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COLUMNA
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‘Gangs of London’, la desatada violencia multirracial

En el ámbito audiovisual, la capital británica es como Marbella, pero más grande; atormentada por numerosas bandas internacionales de crueles delincuentes

Una de las escenas de acción de la serie 'Gangs of London'.
Ángel S. Harguindey

Y de repente, una serie, Gangs of London, deja al Tarantino de Reservoir Dogs como el segundo de la clase o, si se prefiere, al de Pulp Fiction como un pregonero de la tomatina de Buñol. Es lo que tiene la fascinación por la violencia hábilmente instrumentalizada por los creadores de ficciones audiovisuales que, en este caso, son Gareth Evans y Matt Flannery. Claro que tres temporadas con un total de 25 capítulos no mantendrían pegados al televisor a los espectadores si además de un nutrido grupo de excelentes guionistas no hubiera actores como Joe Cole, Colm Meaney, Lucian Msamati o Sope Dirisu en esa inagotable cantera de intérpretes británicos, poco o nada conocidos por estos lares o, sin duda, por el que suscribe.

En el ámbito audiovisual, Londres es como Marbella, pero más grande. Dicho de otra manera: es una ciudad atormentada por numerosas bandas internacionales de crueles delincuentes: albaneses, kurdos, irlandeses... y es precisamente un irlandés, Finn Wallace, el jefe mafioso más importante de todos ellos, el que durante 20 años controló la ciudad hasta que un par de jóvenes descerebrados decidieron matarle cuando iba a visitar a su amante. El asesinato del capo conlleva un problema añadido: su sucesión. Y aquí surge Sean Wallace, su hijo mayor, que se autoproclama jefe de la banda ante la reticencia de Ed Dumani, la mano derecha del difunto capo. La trama que exhibe Netflix ya está servida y aderezada con las peleas, torturas y tiroteos más salvajes que hayan visto. ¿No quieres taza?, pues taza y media, y aquí paz y después gloria, frase tópica y oportuna en un momento de saturación informativa por el fallecimiento del Papa Francisco. No somos nadie.

El contrapunto a tanta violencia británica es, casualmente, una miniserie británica: Small Town. Big Story, que cuenta con una estupenda Christina Hendricks —la rotunda Joan Halloway de Mad Men— y un espléndido Paddy Considine (La casa del dragón), médico del ficticio pueblo de Drumban, entre la frontera de las dos Irlandas, creada por Chris O’Dowd (Black Mirror), y en la que se entremezcla un cierto tono costumbrista con abducciones por extraterrestres. Una comedia de seis capítulos que puede verse agradablemente en SkyShowtime pese a que recibió numerosas críticas desagradables, preferentemente de diarios irlandeses, pues al parecer reírse de y con comunidades rurales autóctonas no acaba de digerirse en un país el que el orgullo nacionalista ha sido una de sus banderas y uno de sus problemas.

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