Kamal Kishore, representante de la ONU: “Si la financiación humanitaria está disminuyendo, es importante que invirtamos más en reducir el riesgo de desastres”
El representante de Naciones Unidas para la Reducción de Riesgos de Desastres visita Madrid para preparar su trabajo en la IV Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, convocada en julio en Sevilla


Aunque faltan dos meses para la cuarta Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo (FFD4) en Sevilla, que decidirá nuevos mecanismos para costear y acelerar el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, un alto de cargo de la ONU ya está en España tanteando terreno para su agenda. Kamal Kishore (India, 56 años), representante especial de la ONU para la Reducción de Riesgos de Desastres y un experimentado gestor de prevención y atención de desastres en organismos nacionales e internacionales, buscará aumentar el interés de gobiernos nacionales y agencias de cooperación para invertir en un sector que, en ocasiones, se subestima.
“No tiene sentido que destinemos tan poco dinero a un área que ha demostrado tener el mejor retorno de inversión”, asegura Kishore en entrevista este lunes con EL PAÍS. Inyectar dinero a este sector de desarrollo es urgente porque cada vez hay más emergencias climáticas en el planeta. Los datos del organismo que dirige Kishore apuntan a que, entre 2015 y 2030, se registrará un aumento del 40% en el número de desastres climatológicos. Esto le sale caro a los países ―especialmente a las economías en vías de desarrollo― que deben enfrentar los costes humanos y materiales de las catástrofes. Pese a eso, la reducción de riesgos representa apenas un 1% de los presupuestos de los gobiernos nacionales y una mínima fracción de la ayuda internacional. Más del 90% de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) relacionada con desastres meteorológicos se concentra en la respuesta de emergencia y la recuperación, mientras que solo el 10% se destina a la prevención. En la conferencia de Sevilla, Kishore espera conseguir que esta tendencia cambie.
Pregunta. Faltan dos meses para la Conferencia de Financiación para el Desarrollo. ¿Qué cambios espera conseguir para mejorar la reducción de riesgo de desastres?
Respuesta. En general, hay un déficit de financiación para el desarrollo sostenible. Pero, además, si no nos aseguramos de que todo el dinero que se gasta en desarrollo considere la reducción del riesgo de desastres [como un factor transversal], entonces toda la inversión se puede perder por catástrofes. Una de mis expectativas es un sistema liderado principalmente por los gobiernos nacionales para financiar la reducción de riesgo de desastres. Y no se trata solo de Ayuda Oficial al Desarrollo, sino de una serie de soluciones financieras, de movilizar capital privado, de usar la financiación climática donde esté disponible y de buscar apoyo en los seguros. También creo que deberíamos fijarnos dónde se está innovando en financiación. Hay varios países que están a la vanguardia y es importante aprender esas lecciones y ver cómo podemos ampliar esas buenas prácticas en otras partes del mundo.
P. Su organización ha advertido de que a medida que aumentan los costes de los desastres, las compañías de seguros se están retirando de los mercados de alto riesgo. ¿Cómo se debería reformar el sistema entonces?
R. Necesitamos tres cosas. Por un lado, no se pueden tomar las soluciones de seguros que funcionan bien en Europa o Estados Unidos y trasladarlos al Sur Global. Es muy importante que estas sean propias para que sean más atractivas para quienes compran seguros. En segundo lugar, tenemos que solucionar el déficit de confianza que hay en varias partes del mundo entre los proveedores de seguros y los asegurados. El tercer factor es que la prima del seguro esté, de alguna forma, vinculada a los esfuerzos del cliente por reducir los riesgos. Por ejemplo, si vivo en una casa asegurada por riesgo de daños por terremoto y, además invierto en adaptarla y hacerla más fuerte, mi prima de riesgo debería bajar.
P. En los países donde la prevención de riesgos es un “objetivo prioritario”, apenas se le asigna, de media, un 1% de los presupuestos nacionales. ¿Cómo conseguir que ese porcentaje aumente?
R. Es necesario defender que invertir en reducción del riesgo de desastres es una buena medida macroeconómica. Es importante que dispongamos de buenos sistemas de cuantificación del riesgo aceptados en todo el mundo, que nos permitan saber cuál es el tipo de riesgo que corre cada país, es decir, la pérdida media anual esperada. Con un sistema así, podríamos decirle a un país cuántas pérdidas puede tener por desastres y que, si toma medidas, se reducirá el riesgo y su economía será más sólida. Por otra parte, debemos entender que muchos de los esfuerzos para garantizar el acceso universal a la educación, la seguridad alimentaria o la reducción de la pobreza se verán comprometidos si no se invierte en la reducción de riesgos.
