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“Nos dirigimos con los ojos abiertos hacia el desastre”: El efecto devastador en Somalia del recorte de fondos de EE UU para la salud

Cientos de centros sanitarios han cerrado y los casos de sarampión, difteria, tosferina o cólera se han duplicado desde mediados de abril, tras la abrupta retirada de financiación a la ayuda humanitaria

Una madre sostiene a su hijo desnutrido, al que alimenta con una jeringa en el Hospital Regional de Bay, apoyado por MSF. Muchos niños llegan en estado crítico debido al retraso en el acceso a la atención médica.
Silvia Laboreo Longás

El pasado mes de julio, una mujer llegó al Hospital Regional de Bay, en Somalia, cargando a dos de sus hijos enfermos de sarampión. El más pequeño, de dos años, murió poco después de ingresar en urgencias. Su hija, de 10, quedó hospitalizada en aislamiento. Cuando el personal médico le preguntó si tenía más niños enfermos en casa, la mujer asintió. Sin embargo, al vivir lejos de la carretera principal, solo había podido llevar consigo a los dos más graves.

Esta madre era de Buurhakaba, una ciudad a unos 60 kilómetros. El hospital de distrito había dejado de operar por los recortes de financiación de EE UU, y los pacientes tenían que recorrer largas distancias para recibir atención. “Estas situaciones les obligan a elegir incluso entre sus propios hijos”, explica a EL PAÍS, Yusra Shariff, coordinadora de asuntos humanitarios de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Somalia, quien conoció a esta madre durante una visita al hospital que apoya la ONG.

Su historia es solo un ejemplo del profundo impacto que han tenido en los últimos meses los abruptos recortes de financiación a la ayuda al desarrollo de EE UU, el principal donante humanitario de Somalia, pero también de otros países y actores internacionales.

Mohamed Farah, jefe de Operaciones en Somalia del Consejo Noruego para los Refugiados (NRC, por sus siglas en inglés), considera que conviven en el país “una mezcla tóxica de conflicto, recortes drásticos de financiación internacional y la injusticia climática”. Todo ello, sumado a un sistema sanitario extremadamente débil, fragmentado y dependiente casi al 100% de la cooperación, ha llevado al aumento de los brotes de enfermedades infecciosas, del riesgo de desnutrición infantil y a un mayor deterioro de la atención médica.

“Nos dirigimos con los ojos abiertos hacia el desastre”. Estas palabras del doctor Binyam Gebru, subdirector de Save the Children en Somalia, durante una entrevista con este diario, reflejan la preocupación de las organizaciones humanitarias ante los próximos meses. “Cuando miramos hacia 2026, vemos que el país se encontrará en una situación muy precaria, si no en una verdadera crisis, si continúan las tendencias actuales”, alerta en otra entrevista la doctora Millhia Kader, jefa de salud de Unicef Somalia.

En julio, Save the Children advirtió en un comunicado de que el cierre de cientos de clínicas había contribuido a duplicar desde mediados de abril los casos de sarampión, difteria, tosferina, cólera e infecciones respiratorias graves, pasando de unos 22.600 a más de 46.000. De estos, alrededor de un 60% correspondían a menores de cinco años.

En cuanto a la difteria, una enfermedad que se previene con vacunas, hasta agosto de 2025 se habían registrado más de 1.600 casos y 87 muertes, frente a los 838 casos y 56 muertes de todo 2024, según explicó Hussein Abdukar Muhidin, director general del Instituto Nacional de Salud somalí.

Pese a que las tasas de inmunización han mejorado en Somalia en la última década, cientos de miles de niños no tienen la pauta completa de vacunación. Esos “huecos” en la inmunización son los que provocan brotes como el actual, que principalmente está afectando a niños de entre 5 y 15 años. “No hay ningún programa de vacunación dirigido a ese grupo de edad”, explica Unicef. “Tradicionalmente, lo que haríamos es disponer de recursos para la respuesta de emergencia. En este momento, la situación financiera es bastante ajustada, por lo que no hay flexibilidad de recursos”, añade Kader.

Los recortes han afectado a la capacidad del sistema sanitario para tratar e implantar campañas de recuperación con las que aumentar la inmunidad para detener el brote, dicen en Save the Children. “Las vacunas requieren personal sanitario y un sistema sanitario que funcione correctamente. Si este se ve interrumpido, se pierden esas vacunas”, incide Gebru.

Centros cerrados

Cientos de centros sanitarios han cerrado por la reducción de fondos. Algunos siguen abiertos, pero no cuentan con servicios. Y en otros, explica Shariff, los recortes han provocado que haya departamentos que funcionen y otros no, ya que un mismo centro estaba financiado por distintos donantes.

En el caso de Save the Children, 72 centros se han visto directamente afectados por los recortes. “Estamos tratando de mantener al menos el 30% de ellos con otras fuentes de financiación, pero se trata de oportunidades muy a corto plazo y no son sostenibles más allá de seis meses, en algunos casos, de un año”, dice Gebru.

Desnutrición y falta de agua potable

Recientemente, el NRC alertaba de que más de 300.000 personas, en su mayoría familias desplazadas que viven en asentamientos y comunidades rurales, han perdido el acceso a agua potable por la reducción o cierre de sistemas de transporte de agua y saneamiento debido a los recortes. “No tener agua significa más propagación de enfermedades”, resume Farah.

