¿Elon Musk para rato? 

"Que el servicio público sea una carrera digna y vibrante. Y que todo hombre y mujer que trabaje en cualquier área de nuestro Gobierno nacional, en cualquier rama, en cualquier nivel, pueda decir con orgullo y honor en los años venideros: Serví al Gobierno de los Estados Unidos en esa hora de necesidad de nuestra Nación". John Kennedy

El retiro de Elon Musk del Gobierno, de su cargo como Empleado Público Especial, o SPE por sus siglas en inglés, ha motivado especulaciones sobre si el hombre más rico del planeta había caído en desgracia con el más poderoso, su jefe Donald Trump. Aunque muchos creen que la vuelta de Musk a sus negocios se ha visto forzada por el mal desempeño de algunos, especialmente Tesla (cuyas ventas en Europa en abril cayeron el 49%), el momento de su retiro es muy elocuente. Si nos atenemos a un reciente análisis de la revista Forbes, la fortuna de Musk -desde que apoyó a Trump en julio pasado- creció en 170.000 millones de dólares, para situarse hoy en unos 419.000 millones. Un gran retorno para los 290 millones que invirtió en el hoy presidente. Sin contar con los beneficios que posiblemente recibirá gracias a las menores regulaciones del Gobierno y a que seguirá siendo contratista de una administración completamente amiga.

Musk dijo estar decepcionado con algunos aspectos de su paso por el Gobierno y en particular con el nivel de gasto incluido en el “gran y hermoso proyecto de ley” de presupuesto de Trump. Parecía dar la impresión de que se distanciaba del Gobierno y se retiraba en este contexto, aunque luego lo despidieron con bombos y platillos en la Casa Blanca. La verdad es que Elon Musk se retiró porque se tenía que ir, por el régimen legal que rige a los Empleados Públicos Especiales.

La figura del Empleado Público Especial fue creada por el Congreso en 1962 a través de la ley 87-849 que trata de “fortalecer las leyes penales relacionadas con el soborno, el conflicto de intereses y otros fines”. Gracias a esta ley, el Gobierno, las agencias independientes, el Congreso o el Distrito de Columbia pueden hacer nombramientos temporales cuando requieran de una experticia en particular que no se encuentra al interior de la administración, o para ciertas asignaciones específicas o comités gubernamentales.

Y aunque los Empleados Públicos Especiales pueden ser o no remunerados y pueden trabajar tiempo completo o parcial, así como mantener sus actividades particulares, también se les aplican las normas legales y de ética y las que tienen que ver con conflictos de interés por sus actuaciones para el Gobierno o la agencia con la que trabajen.

Es conocido que los Empleados Públicos Especiales pueden tener su encargo en esa calidad por un máximo de 130 días en un período de 365 días. Esto quiere decir que las funciones de Elon Musk no podían extenderse más allá del pasado viernes 30 de mayo. Exactamente el día en que se retiró. Pero también significa que, en el próximo período de 365 días, podría regresar legalmente por el mismo lapso de tiempo.

Es loable que Trump quiera un Estado más eficiente. Y los halcones fiscales del partido republicano que lo apoyan están muy contentos con los recortes. Pero la forma como lo hizo y sigue haciendo DOGE deja muchas heridas abiertas y, de acuerdo con diversos analistas, ni siquiera lograron los recortes que se anunciaron, sino unos muchísimo menores, además de tremendamente desordenados.

El país más rico y poderoso del mundo no es igual a los demás. El daño reputacional que se ha hecho Estados Unidos por acciones como el desmantelamiento de USAID, el manejo poco claro de la información personal de millones de estadounidenses, el ping-pong de los aranceles y en general el desprecio por el conocimiento y la experiencia, para privilegiar el activismo, es gigantesco. Y en la medida en que la influencia y relevancia de Estados Unidos se va diluyendo a gran velocidad y el mundo poco a poco se va alejando de su esfera, esos espacios los irán ganando otros. América Latina se está convirtiendo poco a poco en un gran ejemplo con la creciente influencia de China.

Por eso, que Elon Musk vuelva a ser el empresario creativo e innovador que conocemos, lo que admiradores y detractores en general le reconocen, es una buena noticia para el mundo empresarial y de la tecnología. Pero quedan aún dudas. ¿Seguirá Musk manejando los hilos tras bambalinas? ¿No será que ser el hombre más rico del mundo -y posiblemente el ciudadano no elegido más poderoso- es una tentación demasiado grande para dejarla pasar? ¿Lo tendremos el año que viene en una segunda ronda con más fuerza, poder y controversias?