesota, pero lleva más de sus 47 años en el Distrito de Columbia, donde ha residido en barrios diversos como el céntrico DuPont Circle o Eastern Market, en el corazón del histórico barrio de Capitol Hill. “Nunca me he sentido amenazada”, asegura.

La presencia de la Guardia Nacional, sin embargo, sí le produce intranquilidad. “Como ciudadana de Washington D. C. siento que es una imposición. Me preocupa que mis hijos puedan ir a la escuela por su cuenta, ahora que ya tienen la edad para ser independientes. Con esta creciente presencia policial, no sé si podré dejarlos ir caminando solos”. Apunta a la última vez que se vio a la Guardia Nacional desplegada en las calles de la capital, como consecuencia de los atentados del 11 de septiembre: “Cuando sí era realmente necesario”, asegura.

El despliegue de efectivos llega para combatir una supuesta emergencia que ha convertido la capital en un nido de violencia donde los ladrones, violadores y asesinos campan a sus anchas, según relató Trump para justificar la toma de control de la policía de la ciudad.

Sin embargo, el total de delitos violentos en el Distrito de Columbia en 2024 disminuyó un 35% con respecto a 2023 y es el más bajo en más de 30 años, según datos recopilados por el Departamento de la Policía Metropolitana (MPD) y publicados por el propio Gobierno en enero. Además de la reducción general de delitos violentos, los homicidios han disminuido un 32%; los robos, un 39%; los robos de vehículos a mano armada, un 53%, y los asaltos con armas, un 27% en comparación con los niveles de 2023.

“D. C. es una ciudad muy segura. Siempre se pueden encontrar delitos, pero la tendencia es claramente a la baja”, afirma John Linko, de 58 años y también consultor, pero de política (en el centro del poder político del país abundan los consultores, lobistas y abogados). Originario de Nueva York, hace más de dos décadas que se estableció en Georgetown, uno de los barrios más cuidados y pintorescos de la urbe. Difícil pensar en la “suciedad” de la ciudad cuando se pasea por sus calles arboladas donde hileras de casa coloridas son el hogar de buena parte de los políticos y personalidades de la capital.

“Solo dice necedades. Lo próximo que hará será perseguir a los unicornios que se han vuelto locos, o tal vez a los elfos que se están haciendo pequeños... Simplemente se inventa cosas. No hay datos que lo respalden”, señala Linko. “Si la ciudad puede ser más segura, está bien. Pero me parece que más bien es alguien que intenta empezar como lo hacen los regímenes autoritarios. Puedo verlo replicando esto en Nueva York, Los Ángeles y San Francisco”, opina.

Precisamente en esta última ciudad californiana este lunes comenzó el juicio contra la Administración por el despliegue de la Guardia Nacional en Los Ángeles que Trump ordenó en junio en respuesta a las protestas por las redadas contra migrantes. Unos 4.000 efectivos de la Guardia Nacional y 700 marines ocuparon la segunda ciudad más poblada del país. La mayoría de los efectivos ya se han marchado, pero aún quedan 250 miembros de la Guardia Nacional, según las últimas cifras proporcionadas por el Pentágono.

Las declaraciones de Trump sobre la supuesta situación de inseguridad generalizada en la capital de Estados Unidos se iniciaron a raíz de un ataque sufrido por un miembro del equipo de Elon Musk en el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE). Edward Coristine fue víctima de un intento de atraco con violencia y la policía arrestó a dos jóvenes de 15 años como supuestos autores. La fiscal estadounidense Jeanine Pirro, designada por Trump y encargada de la mayoría de los delitos de D. C., afirmó que la capital del país protege a los jóvenes violentos. La semana pasada, se unió al presidente para abogar por que los adolescentes de 14 años sean juzgados como adultos (ahora, solo los jóvenes de 15 años lo pueden ser).

