Ir al contenido
_
_
_
_

Cómo los adolescentes están cayendo en la trampa de la nicotina con sabor a gominola

La OMS alerta de que los cigarrillos electrónicos y las bolsitas son las nuevas formas para crear adictos que luego probablemente pasarán al tabaco convencional

Un joven fuma con un cigarrillo electrónico.
Pablo Linde

La industria del tabaco siempre ha tenido muy claro su modelo de negocio. “El cigarrillo debe ser concebido como un envoltorio, el producto es la nicotina. Piensen en el cigarrillo como un contendor para proporcionar la ración diaria de nicotina”, escribía William Dunn, del centro de investigación de Philip Morris, en 1939. A medida que los esfuerzos de las autoridades sanitarias de todo el mundo arrinconan poco a poco al humo del tabaco, nuevos formatos para crear adictos a la nicotina emergen: vapeadores o bolsitas con sabor a gominolas que enganchan a los más vulnerables, niños y adolescentes.

Pese a que la industria se esfuerza en trasladar la idea de que estas formas son menos dañinas y ayudan a los fumadores a dejarlo, lo cierto es que son la puerta de entrada a la nicotina. En España, los adolescentes de entre 14 y 18 años usan más cigarrillos electrónicos que convencionales, según la última encuesta Estudes, del Ministerio de Sanidad: un 26% había vapeado en el último mes en una tendencia creciente, frente a un 22% que había fumado tabaco convencional, que está en caída.

Rüdiger Krech, director de Promoción de la Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS), acusa a la industria de usar “las mismas tácticas de siempre” y distraer la atención “inundando el mercado” con nuevos productos que venden como ”supuesta opción saludable”. “Una vez enganchados, los jóvenes acabarán pasando de estos dispositivos al tabaco convencional”, dijo la semana pasada en la Conferencia Mundial de Control del Tabaco en Dublín, a la que EL PAÍS acudió invitado por Vital Strategies, una organización sin ánimo de lucro que trabaja para fortalecer los sistemas de salud pública en todo el mundo.

Estas nuevas formas de crear adictos a la nicotina, y cómo ponerles coto, han sido uno de los grandes temas de conversación en la conferencia. Según el último informe de control de tabaco de la OMS hay mucha heterogeneidad a la hora de abordar la regulación de estos productos: 42 países prohíben su venta, 91 han adoptado medidas para regularlos y 62 no cuentan con ninguna legislación al respecto.

“La comercialización de cigarrillos electrónicos se dirige especialmente a niños y jóvenes, utilizando estrategias como una amplia variedad de sabores atractivos”, reza el estudio. “Sorprendentemente, son muy pocos los países que han adoptado medidas para proteger a los menores: solo siete prohíben todos los sabores, 15 restringen o permiten algunos concretos, y 74 países —donde viven 1.900 millones de personas— no tienen ninguna edad mínima legal para comprarlos", continúa.

En España, Sanidad trabaja en varios frentes para endurecer las medidas contra estos dispositivos. Uno es una modificación de la ley del tabaco, que amplía los espacios sin humo (a centros deportivos, piscinas, terrazas) incluyendo los nuevos vetos a los vapeadores. En unas semanas comenzará su tramitación parlamentaria, que requerirá la complicada tarea de reunir una mayoría que la apoye.

El segundo frente es un Real Decreto ―en trámite― que prohíbe todos los saborizantes, algo que la industria ha rechazado aduciendo que muchos fumadores que se pasan al cigarrillo electrónico por sus sabores agradables no lo harán. Esta medida también la ha puesto en tela de juicio la Comisión Nacional de los Mercados y Competencia (CNMC), aduciendo que Sanidad no había expuesto suficiente evidencia para respaldarla, algo que se solucionará en el trámite, según dijo en rueda de prensa Javier Padilla, secretario de Estado de Sanidad.

