“Rubio recesión”: el color de pelo de moda dice más de tu economía que de tu melena
La incertidumbre económica impulsa la última tendencia en tintes de pelo: un nuevo rubio de bajo mantenimiento que requiere menos retoques en la peluquería.


“Unas cuantas me habéis preguntado sobre el ‘rubio recesión’, y, creedme, lo pillo: es un tema. [Pero] esta tampoco es la primera vez que lo vemos. En 2008 y 2009, cuando el mercado se desplomó, el ombré se popularizó por la misma razón”, publicaba en su perfil social, hace un par de semanas, la estilista afincada en Nueva York Lauren Paglionico. El rubio recesión del que habla es la última tendencia en coloración del cabello, que TikTok se ha encargado de detectar, amplificar y poner en la conversación.
¿Qué es exactamente el rubio de recesión y por qué se llama así? En síntesis, se trata de un rubio de raíces más oscuras y de menor mantenimiento, y su nombre no está elegido al azar: en 2025, y con el fantasma de otra recesión sobrevolando titulares y bolsillos, el estado de la economía y la atmósfera del momento tienen un reflejo directo sobre las tendencias de belleza.
Efectivamente, no se trata de nada nuevo. Ya ocurrió tras el colapso financiero de 2008, cuando los tonos degradados, suavizados y cercanos al castaño empezaron a florecer entre los salones por una simple razón: exigían menos visitas y, por tanto, menos gasto.
La idea es sencilla: dejar que el color natural se mezcle con los restos de un rubio más claro, generando una especie de degradado que, lejos de parecer un descuido, se convierte en una decisión de estilo. Lo llaman lived-in blonde, algo así como un rubio “vivido” o “auténtico”, un tono más oscuro, cálido, a medio camino entre el rubio clásico y el castaño, un híbrido que combina mechas estratégicas con raíces suaves, logrando una dimensión sutil para que cuando a las tres semanas sea evidente el crecimiento del pelo, no aparezca el drama. “Los rubios con tonalidades más naturales, más dorados, tonos avellana o arena son los que menos retoques exigen”, explica Quique Sánchez, fundador de Espacio Q, un salón especializado en rubios, en Madrid. “Rubios que no van desde la raíz, tipo balayage, con efectos más naturales y colores menos saturados”.

Un rubio que es todo lo contrario a la melena platino de Kim Kardashian, que en su momento ya descubrió aquello de que “ser rubia es un trabajo a tiempo completo”. “Lucir un rubio increíble implica un alto mantenimiento, sobre todo desde casa, no es solo ir al salón y ya, sino establecer una rutina de cuidado desde casa con toda una gama de productos adecuados, de ahí que su mantenimiento sea más costoso que el de otro color”, añade Sánchez.
La lógica detrás del recession blonde es la misma que la del Lipstick Index, esa teoría acuñada a principios de los años 2000 por Leonard Lauder (el hijo de Estée Lauder), que dice que, en tiempos difíciles, las ventas de pequeños lujos como las barras de labios aumentan, porque permiten seguir disfrutando de la sensación del lujo en un producto relativamente asequible. El cabello se suma ahora a ese índice emocional y en un momento en el que el futuro económico es incierto, triunfa lo práctico. “El factor económico va directamente relacionado con la cultura, de tal manera que genera un calado que contribuye a que diferentes tendencias se desarrollen de una manera u otra. De hecho, creo que fomenta unas tendencias y condena otras”, apunta Sánchez. Así, desde EE.UU. está llegando esta corriente de espaciar las visitas al salón, que ya se palpa en numerosos medios, salones y redes.
Desde el salón A Contrapelo, en San Sebastián, lo tienen claro: si quieres seguir siendo rubia sin que tu cuenta corriente lo note, el secreto está en la técnica. “Lo ideal es que la raíz se acerque lo más posible a tu tono natural”, dice Iñaki Fierro, su director creativo. “Evitar los súper aclarantes que en dos semanas dejan evidencia del color y obligan a retoques continuos”. Su compañero Dani Bereau, experto en coloración, lo explica: “La clave está en hacer pocas mechas, muy finas, y utilizar técnicas como el air touch o el backcomb, que difuminan el color desde la raíz. El resultado es un degradado suave, con un rubio más oscuro arriba y más claro abajo, que crece bien y no genera cortes visuales”.
La hidratación y la protección son claves para conseguir que cualquier rubio, sea de recesión o con mechas desde la raíz, dure mejor. Por ello los expertos advierten de que la inversión en un rubio depende también del cabello del que partimos (su composición, su color previo, su textura y su calidad). Un rubio de pocas visitas a la peluquería no significa directamente un rubio barato de conseguir, ya que su cuidado también exige líneas de productos específicas que cuidan el color, con bases lavantes y champús no agresivos, por ejemplo.
A este tipo de coloración se le suma un enfoque más consciente del cuidado capilar. “Menos mechas, más matiz”, insiste Bereau. “Un baño de color cada dos o tres meses ayuda a mantener el tono sin necesidad de decolorar otra vez”. En casa, la prioridad es mantener la salud de la fibra capilar para que el color dure más tiempo y se vea mejor. ¿Sus favoritos? “El acid bonding de Redken funciona muy bien en pelos decolorados, y la mascarilla sin aclarado de K18 es brutal: trabaja con péptidos que rellenan el pelo desde dentro. La proteína es como el andamio del cabello, y sirve, entre otras cosas, para que el color se agarre mejor”.
Otra de las paradojas de este rubio con raíces suaves son los referentes que inspiran su imaginario. Sofía Richie y Sydney Sweeney, a quienes cita Quique Sánchez como ejemplo, o también Hailey Bieber, aparecen a menudo como la foto que llevar a la peluquería, cuando las tres tienen en común un acceso privilegiado a la coloración y al cuidado del cabello que no acaba de casar con un rubio al que llamamos “de recesión”. Aunque a decir verdad, este se ha puesto de moda antes de que siquiera haya una recesión.
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