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Franja Gaza
Tribuna
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Huir por undécima vez de Gaza: “Vuelve rápido. Han avisado a toda la zona. Van a bombardearla”

Una fisioterapeuta de Médicos Sin Fronteras narra en primera persona cómo un ataque de Israel acabó con su hogar en Ciudad de Gaza, forzándola a huir, en esta ocasión, para siempre

Varias personas inspeccionan el lugar donde se produjo un ataque israelí contra una vivienda en Ciudad de Gaza, el 8 de agosto de 2025.

La intensificación de las operaciones militares israelíes en Ciudad de Gaza tendrá consecuencias humanitarias catastróficas. Con el 86% de Gaza ya bajo órdenes de evacuación o en zonas militarizadas, las áreas restantes están gravemente superpobladas y son inhabitables, sin casi acceso a alimentos, agua o atención médica. La capacidad de las instalaciones médicas del sur está sobrepasada. El propio personal de Médicos Sin Fronteras (MSF) se ha visto obligado a huir en repetidas ocasiones, algunos más de 11 veces desde el inicio de esta guerra. MSF pide una vez más un alto el fuego inmediato y sostenido para salvar la vida de la población civil y permitir la entrada de la ayuda que tanto se necesita en Gaza.

Sabreen Almaseri es fisioterapeuta y lleva cinco años trabajando para MSF. El 19 de agosto, las fuerzas israelíes destruyeron su casa en Ciudad de Gaza, lo que la obligó a ella y a su familia a desplazarse por undécima vez. Este es su testimonio en primera persona.

“Mi hogar”

Hace dos semanas, cuando la situación cerca de mi casa en el barrio de Saftawi parecía más tranquila, decidimos volver a casa. El edificio tenía nuevos daños, pero sentí alegría de nuevo por el simple hecho de estar dentro de mi casa, la casa que es parte de mi alma, el lugar que tanto amo. Mi hogar representaba un viaje de 13 años de lucha y perseverancia.

Hasta el 19 de agosto.

Volvía a casa del trabajo cuando vi gente corriendo, mujeres gritando y llorando. Sonó mi teléfono: era mi marido. Me dijo: “Vuelve rápido. Han avisado a toda la zona. Van a bombardearla”. Dijo que solo teníamos unos minutos. Me reuní con él y con nuestras hijas en una calle cercana; lloraban asustadas. Las abracé con fuerza y nos trasladamos a otra calle. Momentos después, oímos el impacto. La explosión no solo sacudió el suelo, sino que destrozó nuestros corazones. Nuestra casa, con todos nuestros recuerdos, había desaparecido.

Este es el estado en el que quedó la casa de la fisioterapeuta de Médicos Sin Fronteras, Sabreen Almaseri, tras el bombardeo israelí en Ciudad de Gaza, el 19 de agosto de 2025.

Trabajo para MSF desde 2018. Desde el principio, mi objetivo siempre ha sido hacer todo lo posible para ayudar a los pacientes y tratar a los heridos para que se recuperen del trauma físico.

La explosión no solo sacudió el suelo, sino que destrozó nuestros corazones. Nuestra casa, con todos nuestros recuerdos, había desaparecido
Sabreen Almaseri, fisioterapeuta de Médicos Sin Fronteras

Nunca fui solo una fisioterapeuta. Apoyaba emocionalmente a mis pacientes, los escuchaba y los consolaba mientras compartían su dolor. Detrás de cada paciente había una historia desgarradora, otra vida marcada por el sufrimiento. La gente aquí está agotada, destrozada, pero aun así intenta seguir adelante y encontrar razones para sonreír.

Cuando nuestras vidas cambiaron para siempre

Nunca olvidaré la primera vez que nos vimos obligados a abandonar nuestro hogar en el norte de Gaza, solo una semana después del inicio de la guerra. Un anillo de fuego nos rodeaba; mi marido, mis hijas y yo nos aferrábamos unos a otros, pensando que estábamos dando nuestro último aliento. Era aterrador, las esquirlas volaban sobre nuestras cabezas. Nuestro edificio estaba dañado, las puertas y las ventanas habían sido destrozadas por los impactos. Había sangre en el suelo, polvo, piedras y el aire estaba lleno de cenizas. Mi hija mediana vomitaba de miedo, la pequeña nos suplicaba que la abrazáramos más fuerte. Formamos un círculo, abrazándonos, antes de encontrarnos en la calle, llorando, desplazados de nuevo.

Después de ser desplazados de Saftawi, nos trasladamos a otro lugar de Ciudad de Gaza. Poco después, sobrevivimos por poco a otro bombardeo que se cobró más de 500 vidas. Más tarde nos vimos obligados a huir hacia el sur. No pude volver al norte de Gaza hasta el alto el fuego de mediados de enero de 2025. Durante un año y medio, vivimos entre el desplazamiento y el miedo, esperando y añorando a mis padres, a mis hermanos y al hogar que había dejado atrás sin saber qué había sido de él.

Un momento de paz

Cuando por fin volví a ver mi casa, durante el alto el fuego, pude respirar de nuevo. Seguía en pie, parcialmente dañada, pero habitable. Reparamos lo que pudimos. Tapamos los agujeros de las paredes, cubrimos las ventanas rotas con láminas de plástico y construimos puertas improvisadas. Limpiamos los escombros y volvimos a entrar. Pero nuestra alegría duró poco, ya que la tregua terminó y los bombardeos volvieron con mayor intensidad.

Es la undécima vez que nos vemos obligados a huir desde el comienzo de esta guerra. Pero esta vez es la más dura, porque sé que nunca volveré a mi casa
Sabreen Almaseri, fisioterapeuta de Médicos Sin Fronteras

Volvimos a huir, esta vez dentro de Ciudad de Gaza, donde vivimos en una tienda de campaña, soportando el calor sofocante del verano, las penurias de acarrear agua y la dureza de la vida cotidiana en el desplazamiento. Hace dos semanas, cuando por fin regresamos a nuestra casa, teníamos la esperanza de que tal vez por fin estaríamos a salvo. Pero esa esperanza se ha desvanecido de nuevo, aplastada junto con nuestra casa y nuestras pertenencias.

Una vez más, estamos desplazados. Es la undécima vez que nos vemos obligados a huir desde el comienzo de esta guerra. Pero esta vez es la más dura, porque sé que nunca volveré a mi casa.

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