El debate del final de ‘Perdidos’ sigue vivo 15 años después: tenemos razones para reivindicarlo
Sus últimos episodios siempre iban a ser una decepción, nunca iban a cumplir las expectativas de los seguidores, pero es buen momento para recordar que no, la isla no era el purgatorio


Han pasado 15 años, pero quizás tenemos que volver a replantearnos el final de Perdidos (disponible en Disney+). Vale, no fue perfecto, decepcionó a muchos e hizo despertar la ira de internautas que habían seguido sus 121 episodios diligentemente, comentándolos, teorizándolos y anticipando todo lo que vendrían. Quizás precisamente por eso, su final siempre iba a ser una decepción. Nunca iba a cumplir las expectativas de lo que los seguidores se habían planteado.
Perdidos (Disney+) nunca fue perfecta. Su contexto hacía imposible que lo fuera. Era, al fin y al cabo, hija de su época, del modelo televisivo de la improvisación y el contentar a todos, y, aunque su valentía dio un gran paso para la televisión en abierto, todavía tenía limitaciones. “Es extremadamente imperfecta e irregular, pero por el tiempo que le tocó vivir. Fue la serie bisagra”, contaba a EL PAÍS para celebrar sus 20 años Javier P. Martín, conductor del podcast Perdidas, donde repasó todos los episodios: “Tiene las características de la tele tradicional, había que rellenar horas y sobra mucho. Al mismo tiempo, con ella nació otro tipo de series, menos accesibles al gran público. Hoy ya estamos acostumbrados, pero eran aquellas en las que tienes que seguir un argumento, no te puedes perder un capítulo y exige atención. La trama impera y no ser solo una serie sobre la vida. Stranger Things es heredera de Perdidos”.

ABC debía rellenar 24 episodios por temporada (y la de tramas que ello conlleva, desde los tatuajes de Jack a Nikki y Paulo), tampoco era todo lo rompedora en diversidad que vendía (y como tan bien muestra el libro Burn It Down) y eventos como la huelga de guionistas de 2007 afectaron mucho a lo que se veía en pantalla… pero Perdidos empujó a las series a otro nivel. Con ella, se transformaron en un fenómeno global que los espectadores vivían (y teorizaban) al unísono. La historia creada por J.J. Abrams, Damon Lindelof y Jeffrey Lieber hizo nacer otra manera de hacer televisión para todos y convirtió a las series en el epicentro de la cultura popular.
Emisión rompedora y fallida en España
Eso empujó a que en España Cuatro incluso emitiera su final en directo en la madrugada del 24 de mayo de 2010 (Fox también lo emitió, pero sin subtitular), pese a ser conscientes de que la serie había tenido una azarosa existencia en nuestra televisión en abierto (fue, al fin y al cabo, un gran fenómeno de internet). “No compramos Perdidos por la audiencia”, reconocía entonces el director de antena de la cadena, Fernando Jerez. Aun así, no solo cosecharon el 39% de la audiencia de las seis de la mañana con el estreno simultáneo, sino que reunió a 400.000 personas, algo poco habitual tanto para una cadena todavía imberbe como para su horario de emisión.
“Lo hicimos por posicionamiento. Pero era completamente disruptivo, porque entonces estrenábamos las series a temporada pasada”, cuenta hoy Jerez, que trajo a España House o Anatomía de Grey y que aquella noche estaba viendo El final junto a los creadores en Los Ángeles. Tan complicado fue el proceso técnico (que hoy es el pan de cada estreno en plataformas) que tenían que ir subtitulando por bloques con media hora de retraso. Un bloque de seis minutos, de hecho, se insertó mal y no se emitió, lo que creó, por supuesto, la ira entre los fans españoles, muchos de los cuales habían hecho fiestas para verla juntos. Otros de los subtítulos iban a destiempo.