Los esfuerzos para garantizar el acceso universal a la educación, la seguridad alimentaria o la reducción de la pobreza se verán comprometidos si no se invierte en la reducción de riesgos.Kamal Kishore, representante de la ONU para la Reducción de Riesgos de Desastres
P. ¿Cómo conseguir que esta área también genere más interés entre los financiadores de las ayudas al desarrollo?
R. El porcentaje de financiación dedicada a desastres, en proporción a las inversiones globales de cooperación, es realmente muy pequeño. No tiene sentido que destinemos tan poco dinero a un área que ha demostrado tener el mejor retorno de inversión. Además, si la financiación para la cooperación internacional y la ayuda humanitaria está disminuyendo hoy, es importante que aumentemos la inversión en la reducción del riesgo de desastres. Si invertimos hoy en esto, dentro de unos años se reducirá la necesidad de [financiar] ayuda humanitaria.
P. Quizá sea un reto dar ese mensaje en un momento en el que algunos líderes políticos niegan los efectos del cambio climático...
R. Sí, será difícil. Pero debo decir que cuando hablo de desastres, no solo me refiero a aquellos relacionados con el clima, sino a los que tienen que ver con peligros geofísicos, como terremotos, tsunamis y deslizamientos. Hoy, el 30% de riesgo de pérdidas proviene de terremotos y no estamos haciendo lo suficiente para contenerlo. Ya sabemos que invertir [en reducción de riesgos] funciona. Las probabilidades de morir en una zona propensa a ciclones o huracanes es hoy un tercio menor que hace 15 años porque ha habido un enorme avance en sistemas de alerta temprana. Puedo asegurar que si un país invierte en mejorar los sistemas de alertas, en servicios médicos y en capacidad de comunidades para actuar, el dinero se recupera en dos o tres eventos. Después, todo son beneficios.
P. El año pasado, España vivió el mayor desastre del siglo con la dana de Valencia que mató a 228 personas y que causó millonarias pérdidas. ¿Qué lecciones debería haber aprendido el país de esto?
R. Lo que ocurrió en Valencia ocurre en todo el mundo con mayor frecuencia y gravedad y es que llueve más en menos días. Esto crea retos en alertas tempranas y en drenajes de agua. Por eso hay cinco lecciones clave. Una es ver cómo gestionar los planes de uso de la tierra: en muchas ciudades, por ejemplo, se ha construido sobre los humedales. Lo segundo es que los sistemas de drenaje de aguas de lluvia se diseñaron para un régimen de precipitaciones de hace 50 años, la pregunta es cómo mejorarlo. El tercer punto es crear un sistema de alertas tempranas específico para zonas urbanas. Cuarto: es necesario ver cómo gestionar los embalses para controlar las inundaciones. Y, en quinto lugar, debemos promover la participación ciudadana para lograr una buena respuesta a catástrofes.
P. En el borrador del documento final de la conferencia, dicen que han decidido “aumentar urgentemente” las contribuciones al Fondo de Respuesta a Pérdidas y Daños, aprobado en la COP28. ¿De cuánto será ese aumento?
R. La petición de aumentar el capital del fondo existe desde hace tiempo. En la COP28 se habló de pasar de una inversión de miles de millones a billones. No lo conseguimos, pero es un comienzo. Yo quiero aportar un punto de vista complementario y es que mientras se invierte en ese fondo, trabajemos en simultáneo con los gobiernos nacionales para poner en marcha sistemas para usar eficazmente esos recursos.
P. Le quedan cinco años al Marco de Sendai, el acuerdo internacional que planteó desde 2015 la necesidad de invertir y pensar más en reducción de riesgos que en la atención de los desastres cuando ya han ocurrido. ¿Los países atendieron ese llamamiento? ¿Qué tareas son urgentes de aquí a 2030?
R. Dondequiera que vaya, escucho que el Marco de Sendai ha contribuido a impulsar la reducción del riesgo de desastres. 131 países tienen un plan para eso, por ejemplo. Pero, aunque hemos avanzado en reducción de pérdida de vidas y en sistemas de alerta temprana, no lo hemos hecho en términos de personas afectadas, pérdidas económicas o daños a infraestructura. El reto en los próximos años es abordar estas cuestiones, pero eso no puede ocurrir hasta que dejemos de ver la reducción de riesgos de desastres como algo aislado y no como lo que es: una parte integral del desarrollo.
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