La disolución de USAID podría provocar 14 millones de muertes adicionales de aquí a 2030
Del total de muertes, 4,5 millones serían niños, según un estudio del instituto ISGlobal, en el que han colaborado investigadores de Brasil, Mozambique y Estados Unidos

“Hay lugares donde el enfermo de sida o el niño desnutrido no pueden aguantar semanas. La muerte es inmediata”. Es la cruel constatación de Davide Rasella, investigador del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y principal autor de un estudio que estima que el mundo registrará 14 millones de muertes adicionales, de las que 4,5 millones serán niños y niñas menores de cinco años, si se mantienen los recortes de fondos decretados por Washington y se disuelve la USAID, la agencia de cooperación estadounidense.
Según este estudio de ISGlobal, que acaba de hacerse público y en el que han participado investigadores de Brasil, Mozambique, Estados Unidos y España, estas personas fallecerán por sida, tuberculosis, malaria, diarreas, afecciones respiratorias o desnutrición. Son decesos en su mayoría evitables y también vinculados, más allá de las propias enfermedades, a la pobreza, las carencias en higiene y saneamiento o a la falta de acceso a servicios básicos de salud.
“Estos recortes van a provocar un daño permanente en la salud de las poblaciones más vulnerables, sobre todo porque se están haciendo de una manera abrupta. El sistema se podría adaptar a una ausencia de fondos, pero no si se hace de forma tan drástica y contra personas sin ninguna resiliencia, que no tienen cómo hacer frente a esta desaparición súbita de la financiación”, agrega Rasella. “Por eso, el terrible impacto de los recortes se ve desde ya en muchos lugares”, agrega.
Según este estudio, la suspensión de la financiación estadounidense ya ha hecho por ejemplo que un 25% de las entidades de lucha contra la tuberculosis en 31 países paralicen su trabajo, que el Programa Mundial de Alimentos (PMA) decida cerrar su oficina para el sur de África en Johannesburgo, exponiendo a 27 millones de personas al hambre extrema en medio de una importante sequía, o que el mundo exponga a registrar 15 millones de casos y 107.000 decesos adicionales debido a la suspensión de programas de lucha contra la malaria.
El sistema se podría adaptar a una ausencia de fondos, pero no si se hace de forma tan drástica y contra personas sin ninguna resiliencia, que no tienen cómo hacer frente a esta desaparición súbita de la financiaciónDavide Rasella, ISGlobal
Y más allá de causar estos millones de muertes evitables, estos recortes también “corren el riesgo de revertir décadas de progreso en materia de salud y desarrollo socioeconómico en los países de ingresos bajos y medianos”, insiste la investigación de ISGlobal.
Para apuntalar su estudio, los expertos analizaron primero el impacto positivo de la labor de USAID, responsable hasta hace algunos meses del 43% de los fondos que los gobiernos del mundo dedican a ayuda al desarrollo. Sus conclusiones son que los programas financiados por la agencia de cooperación estadounidense han ayudado a prevenir directa e indirectamente más de 91 millones de muertes en todo el mundo, casi un tercio de ellos niños, en los últimos 20 años.
“USAID contribuyó a una reducción del 15% en la mortalidad global”, afirma el estudio. Y más concretamente, sus fondos lograron reducir en un 74% el número de decesos por VIH, en un 53% las muertes por malaria y en un 51% las provocadas por las enfermedades tropicales desatendidas, según esta investigación.
Millones de muertes evitables
Pero a finales de enero, Donald Trump decidió congelar durante 90 días los fondos para la ayuda al desarrollo y reevaluar su pertinencia. En este momento, y según el secretario de Estado, Marco Rubio, el 83% de los programas coordinados por USAID han quedado cancelados, aunque la decisión está siendo impugnada en los tribunales.
“Los niños sufrirán estos recortes especialmente. Lo paradójico es que siempre hablamos de la relación coste-efecto cuando invertimos en salud, y no hay acto más eficaz a nivel global que salvar la vida de un niño en un país africano. Son tan vulnerables que con poco dinero podemos salvar muchas vidas”, apunta Rasella.
El principal destino del presupuesto de USAID era África subsahariana. En la práctica, una persona de un país como Zambia podía ser vacunada, ir a la escuela pública en la que haya profesionales formados, recibir asistencia alimentaria, beneficiarse de un tratamiento antirretroviral contra el sida o participar en un programa de prevención de malaria gracias al presupuesto de USAID.
“En este momento, se están publicando diversos estudios para calcular el impacto de esta congelación repentina de los fondos y la mayoría muestran resultados similares e igualmente dramáticos: estos recortes estadounidenses y de otras agencias de cooperación de otros países van a causar millones y millones de muertes evitables”, insiste Rasella.
El experto se refiere a que otros países occidentales han anunciado reducciones de sus volúmenes de ayuda a desarrollo, como el Reino Unido, Francia, Países Bajos o Bélgica, lo que agrava la crisis de financiación de la cooperación. De los 31 países que componen el Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), una especie de termómetro para medir la financiación del desarrollo, solo cuatro superan en este momento la emblemática barrera del 0,7% de su PIB.
No hay acto más eficaz a nivel global que salvar la vida de un niño en un país africano. Son tan vulnerables que con poco dinero podemos salvar muchas vidasDavide Rasella, ISGlobal
Efecto cascada
Rasella alerta además de que los estudios que se están publicando se centran en algunos aspectos y “no consideran el efecto cascada” de los recortes en curso y de los venideros. “Hay muertes que no se pueden contabilizar en estos estudios, que se centran en los decesos más directos”, apunta. Porque en la investigación, se insiste en que no solo matan las enfermedades, sino también la pobreza, la privación de educación, la falta de acceso a los servicios sanitarios, la falta de higiene y salubridad.
Concretamente, se recuerda que el impacto de USAID en la reducción de la mortalidad va más allá de su financiación directa de programas e intervenciones en materia de salud. Una parte sustancial de su influencia radica en mejorar aspectos que inciden en la calidad de vida de las poblaciones con menos recursos. Por ejemplo, el alivio de la pobreza, la educación o el acceso al agua potable, que reducen significativamente la mortalidad de niños y adultos.
El estudio subraya que está demostrado que los programas de transferencias monetarias reducen en un 20% la mortalidad de las mujeres adultas y en un 8% los decesos de niños en los países de bajos y medianos ingresos. O que cada año adicional de educación disminuye en un 1,9% el riesgo de mortalidad adulta y que mejorar el acceso al agua potable, saneamiento e higiene hace que la mortalidad infantil retroceda en un 17%.
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