El humor, la identidad y los documentos confesionales se dan cita en el Festival In-Edit
El certamen de documental musical se celebrará entre el 23 de octubre y 2 de noviembre en los cines Moody Aribau

Dos ideas que articulan la nueva edición del Festival In-Edit de documentales musicales. Por una parte, el placer de asistir a una sala de cine con pantalla grande donde seguir las historias de los artistas que desde allí las cuentan. Por otra, la potencia de la música para crear comunidad e identidad, justo en tiempos en los que la identidad vive una doble vertiente, por un lado, algunas son rechazadas, por otro parece que en un mundo líquido y globalizado el sentimiento de identidad gana aún más relevancia. Estas ideas sobrevuelan la XXIII edición del festival, que tendrá lugar entre el 23 de octubre y el 2 de noviembre en los cines Moody Aribau de Barcelona. Se proyectarán 71 documentales con un elevado número de estrenos, habrá conciertos aún no anunciados, sesiones de disc-jockeys como preámbulo a algunos pases y la presencia de cuantiosos protagonistas y directores. El eclecticismo del festival, que busca buenas historias articuladas por la música, se mantiene como enseña de identidad, reforzada en esta edición por el nuevo equipo formado por Astrid Rousse como directora ejecutiva y Toni Querol como director artístico. Ambos llevan en el equipo de In-Edit desde hace años. Por su parte, Uri Altell, cofundador del festival, pasa a ocuparse de aspectos estratégicos de la empresa Inedit Producciones, también responsable del Moritz Feed Doc sobre documentales de moda.
La mirada sobre los protagonistas de los documentales es algo que se destaca en la programación de este año. Por ejemplo, el documental sobre Depeche Mode, Depeche Mode M, es un concierto documental grabado en México durante la gira Memento Mori, posterior a la muerte de su componente Andy Fletcher. La muerte sobrevuela una pieza en la que se trata también la relación de la cultura mexicana precisamente con la muerte. El documental sobre Boy George y su carrera, incluido Culture Club, aborda entre otros temas los problemas de una relación sentimental en el seno de un grupo, mientras que el documental sobre Jeff Bucley recupera su malograda figura a través de los testimonios de mujeres que fueron importantes en su vida. Otro ejemplo de enfoque diferente es el de las figuras de John Lennon y Yoko Ono , aquí revisadas como salvadoras de un festival canadiense de finales de los sesenta en el que además de actuar The Doors, Alice Cooper o Chuck Berry contó con la primera actuación del grupo de la famosa pareja, The Plastic Ono Band. Este hecho levantó la venta de entradas del festival y salvó al propio certamen, una especie de Woodstock canadiense.
En el apartado de documentales nacionales, Toni Querol destacó la componente confesional de alguno de ellos, como por ejemplo el de Antonio Flores, Flores para Antonio, dirigido por su hija Elena y por Isaki Lacuesta en busca de la verdad sobre la persona, el artista y el padre ausente que fue para Elena. Hombre bala toma a Mikel Erentxun en su madurez, en plena reconciliación y balance de su vida, mientras que Solo pienso en ti explica la historia de la famosa canción de Víctor Manuel que narra una relación amorosa de dos personas con discapacidad intelectual. Por su lado, Antihéroe narra el encasillamiento de Lichis, líder de La Cabra Mecánica y lo que cuesta huir de un personaje que acaba siendo una carga. Leiva también protagonizará un documental, que no habla sobre sombreros, sino sobre la dolencia que afectó a su voz haciendo un calvario cantar sobre los escenarios. Otras figuras menores, pero muy relevantes, en este caso en clave ciudadana, son protagonistas. Es el caso de Víctor Nubla, el músico, escritor, promotor y agitador cultural del barrio de Gràcia, “si fuese de Nueva York tendría un lugar en el MOMA”, dijo Toni Querol, al que se recupera en la producción Mètode Víctor Nubla d’interpretació de Víctor Nubla.
La letra pequeña del festival, esas minúsculas que suenan a mayúsculas, ofrecerá miradas sobre Julee Sill, una tan desventurada como brillante cantautora californiana cuyo talento solo se plasmó en dos discos antes de morir a los 35 años; Allee Willis, autora de la letra de September (Earth, Wind & Fire) y de temas para Cyndi Lauper entre otros artistas, amén de compositora de la sintonía de Friends, Meredith Monk, Sun Ra o Butthole Surfers o el recientemente desaparecido y extraordinario Hermeto Pascoal, una de las gemas del jazz y la música brasileña. El humor cuenta este año con la segunda parte de Spinal Tap, continuación del hilarante falso documental que pasa por ser el paradigma de los falsos documentales. Será la pieza que abra el festival y sobre la que Toni Querol recomendó asistir a ciegas, sin buscar información sobre esta secuela. Personajes a la sombra de otros más famosos, como Warren Ellis, la mano derecha de Nick Cave, Paul Di’Anno, cantante de Iron Maiden entre el 1977 y 1981, Glenn Mattlock, bajista de Sex Pistols o Stewart Copeland, batería de The Police y persona que el documental presenta como mucho más que el batería de The Police, forman otro de los ejes del festival. En lo tocante a identidades, dos piezas a destacar. Una habla de Pauline Black, Pauline Black: A 2-Tone Story, cantante de The Selecter en el auge del ska en Inglaterra con el sello multirracial 2-Tone, mulata, pero adoptada por una familia blanca, conservadora y de tintes racistas y Legacy, la historia de hijos de jazzistas norteamericanos emigrados a Suecia entre los 50 y 70 y que, entre otras cosas, han vivido el auge del racismo en aquellos países que acogieron a sus padres. En ambos casos la música es el sustrato de una identidad, en ocasiones rechazada por la sociedad. Y, como cierre del festival, We Want The Funk!, un ejemplo de enfoque reivindicado por el certamen, ya que se trata de una pieza sobre el funk que lo analiza social, política, musical, histórica, estilística y hasta neurológicamente. Los precios entre 10 euros por sesión hasta uno de 150 euros para 41 proyecciones.
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