La norma también equipara a efectos prácticos las restricciones de los cigarrillos electrónicos a los convencionales, para evitar un vacío legal que permite a estos venderse en tiendas de conveniencia y promocionarse en festivales o redes sociales, con un marketing claramente enfocado a los más jóvenes, lo que pone en entredicho el argumento de la industria, que sostiene que su objetivo es proporcionar una opción menos dañina a quienes ya están enganchados al tabaco, o incluso una vía para dejarlo.

“Aunque el cigarrillo electrónico puede ayudar a dejar de fumar en un entorno clínico [aunque existen otras opciones mejores], lo que hace la industria es añadir colores, sabores, hacerlo atractivo. Y está usando esto para hacer ver que en lugar del problema, son la solución. Es una nueva táctica que tenemos que combatir”, asegura Gan Quan, vicepresidente de Control de Tabaco en Vital Strategies.

Uno de los países que han prohibido los saborizantes es Países Bajos. En 2024, el gobierno neerlandés solo autorizó las versiones con sabor a tabaco o sin sabor. Una evaluación realizada nueve meses después de la entrada en vigor de la prohibición mostró que el 40% de los usuarios mensuales de vapeadores redujo o abandonó su uso, y un 22% lo dejó por completo. No se observó un cambio significativo hacia productos sustitutivos, aunque una parte de los usuarios (35,6%) siguió accediendo a sabores prohibidos comprándolos en el extranjero. “Estos resultados subrayan tanto los beneficios potenciales de la medida como la necesidad de reforzar su cumplimiento”, subraya Helma Slingerland, una de las autoras del estudio, que se presentó en Dublín.

Entre los países más restrictivos está Brasil, uno de los cuatro con más medidas para controlar el tabaquismo del mundo. Allí, los cigarrillos electrónicos se prohibieron en 2009 “por la falta de evidencia sobre sus beneficios para dejar de fumar, su potencial adictivo, el uso de los menores, los perjuicios para la salud y los riesgos de las políticas antitabáquicas del país”, relata Mônica Andreis, de la ONG de promoción de la salud ATC. Según dice, el veto fue ratificado en el Congreso en 2024, pero desde entonces, la industria está haciendo un fuerte lobby para revertirlo.

Bolsitas de nicotina

Otra de las nuevas ofensivas para vender nicotina son las bolsitas, una adaptación de una vieja forma de consumir tabaco en Suecia (llamada allí snus). A diferencia de lo que consumen en el país escandinavo, en el resto del mundo no lleva tabaco; su principal ingrediente son sales de nicotina sintéticas. Se colocan entre la encía y el labio, no se ingieren, y la sensación, según una de las marcas que la venden es “una tormenta de nicotina”. Se pueden encontrar con todo tipo de sabores que recuerdan a las golosinas.

Si el control del vapeo es complicado, el de las bolsitas está todavía en pañales. Existen muy pocos datos sobre su consumo, ni en España ni en el mundo. En una respuesta de 2023 al europarlamentario socialista Nicolás González Casares, la comisaria de salud, Stella Kyriakides, expresaba que “la creciente popularidad de las bolsitas de nicotina plantea graves problemas de salud pública y representa un reto cada vez mayor para el mercado interior”.

El informe de la OMS alerta de que las bolsitas de nicotina han surgido recientemente como un producto cada vez más popular. “Pero menos de una cuarta parte de los países las prohíben o regulan, y algunos otros aún están analizando qué normativas o prohibiciones aplicarles”, añade.

Canadá es uno de los países que ya está actuando. El Gobierno vio cómo las bolsitas se expandían por tiendas con las técnicas de marketing ya mencionadas y en 2024 restringió su comercialización a las farmacias, estandarizando los paquetes y añadiendo advertencias sobre su potencial adictivo. “Es imperativo que los gobiernos se apresuren a regular los nuevos productos de nicotina”, reclamaba desde Dublín Flory Doucas, codirectora de la Alianza para el Control del Tabaco de Quebec, que cerraba su intervención con un mensaje: “Si hay voluntad política, hay forma [de frenarlos]”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_