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Marc Giró: “Me aburren muchísimo los hombres”

El comunicador, en vísperas de volver al ‘prime time’ de TVE con ‘Late Xou’, confiesa a la vez que está orgulloso de su programa y que no sabe hacerlo: “luego todo sale, pero esa certeza previa no me la quita nadie”.

Marck Giró, fotografiado en Barcelona.
Luz Sánchez-Mellado

Son las once de la mañana, el día ha amanecido fresco y Marc Giró aparece pimpante recién bajado del AVE que lo trae desde Barcelona, donde reside, a Madrid, donde vivió 25 años, vestido con una camisa de manga larga y un suéter sobre los hombros. Si es friolero o previsor, o las dos cosas, es una de las muchas preguntas que se me quedan en el tintero ante el intenso, y brillante, vendaval oral que despliega en cuanto nos presentamos. Charlamos en una gigantesca y ultramoderna cafetería-restaurante-discoteca al lado del Museo Reina Sofía, donde saluda y pega la hebra con todo el mundo. Al salir, la señora de al lado, que no se ha perdido ripio de la conversación, le pide una foto, y, al final, es ella casi la que se despide porque tiene prisa. Decir que Giró es, o al menos parece, hipersociable es quedarse corto. Por algún sitio hay que hincarle el diente.

¿Está de campaña para hacer parroquia?

Uy, me sorprende que me digas eso, porque yo voy por la vida en pelota picada, a galope tendido. No mido. No sé medir. Cuando hay que ir rápido voy lento, y viceversa. No soy reflexivo, soy social. Me gusta la gente.

¿Qué hace cuando, como ahora, está en capilla de un estreno? ¿Reza?

Calla, te juro que lo que me embarga es una certeza: yo no sé hacer esto. Como me conozco y me pasa siempre, ya no me paraliza. Antes, en vísperas de algo, me quería ingresar, tomarme un Orfidal, huir. Pero ahora, me limito a sufrir en silencio y esperar que llegue el día de autos.

Si no sabe hacer tele, ¿qué sabe hacer?

Pues chica, yo qué sé. A mí, desde pequeño, me preguntaban qué quería ser y no tenía ni idea. Yo he ido mucho al psicólogo cuando no iba nadie en España, pero mis padres me mandaron porque yo era muy despistado, un alucinado con todo. Entonces, el psicólogo me preguntaba que cómo me veía en 10 años y no sabía responder.

No parece pregunta para un niño.

Bueno, es que yo no era un niño muy normal. Uno de los psicólogos les dijo a mis padres que yo era superdotado, pero lo que pasaba es que yo había hecho tantos test y tenía tanto callo psiquiátrico que ya me los sabía. Además, yo era y soy maricón, mariquita, homosexual. Entonces, dijeron que tenía déficit de atención. Unos años antes, me hubieran diagnosticado como tonto.

¿Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH)? Hoy se diagnostica mucho.

No, a nuestra generación le tocó la etiqueta de lo del déficit de atención a secas. Que cada generación aguante su vela psiquiátrica.

Menciona mucho a sus padres. ¿No los mató en la adolescencia?

Bueno, yo los tengo completamente asesinados. Pero es verdad que he tenido una familia con la que no me he tenido que enfrentar. Han estado bastante en Babia, han sido medio anarquistas, tirando hacia la izquierda, y me han dejado hacer mi vida, cosa que les agradezco y que entonces no era tan frecuente. Pero yo he tenido siempre la necesidad de salir de casa para buscarme la vida. Uno quisiera ser latifundista, pero, como no es el caso, tenía terror a no tener curro. Entonces, intenté trabajar en cosas que se me daban bien. Esa sabiduría la he tenido desde pequeño: intenté jugar al ajedrez, y como era un inútil, lo dejé. Esforzarse está bien, pero esforzarse para nada, no. Me vine a Madrid a los 25 y Madrid me pasó por encima y yo a ella. Y aquí estamos.

Trabajó 15 años en una revista de moda. ¿Eso marca?

Yo, en Marie Claire era chica para todo. Hacía desde crónicas de desfiles de moda, a producciones y pies de foto, todo por 50.000 pesetas. Ese haber estado haciendo de todo, trabajando con equipos desde joven, de mayor te viene estupendo. Yo he sido friegaplatos antes que cocinero y que fraile.

Y que showman y editorialista. ¿España necesita conocer su opinión en cada programa?

Pues no sé, pero estoy en democracia y la voy a dar cada vez que tenga oportunidad, en distintas plataformas, medios e idiomas. Pero yo sí necesito conocer la opinión de España. Animo a los españoles a que den la suya. A lo mejor peco de cándido, pero me interesan todas, y la de los no españoles casi más. A mí me interesa todo de los otros, aunque sea para ponerme de mala hostia. Soy como un perro: observo y recopilo información. Los demás me intrigáis muchísimo desde crío. Una profesora de natación decía a este niño no es que le guste más la braza que el crol, es que así va viendo a todo el mundo. Por eso ni me gusta ni me hace falta viajar: tú te sientas en una terraza a ver pasar gente y ya tienes el viajazo.

¿Cuándo y de dónde le salen sus homilías? ¿De las tripas, del cerebro, del corazón?

Yo lo llamo la perorata. Depende del día. Hay veces que me levanto y ya la tengo. Otras veces, por la calle: yo hablo mucho solo, y me va saliendo. Soy más de hablar que de pensar. Otras, en el váter: o leo mucho, tres o cuatro periódicos en papel. Me fijo en cosas aparentemente serias, graves, solemnes, apocalípticas, en las que siento algo de ridículo, y tiro por ahí. Y luego, chica, yo soy antifascista, y lo aplico a todo en esta vida.