Los residentes preguntados por este periódico reconocen que, como en toda ciudad, se cometen delitos, pero no se sienten inseguros. Así lo confirma también la estilista Markia Morris, nacida en D. C. hace 26 años. Acompañada por una niña de ocho años y su perro asegura que se siente muy segura en la ciudad. Tanto, que su hija puede ir al parque sola. “Washington D. C. no es una zona peligrosa. Lo era antes, pero ya no. Hay muchos buenos lugares para vivir”. Para ella, el despliegue de 800 efectivos de la Guardia Nacional “es una locura”.

La toma de una ciudad demócrata

Trump asegura que ni los turistas quieren visitar D. C. por la violencia. Pero varios que pasean por el National Mall, la explanada que se extiende entre la calle 3, cerca del Capitolio, y la 14, y reúne museos, esculturas y monumentos conmemorativos, como el de Abraham Lincoln y el de Martin Luther King Jr, afirman lo contrario.

“No veo inseguridad en la calle, ni tampoco veo gente que te pueda perturbar la tranquilidad. No sé por la noche, en barrios determinados…”, dice un turista español de 31 años que prefiere no ser reconocido porque trabaja para una empresa americana. La mujer que lo acompaña opina que, por el contrario, las políticas de la actual Administración están espantando a los turistas. “Hay españoles que no quieren venir a Estados Unidos por Donald Trump, por su política”.

“¿No será más bien un tema político de que se quiera ganar los votos de la gente que vive aquí?”, se pregunta él intentando encontrar una razón a la medida. Lo cierto es que en D. C. el republicano no lo tiene fácil. Más del 90% de los electores apoyaron a la candidata demócrata, Kamala Harris, en las elecciones de noviembre de 2024.

Desde 1973, Washington D. C. ha funcionado bajo una forma de autogobierno limitado gracias a la Ley de Autonomía del Distrito de Columbia. En numerosas ocasiones, Trump ha lanzado amenazas contra la alcaldesa de la ciudad, la demócrata Muriel Bowser, quien ya ha cedido a las presiones del presidente. Entre otras medidas, Bowser retiró de D. C. la denominación de ciudad santuario que protege a los migrantes, en línea con la campaña antiinmigración del republicano.

Donald Trump

Este lunes, la alcaldesa contestó a la toma de control de la policía local diciendo que cumpliría con la ley en lo que respecta a la “supuesta emergencia”, aunque indicó que las acciones de Trump justificaban que el Distrito de Columbia fuera un Estado con protección legal ante tales acciones. “Si bien esta acción de hoy es inquietante y sin precedentes, no puedo decir que, dada la retórica del pasado, estemos totalmente sorprendidos”, señaló.

Además de autorizar el despliegue de la Guardia Nacional, Trump, que estuvo flanqueado por la fiscal general, Pam Bondi, su secretario de defensa, Pete Hegseth, y el director del FBI, Kash Patel, anunció que desmantelará los campamentos de personas sin hogar, aunque no especificó dónde los realojaría.

Linko opina que los 700.000 habitantes de la ciudad no se alterarán mucho con la presencia de los guardias porque, como núcleo del poder político, D. C. está acostumbrado a las visitas de líderes, a las manifestaciones y al aumento de seguridad por causa de ello, pero dependerá de cómo actúen.

“Si empiezan a aparecer, como lo han hecho algunas tropas ahora o algunos oficiales del ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas), entrando a lugares y agarrando a la gente al azar con máscaras, se parece mucho a la transición de la Alemania de Weimar de 1933 a la siguiente fase, que no fue muy buena. Mi frustración es que estas políticas se basan en cifras fantásticas que no tienen nada que ver con la ciencia. Son pura ciencia ficción, nada que ver con la historia”, asegura.

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Sobre la firma

Patricia Caro
Periodista en Washington, especializada en temas latinos y de inmigración. Forma parte del equipo de la edición de Estados Unidos de EL PAÍS. Fue corresponsal de la Cadena SER en Brasil. Trabajó como redactora de Economía Internacional en el diario Cinco Días.
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