“Me he metido con el final de la serie, y me han dado un puñetazo”, comentaba a EL PAÍS un asistente al maratón de los cines Ideal de Madrid, que acabó con el ojo rojo. “Yo todavía no sé qué pensar”. “Menuda estafa, no me ha gustado nada”. “He llorado y todo, son seis años viendo Lost y me ha encantado", decían allí. “Era algo impensable, entré al informativo de la mañana para contarlo. Y se hizo por cariño al producto, sin pensar tanto en el retorno”, recuerda Jerez. “Recuerdo, como si lo hubiera vivido ayer, el ambiente en la cafetería de Globomedia a la hora del desayuno esa mañana. Becarios —hoy responsables de algunas de las series que vemos— y trabajadores veteranos —hoy nombres consagrados— comentaban la jugada con pasiones encontradas, todo a voces. El ambiente era tal que los pocos que no habían madrugado para verlo le encargaron el café a otros para evitar spoilers“, sumaba Paloma Rando.
El final fue polémico desde su emisión. El periodista Alan Sepinwall, que había reseñado cada episodio semana a semana, no la encontró “del todo satisfactoria” por contar con demasiados “callejones sin salida narrativos”. “Podría haber sido peor, todo podría haber sido un sueño”, ironizaba Mary McNamara, en Los Angeles Times, que pedía que devolvieran a los fans el tiempo perdido durante seis temporadas. Y Matthew Gilbert del Boston Globe apuntaba que las metáforas eran “bastante simplonas”.
Jerez, aun así, todavía defiende aquel final con el que lloró en plena sala, y que ha vuelto a ver después. “Perdidos era una serie de personajes, y los dos episodios finales devolvieron el corazón perdido en las dos últimas temporadas [las del purgatorio]. Los personajes volvían a estar en el centro. Yo lo había echado de menos. Esos momentos hoy históricos de La constante, el final del ‘tenemos que volver’ y el ‘No es el barco de Charlie”, expone hoy el ejecutivo. Aquel complicado equilibrio entre mitología y drama de personajes, que es por lo que sus creadores siempre apostaron, era lo complicado al contentar a todos. Pero el final no iba de que la iniciativa Dharma expusiera en un vídeo explicativo cada respuesta planteada en internet (¿qué era el oso blanco?), sino de reunirse con los personajes años después y contemplar el final de su existencia desde que sus caminos se alejaron. Y, claro, aunque muchos lo entendieran así (para mantener su teoría primigenia), no estaban muertos todo el tiempo. Algo que recuerda magníficamente también el documental Getting Lost.
Pese a que muchos lo seguirán pensando, la isla de Perdidos, además, no era el purgatorio. Era el momento más importante en la vida de todos los personajes, una experiencia que se llevaron hasta un adiós compartido en una onírica iglesia, siempre vista desde la perspectiva de Jack, cuyo viaje era el viaje de toda la serie. Conocerse entre ellos los había vuelto mejores, había servido para encontrar el sentido a su vida. La última temporada nunca sucedió, ni hubo otro avión estrellado, sino que era la manera de que cada personaje lidiara con sus últimos deseos y traumas para unirse en el más allá. Era un final de personajes, pero también con un trasfondo religioso y espiritual, desde la católica hasta la tibetana, que había salpimentado toda la serie y que Damon Lindelof tan bien desarrolló después en The Leftovers. Era un final, además, simétrico (el ojo) y tan cerrado que, por suerte, ha servido para descartar relanzamientos como los de Dexter, Héroes o Prison Break.

Perdidos vive mejor sin ningún relanzamiento, pero, en realidad, sigue viva en su influencia en la televisión. Ya sea con un fenómeno compartido como Juego de tronos o con series con miles de teorías como Paradise (que Jerez reivindica) o Separación. Es más, durante años, todos querían el nuevo Perdidos, pero, pese al misterio, no todos podían tener la química de Jack, Kate y Sawyer, el carisma de Locke o la música de Michael Giacchino. A su sombra nacieron Sobrenatural o Héroes, y experimentos serializados que no gozaron de tanta salud como Surface, FlashForward, Treshold o Invasión. “El seriéfilo de los 2000 buscaba, se interesaba y era trendsetter [creador de tendencias]. Es algo que ahora solo veo en la cultura otaku. Entonces buscábamos y peleábamos porque nos llegaran esas series, pero una vez que ya es más accesible, nos hemos acomodado”, recordaba P. Martín.
Y aquí seguimos, 15 años después, debatiendo del final de Perdidos, de su importancia para la televisión e internet y sobre el largo viaje por el que nos transportó. Es una serie que cambió la industria, pero también la mirada del espectador. Imperfecta, improvisada, a veces muy parodiable… pero llena de ideas y de corazón. Como su final. Lost se mantiene todavía perdida, sin remakes a la vista, siendo popular pero un poco rarita. Perdidos es los amigos que hicimos por el camino. No siempre tenemos que volver.
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