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Subir los impuestos al tabaco, el alcohol y las bebidas azucaradas en África: un triple salvavidas en tiempos de recortes a la ayuda al desarrollo

Un informe llama a los gobiernos del continente a mejorar la recaudación de tributos para invertirla en los sistemas de salud, reducir muertes prevenibles y ahorrar en los costes que generan las enfermedades no transmisibles

Quiosco a la puerta de un instituto en Lagos, Nigeria
Ana Puentes

Como ocurre en otras regiones del mundo, África cobra impuestos al consumo de tabaco, alcohol y bebidas azucaradas. Pero no lo hace al nivel que podría y debería para ajustar las cuentas de sus sistemas de salud ni para reducir su consumo. Subir los tributos de estos productos sería no solo un salvavidas contra las enfermedades no transmisibles ―como la obesidad, la hipertensión y la diabetes que azotan el continente, sino que sería un alivio financiero en tiempos de recortes de hasta un 70% de la ayuda oficial al desarrollo. Además, permitiría reducir la carga que generan al sistema sanitario las enfermedades prevenibles que se derivan de estos consumos. Este es el llamado que han hecho la ONG Vital Strategies, el centro de investigación Economics for Health y la unidad investigativa en economía de la Universidad de Capetown en su informe El futuro de la financiación sanitaria en África: el papel de los impuestos a la salud, publicado este martes.

El doctor Adam Kaparti, coautor del informe y vicepresidente senior de Vital Strategies, advierte de que algunos países africanos no han conseguido aún que este tipo de gravámenes reduzcan el consumo de tabaco, alcohol y bebidas azucaradas. “Es necesario subir los impuestos, pero también su estructura: es importante la forma en que se imponen. Hay muchos elementos de diseño de una estructura fiscal eficaz que los países podrían emplear. Por ejemplo, asegurarse de que el tipo impositivo aumente a medida que aumenta la inflación, de modo que el impuesto no se reduzca con el tiempo”, explica el también director de la división de Programas de Salud Pública en Vital Strategies en una vídeollamada desde Nueva York.

El uso de impuestos sobre la salud es recomendado a nivel mundial ―junto con otras medidas― para reestructurar las finanzas de los servicios sanitarios. De hecho, el Compromiso de Sevilla, el documento adoptado por consenso en la pasada IV Conferencia de Financiación para el Desarrollo, incluyó el compromiso de considerar introducir o incrementar los impuestos al tabaco y el alcohol “con un claro potencial para aumentar los ingresos internos y reducir los factores de riesgo de las enfermedades no transmisibles”.

El Grupo de Trabajo sobre Política Fiscal para la Salud calculó que los impuestos que aumenten un 50% los precios reales del tabaco, el alcohol y las bebidas azucaradas podrían salvar 50 millones de vidas en 50 años en todo el mundo. Además, permitirían recaudar 2,1 billones de dólares en cinco años. Si ese dinero se invirtiera en salud, el gasto público en servicios sanitarios aumentaría un 40%. En el caso de África, según el recién publicado informe, estos recursos serían vitales tras los recortes de EE UU y algunos países europeos a la cooperación internacional. “Los impuestos sobre la salud pueden proporcionar una fuente de ingresos sostenible y predecible a corto y medio plazo. A diferencia de la ayuda, más volátil, o de los impuestos vinculados al comercio, los impuestos sobre la salud ofrecen unos ingresos fiables”, destaca el documento.

Es necesario subir los impuestos, pero también su estructura: es importante la forma en que se imponen

Por supuesto, reconoce Kaparti, la subida de impuestos no es la única solución para aliviar las cuentas del sector salud. El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades de África, por ejemplo, lidera una estrategia en el continente para impulsar el aumento de los presupuestos nacionales en Sanidad, la creación de mecanismos de financiación innovadores y la consolidación de alianzas público privadas. En países donde la financiación de los donantes representaba el 30% del gasto en salud, la búsqueda de alternativas apremia.

Los impuestos, defiende el recién publicado estudio, son una alternativa para balancear las finanzas. Y en cada producto, hay trabajo por hacer. En el caso del tabaco, el documento alerta de que “las respuestas políticas siguen siendo débiles en todo el continente”. La media de la tasa impositiva es del 41% en el continente africano, un nivel muy por debajo del 75% recomendado por la OMS: solo Mauricio cumple con esa proporción. Esto no ha cambiado pese a que el tabaco es un problema de salud pública en el continente. Se calcula que hay unos 60 millones de consumidores mayores de 15 años en África y hasta unos siete millones de usuarios adicionales que tienen entre 13 y 15 años, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Allí, unas 200.000 muertes tienen relación con el consumo de tabaco.

