Lara Gil: “Las personas gordas no tenemos que cambiar, tiene que cambiar la sociedad”
La antropóloga y activista contra la gordofobia publica un testimonio en primera persona sobre las consecuencias no deseadas de la cirugía bariátrica

En 2007, Lara Gil (Madrid, 37 años) se sometió a una reducción de estómago. Tenía entonces 19 años y, detrás, un largo historial de dietas para adelgazar sin éxito que le llevaron a creer que el quirófano era la única salida. Alentada por los especialistas médicos que visitó, confiaba en que así se acabarían todos sus problemas, “que podría, por fin, empezar a vivir”. Hoy, esta antropóloga ―cocreadora del podcast Nadie hablará de nosotras― publica Manual para romper un cuerpo (Aguilar) –a la venta el 29 de mayo–, una investigación y un testimonio en primera persona de las consecuencias físicas y psicológicas de la cirugía bariátrica, una intervención que se ha popularizado en las últimas dos décadas ―en España, es una de las operaciones que más lista de espera tiene― para reducir drásticamente el peso del paciente.
En el caso de Gil, se le realizó la técnica de Bypass, con la que se consigue “un estómago más pequeño y se disfuncionaliza entre el 40% y 50% del intestino delgado”, según la Sociedad Española de Cirugía de la Obesidad. Escribiendo este libro, la autora descubrió que su estómago tiene una capacidad de 50 mililitros, “como un bote pequeño de pasta de dientes que cabe en una mano”.
Pregunta. ¿Cómo reaccionó?
Respuesta. Me quedé paralizada, tardé días en comprender cómo es posible vivir así, cómo se sostiene un cuerpo si no tiene la capacidad de alimentarse y de nutrirse a través de un estómago tan pequeño.
P. En el libro describe cómo se vive así.
R. Yo vivo con procesos de enfermedad cronificados que han ido aumentando con el tiempo. Anemia, pérdida de pelo, deterioro de dientes y huesos, desnutrición, vómitos... Tengo intolerancia a muchos alimentos, me sientan mal, no tengo ganas de comer, pero tengo mucha hambre. No como apenas, pero no estoy delgada.
P. ¿Son consecuencias directas de la cirugía bariátrica?
R. Descubrí varios grupos en Facebook de miles de pacientes de cirugía bariátrica que describían estos mismos síntomas. Cuando pregunto a los médicos por qué me pasa todo esto me dicen que es por la operación, pero no me dan más explicaciones. Por eso decidí buscarlas yo.
P: Y, ¿qué ha descubierto?
R. Muchas cosas, pero entre ellas que hay un gran pacto de silencio en torno a esta cirugía, prácticamente la única en el mundo en la que se mutila un órgano sano con el supuesto propósito de mejorar la vida del paciente. Los especialistas dan poca o confusa información sobre la operación en sí y las consecuencias, la sociedad perpetúa el mensaje de que es mejor vivir enferma que siendo gorda y las personas que nos sometemos a ella callamos por culpa o vergüenza tras años de señalamientos y de dietas que no sirven para nada.
P. ¿Cree que no funcionan?
R. Está demostrado que no, entre el 80% y 95% de la gente que hace dieta vuelve a coger peso tras dejarla, se llama el efecto rebote. Eso pasa tras dietas, cirugías bariátricas y los pinchazos que están ahora tan de moda. Si eres gordo y quieres estar delgado, deberás estar toda la vida a dieta.
P. ¿A qué edad hizo su primera dieta?
R. A los 12 años, tras una revisión médica. Aunque recuerdo que en mi casa siempre se controló mucho lo que yo comía, había miedo a que yo engordara, que fuera gorda. He hecho tantas dietas a lo largo de mi vida que he perdido la cuenta.
P. Hay una persona que ha sido testigo de todo el proceso.
R. Mi madre pidió un préstamo para que yo me operase porque creyó que así me estaba cuidando, quería que dejara de sufrir. Nadie le habló de la gordofobia que estaba sufriendo, de cómo afectaba a mi salud mental. Las madres no tienen herramientas para acompañar a sus hijos porque el propio sistema no las tiene.
P. En el libro también habla de consecuencias psicológicas.
R. La dieta suele estar motivada por una negación de tu cuerpo, alguien te dice que está mal y que tienes que cambiarlo. Pero el cuerpo no se puede cambiar porque no se puede controlar, lo que genera frustración y problemas de salud mental, de autoestima, dismorfia, trastornos de la conducta alimentaria...
P. Que también requieren tratamiento...
R. Cuando las personas gordas vamos al médico, sea por cualquier motivo, lo único que ven es nuestra gordura. Somos solo kilos que deben reducirse por encima de todo. La consulta es un lugar de violencia verbal, de infradiagnósticos y de negligencias médicas.
P. ¿Cómo es la relación con su cuerpo?
R. Antes entendía mi cuerpo como si no fuera mío, como si mi yo delgado estuviera encerrado en una cárcel y tuviera que liberarlo. Gracias al activismo he comprendido que el problema no es ser gorda, el problema es la gordofobia. Ahora me gusta mi cuerpo, ya no lo oculto.
P. ¿Le da miedo haberse expuesto tanto?
R. Asumo que tendrá consecuencias porque he decidido contar una información muy importante que he descubierto, que no va a gustar a ciertos sectores e industrias. Pero también tengo la certeza de que va a ayudar a mucha gente a entender lo que les pasa, a tomar decisiones por sí mismas. Las personas gordas no tenemos que cambiar, tiene que cambiar la sociedad.
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