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El consumo de cannabis cae un 40% entre los adolescentes españoles en 20 años

Un estudio del Ministerio de Sanidad concluye, además, que el hachís y la hierba actual presentan concentraciones de THC “muy superiores” a las registradas hace dos décadas, aumentando los riesgos para la salud

Consumo de cannabis en España
El País

En el 2004, cuando el cannabis había alcanzado sus niveles máximos de consumo en España entre los adolescentes, el 25% de los alumnos de secundaria decían haberlo tomado en el último mes. Actualmente, el 15% de los jóvenes ha respondido afirmativamente a esa cuestión, según revela la Monografía sobre cannabis 2025: consumo y consecuencias, presentado este viernes por el Ministerio de Sanidad. En las últimas dos décadas, el consumo de marihuana ha caído un 40% en la población de entre 14 y 18 años en las últimas dos décadas.

La bajada del consumo, explica el informe, podría estar relacionado con “una transformación en los patrones de conducta y en la percepción del riesgo entre la juventud”. Algunas de las razones señaladas están vinculadas a las campañas de prevención, los cambios en el entorno social y una mayor concienciación sobre los efectos adversos del cannabis.

Sin embargo, los datos no arrojan los mismos resultados para la población de entre 15 a 64 años, donde los indicadores están prácticamente igual: uno de cada diez dice haber consumido cannabis en los últimos 30 días. En términos de consumo diario, por otra parte, el informe revela que ha habido un leve incremento en los últimos años, pero con un rango de prevalencia reducido; es decir, que solo un 2,5% de la población realiza ese consumo cotidiano.

El impacto sanitario y social del cannabis está en el centro del análisis. Solo por detrás de la cocaína, la marihuana es la segunda droga responsable de admisiones a tratamientos por adicción, representando un 27,4% de los casos en toda la población. En el caso de los menores de 18 años, es la causa por la que el 93,5% comienzan un tratamiento por dependencia a sustancias ilegales.

Si se observan los episodios de urgencias hospitalarias relacionadas con el consumo de sustancias psicoactivas no terapéuticas, la presencia de la marihuana es incluso superior a la de la cocaína. El 46,2 % de los casos han estado relacionados al consumo de esta.

Los autores no descartan que exista una relación entre el descenso del consumo de cannabis y el incremento de otras sustancias psicoactivas o, incluso, de productos percibidos como menos nocivos. Estos factores socioculturales “podrían estar reconfigurando las tendencias de consumo en este grupo de edad”, aseguran en el comunicado.

Para seguir haciendo frente al consumo y a las consecuencias derivadas del mismo, el informe expone la necesidad de una “respuesta integral e intersectorial”. En general, la vigilancia epidemiológica, la prevención basada en evidencia, y el refuerzo de las políticas públicas en salud y educación son los tres ejes principales de acción planteados en el informe de Sanidad.

Aunque los datos con respecto al consumo son positivos con respecto al consumo, no puede decirse lo mismo de la evolución de la droga que circula por España.

El estudio también concluye que el cannabis que se consume presenta concentraciones más altas de tetrahidrocannabinol ―el principal compuesto psicoactivo de la droga, conocido como THC―. Así, en las muestras analizadas ha alcanzado un 29% en hachís y un 12,6% en la hierba, cifras “muy superiores” a las registradas hace dos décadas, según la investigación.

Ese aumento de la concentración de THC implica mayor riesgo de trastornos mentales, dependencia o problemas cardiovasculares. Además, el estudio destaca que a mayor concentración de THC, mayor prevalencia e intensidad de estos efectos dañinos.

El informe también destaca la presencia de nuevas modalidades de consumo como comestibles o líquidos para vapear (e-líquidos). Del mismo modo, se ha registrado la aparición de cannabinoides sintéticos —principalmente papel impregnado, golosinas, snacks—, que por su velocidad de aparición, facilidad de acceso y diversidad química consiguen eludir la regulación o una evaluación de riesgos asociados efectiva. “Cuando un cannabinoide sintético es, o está a punto de ser controlado legalmente, los fabricantes tienen una o varias sustancias de sustitución preparadas para la venta”, subraya el estudio.

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