De enero a agosto, la OMS contabilizó más de 7.200 casos de cólera y diarrea acuosa aguda, incluidas nueve muertes, con más de 870 nuevos casos registrados solo en el último mes. “No se puede resolver la crisis sanitaria sin abordar la del agua”, enfatiza el jefe de Operaciones en Somalia de NRC. “Si se cierra una clínica y hay un pozo contaminado, son las dos caras de la misma moneda mortal. Y los recortes de financiación están afectando a ambas”.

Si se cierra una clínica y se tiene un pozo contaminado, son las dos caras de la misma moneda mortal. Y los recortes de financiación están afectando a ambas
Mohamed Farah, jefe de Operaciones en Somalia del Consejo Noruego para los Refugiados

Otro problema acuciante es la desnutrición. Según detalla Kader, en Somalia la desnutrición severa es responsable del 50% de las muertes entre los menores de cinco años. “En promedio, tenemos alrededor de 500.000 niños que se estima que tienen desnutrición aguda severa”, dice.

A finales de marzo, el Grupo de Trabajo Técnico en Somalia de la Clasificación Integrada de las Fases (IPC, por sus siglas en inglés), el índice mundialmente reconocido que mide la seguridad alimentaria, concluyó que entre abril y junio, 713.000 personas enfrentaron inseguridad alimentaria aguda (fase 3 o superior del IPC), frente a las 553.000 estimadas en enero. Además, la estimación de niños menores de cinco años con desnutrición aguda entre enero y diciembre de 2025 aumentó a 1,8 millones.

“Una de las mayores crisis a la que se enfrenta Somalia es la posible interrupción del suministro de Alimentos Terapéuticos Listos para Usar (RUTF, por sus siglas en inglés), que corren el riesgo de agotarse antes de que termine el año”, explica Kader, de Unicef. “Según las últimas estimaciones de las que disponemos, tendríamos alrededor de 466.000 niños en riesgo de sufrir desnutrición grave si se agotaran las existencias actuales”, expone. La semana pasada, Save the Children alertó de que Somalia puede quedarse sin reservas de estos alimentos vitales en los próximos tres meses si no se cubren las brechas.

Debido a los recortes, Save the Children ha retirado el apoyo a diversos servicios de nutrición que abarcaban a 55.000 niños en el país. “Es una cifra enorme para una sola agencia”, reconoce el subdirector de la ONG en Somalia. Además de nutrición, estas clínicas ofrecían servicios como el de inmunización, y su cierre deja a las familias sin estos programas esenciales.

Una situación “catastrófica”

Somalia tiene una de las tasas de mortalidad materno-infantil más altas del mundo, un problema que se ve agravado por el acceso deficiente a los servicios de salud. Shariff, de MSF, explica que el número normal de partos que atienden ahora es lo que solía ser su pico. “Vienen más mujeres porque en sus lugares de origen no hay servicios y tienen que recorrer largas distancias, a veces hasta de 140 kilómetros. La mayoría de ellas acuden con partos obstruidos y con más complicaciones porque llegan muy tarde”, resume.

Relata el caso de una mujer embarazada que acudió al Hospital Regional de Mudug, en Galkayo, donde MSF apoya la maternidad, pero el quirófano depende del Ministerio de Salud. Como estaba ocupado se trasladó a otro hospital, cuyo quirófano carecía de suministros, por lo que volvió al primer centro sanitario. Tuvo que esperar y, cuando la llevaron a operar, el bebé ya había muerto.

Hoy, el mundo mira para dentro y no necesariamente está dispuesto a llenar esos vacíos
Binyam Gebru, subdirector de Save the Children en Somalia

Para Shariff, es prioritario armonizar el sistema sanitario para garantizar que la población disponga de atención básica. “No es sostenible que cada donante apoye una parte del hospital. No ayuda al sistema sanitario ni a los pacientes, porque solo pueden acceder a lo que se financia en ese momento”. “También hay que impulsar que se garantice la financiación nacional. No satisfaría las necesidades, pero, en mi opinión, animaría a los donantes”, añade. En 2024, Amnistía Internacional denunció que el presupuesto de salud de Somalia bajó del 8,5% en 2023 al 4,8% el año siguiente.

Farah, de NRC, subraya la “responsabilidad moral” de los Estados, especialmente de los mayores emisores de carbono, a la hora de apoyar a países como Somalia afectados por la crisis climática. Gebru, de Save the Children, afirma que sin los recursos adecuados, la situación “es catastrófica”. “En el pasado, cuando un donante anunciaba un recorte de ayuda, siempre teníamos la esperanza de que alguien tomara el relevo”, explica. “Hoy, el mundo mira para sí mismo y no está necesariamente dispuesto a llenar esos vacíos”.

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Sobre la firma

Silvia Laboreo Longás
Redactora de Planeta Futuro tras pasar por el equipo de Redes Sociales. Antes, formó parte del departamento de vídeo de Domestika, fue redactora en la revista PlayGround y también trabajó en comunicación. De Zaragoza, estudió periodismo en la Universidad de Zaragoza.
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