Ir al contenido
_
_
_
_
columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Compasión y tragedia del ‘tamarismo’

El gran mérito narrativo de ‘Superestar’ es tomarse en serio a una cuadrilla de bufones que no se tomaban en serio ni a sí mismos

Serie Superestar de Netflix
Sergio del Molino

El debate especulativo sobre la serie Superestar se ha encharcado en si la entenderán los coreanos o los demasiado jóvenes, para quienes Xavier Sardá y Crónicas marcianas son tan históricos como Fortunata y Jacinta y Galdós, y de la misma época. Me sorprende que algo que no le preocupa ni a Nacho Vigalondo, ni a los Javis, ni a Netflix, despierte tantas discusiones en críticos y espectadores a quienes ni les va ni les viene el recorrido mundial de la obra o la segregación de las audiencias. A veces, la crítica española se parece a Josep Pla cuando visitó Nueva York por primera vez y, deslumbrado por las luces, preguntó al guía: “I tot això, qui ho paga?”.

Lo importante de una ficción basada en personajes reales no son sus correspondencias con los modelos ni su relación verosímil o imaginativa con ellos, sino el sentido que la ficción tiene en sí misma. Y ahí, Nacho Vigalondo es impecable. Le ayuda su mundo propio, su onirismo, su obsesión con las realidades paralelas y la facilidad con que las figuras retóricas y los recursos lingüísticos se literalizan y devienen personajes. Desde la primera escena sabemos que estamos en la cabeza de Vigalondo, y no en la de Tamara ni nadie más, y eso basta.

Pero hay una cuestión que a mí me emociona más, y tiene que ver con la aportación de los Javis a la tele, reforzada por las afinidades que han encontrado en Vigalondo: la compasión. El gran mérito narrativo de Superestar es tomarse en serio a una cuadrilla de bufones que no se tomaban en serio ni a sí mismos. Los Javis lo han hecho en casi todas sus ficciones, sobre todo en La mesías y en Veneno: restituyen la dignidad de modelos que la realidad redujo a caricaturas. Para ello, cuentan sus vidas como tragedias. Tamara y los tamaristas se enfrentan a su destino como Hamlet al suyo, y en el camino crecen como personajes redondos, complejos y radicalmente humanos, asaltados por miedos, soledades, venganzas, rencores, tristuras y pasiones que todo el mundo puede comprender, porque cualquiera que haya vivido un poquito las ha sentido.

Eso es lo que distingue a un narrador genial de un cuentacuentos. Quien sabe ver lo humano escondido tras la caricatura puede contarle a cualquiera la más extraña y localista de las historias, que se va a entender siempre, al igual que seguimos entendiendo, casi 30 siglos después, la cólera de Aquiles.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Sergio del Molino
Es autor de los ensayos La España vacía y Contra la España vacía. Ha ganado los premios Ojo Crítico y Tigre Juan por La hora violeta (2013) y el Espasa por Lugares fuera de sitio (2018). Entre sus novelas destacan Un tal González (2022), La piel (2020) o Lo que a nadie le importa (2014). Su último libro es Los alemanes (Premio Alfaguara 2024).
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_