Marc Giró posa, con sudadera con mensaje -"es la asociación de una amiga"- en Barcelona.

¿Es difícil convencer a los famosos para bailar con usted en un ascensor?

Mira, nosotros, los mamíferos humanos, somos bailongos por naturaleza, aunque nos hayamos reprimido y nos dé vergüenza. Entonces, si al tío o a la tía que venga, lo pones a bailar, conectas con esa parte animal, natural, rompes el hielo, se relaja. Si bailáramos más, no seríamos tan tontos. Y nos divertiríamos muchísimo más, que es radicalmente distinto a entretenerse.

¿No se considera un entretenedor?

Es que lo de entretener tiene trampa. A mí no me parece que haya que estar entretenido. Nos quieren entretenidos para que no pensemos. Y el entretenimiento no puede frenar el pensamiento. Hay que pensar y comentarlo con los otros. Se puede uno divertir y filosofar, no son excluyentes.

Se parte con sus colaboradoras, como Candela Peña o Yolanda Ramos. ¿No teme que le eclipsen?

Pero qué dices: como yo he sido colaborador, sé exactamente lo que hay que hacer, que es comerte vivo al presentador. Y, ahora que soy presentador, veo que ese es un momento buenísimo porque tienes a una bestia parda buenísima haciéndolo todo y tú te puedes poner a repasar la lista de la compra. Cuando dicen que Candela, o Yolanda, son buenas, me río. Son buenas de mucho antes que yo.

¿Y usted, qué cree que tiene que otros no?

Yo creo que descoloco sin querer. Yo sé que tengo una mala entrada: soy raro, despisto e intrigo, gesticulo, hago cosas y, encima, al tener pluma, más raro parezco. Pero, superado ese momento, pues algunos piensan: mira, va a ser majo, y otros, no. Pero ese no es mi problema. Hay que dar tiempo a los demás, y a uno mismo. Eso lo aprendí en la moda. Lo que me horrorizaba, lo hortera, lo que no entendía, era lo que me hacía pensar y me fascinaba.

Hablando de colaboradores, casi todas son mujeres. ¿Es por llevar la contraria?

Solo tengo a Pepe Colubi. Los hombres me aburren muchísimo. Es muy difícil que me divierta un hombre.

¿Se refiere a los hombres heterosexuales?

Y a los maricones también. Los hombres, en general, me aburren casi tanto como los adolescentes. Mis sobrinos, por ejemplo, me aburren extraordinariamente. Con los años, me estoy convirtiendo en la tieta que les pide que dejen el móvil sobre la mesa en las comidas. No es por ellos. Es que estoy más lento, por supuesto que les vamos a dar su espacio a los jóvenes y todo eso, y no pretendo hacerles ningún adultsplaining. Pero, vamos, no volvería atrás ni medio segundo. No soy Peter Pan.

Casi un 25% de jóvenes entre 15 y 24 años se consideran bisexuales. ¿Cómo se queda?

¿Ves? Eso es lo único por lo que sí me encantaría volver a ser joven. Cuando te decía que no me interesan los adolescentes, tampoco digo que lo que hemos vivido antes sea mejor. Y esto, claramente, me parece maravilloso. Porque el binarismo es matador, como hemos comprobado y seguimos comprobando muchos, y ponerlo en duda les vuela la cabeza a los fascistas.

¿Cuánto le preocupa la audiencia del programa?

Pues mira, lo de las audiencias es una cosa como muy de machos que ahora se lleva muchísimo. No se dan cuenta de que en esto nos conocemos todos, y que el director o directora de un programa antes lo fue de otro en otra cadena. En esto les pasa lo que le está pasando a la izquierda: que todos han hecho el amor con todos en el pasado y ahora están a hostias. Yo lo que sé es que estoy orgulloso del programa y de que es bueno, entonces, el éxito ya lo tengo. Porque otras veces he hecho cosas que he pensado, qué barbaridad, cómo ha podido triunfar este zurullo. En esto el cliente no siempre tiene la razón.

Y si no, siempre puede echarle la culpa al director [su marido: Santi Villas].

Encima, pero, fíjate que posiblemente sea el mejor director que he tenido, y ya me jode que haya sido sin salir de casa.

Su renovación en TVE ha multiplicado su caché. ¿Vale cada euro que cuesta?

Pues mira, probablemente, no. Pero, ¿no erais capitalistas? Pues ahora apechugáis. Lo que es seguro es que yo había costado muy poco hasta la fecha. No pienso confirmar ni desmentir cualquier cifra. Ahora, que, viendo según qué cosas, pienso: chica, ¿qué he hecho mal? Soy un saldo.

'CHICA PARA TODO'

Así se reconoce, más que como showman, Marc Giró (Barcelona, 50 años). Estudiante de Bellas Artes y editor de moda, Giró, hijo de una familia catalana "no bien, pero no mal", que le dejó hacer su vida, se mudó a Madrid a los 25 años y probó varios oficios antes de saltar a la radio y la televisión, como conductor del magacín Vosté primer, en RAC1, y presentador de Late Xou, un late night clásico, en RTVE, donde entrevista, canta baila, brilla y hace brillar y bailar a sus invitados. Entre medias, dice, se ha hecho más mayor, más sobrio y más “pacífico”. Hace tiempo que no monta a su caballo porque el animal "está más viejo" que él y porque él tampoco puede permitirse "el lujo" de romperse la crisma, ahora que es "una estrella de la televisión". A mediados de septiembre, regresa a la parrilla de TVE después de renegociar al alza su contrato tras pasar de La 2 a La 1 en la misma temporada. Él, dice, se deja querer, sea o no por el interés. El espectador tiene el mando.

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Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.
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