En cuanto al licor, se calcula que es consumido por tres de cada 10 personas en el continente y que causa unas 300.000 muertes anuales en forma de enfermedades hepáticas, deficiencias cardiovasculares, cáncer o siniestros viales. Los autores del estudio lamentan que solo el 23% de los países con impuestos específicos para el alcohol hacen ajustes en función de la inflación. Además, solo tres países ―Sudáfrica, Guinea Ecuatorial y Namibia― aplican tasas especiales según el nivel de alcohol.

Los países soportan cada vez más la carga de enfermedades no transmisibles y aquí tenemos la oportunidad de cambiar esa trayectoria
Adam Kaparti, coautor del informe y vicepresidente senior de Vital Strategies

A su vez, el creciente consumo de bebidas azucaradas en África ha agravado los problemas de obesidad, diabetes y enfermedades cardiovascular. En Nigeria, por citar un caso, su ingesta ha subido un 123% entre 2008 y 2022. Si bien el 80% de los Estados aplican gravámenes a las bebidas azucaradas, la mayoría tiene tasas bajas ―un 3,4% de media― y políticas deficientes de recaudo.

“Los países soportan cada vez más la carga de enfermedades no transmisibles y aquí tenemos la oportunidad de cambiar esa trayectoria. Los impuestos son una de las formas más eficaces y rentables de prevenir esas muertes”, sostiene Karpati, que ha trabajado en proyectos que buscan reducir daños a la salud relacionados con el alcohol.

No obstante, África se enfrenta a poderosos lobby y a otros obstáculos a la hora de reformar el sistema de impuestos a la salud en estos productos. “Se trata de productos muy rentables para las industrias que los producen, y estas invierten mucho en contrarrestar cualquier intento de los gobiernos de imponer impuestos. A menudo, esgrimen argumentos sobre el posible impacto en el comercio ilícito o el desempleo”, describe Karpati.

Por eso, el recién publicado estudio dedica una parte a responder a miedos ―o incluso mitos― sobre estos cambios fiscales. Por ejemplo, ante la idea de caída de los empleos, los investigadores, citando otros estudios, defienden que “cuando las personas gastan menos en productos nocivos, suelen destinar ese dinero a otros bienes y servicios, lo que mantiene la inversión en la economía”.

Otro temor extendido entre la opinión pública es que estos impuestos afecten de manera desproporcionada a las personas más pobres. “La idea es errónea”, responde el estudio, “no tiene en cuenta los beneficios sanitarios y económicos a largo plazo asociados a la reducción del consumo”. “Si bien es cierto que los hogares más pobres suelen destinar una mayor proporción de sus ingresos a estos productos (y soportan una parte desproporcionada de la carga de las enfermedades relacionadas), también son más sensibles a los aumentos de precios, lo que significa que son más propensos a reducir el consumo”, detalla.

La clave, para Karpati, es que los gobiernos comuniquen correctamente los ajustes fiscales a los ciudadanos. “Deben transmitir al público las razones por las que son importantes, vincular el aumento de los impuestos con los beneficios para la salud y con el aumento de los ingresos que se invertirían de manera adecuada”. Si un gobierno quisiera introducir correctamente estos cambios, añade, hay organismos internacionales y ONG dispuestas a prestar asesoría técnica.

Por otra parte, Serah Makka, directora ejecutiva de la ONG ONE Africa, que participó en la presentación virtual del reporte, resaltó que es vital generar confianza en los ciudadanos para que las subidas de impuestos sean aceptadas. Para Makka esto conseguiría con una estrategia gubernamental de transparencia, en la que el Estado informe cuánto de está recaudando por estos tributos y dónde se está invirtiendo.

Algunos países africanos ya han conseguido avances. El informe resalta casos como el de Cabo Verde, que en 2021 impuso su modelo de impuestos a los cigarrillos que aumenta año a año para mantenerse al día con la inflación. Kenia, por otra parte, si bien tiene tasas bajas para los licores, ha desarrollado un sistema de seguimiento y localización para reducir el comercio ilícito. Y, desde 2018, Sudáfrica aplica un impuesto a bebidas azucaradas que redujo las ventas de este producto.

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Sobre la firma

Ana Puentes
Periodista colombiana en la sección Planeta Futuro. Antes, trabajó en El Tiempo (Colombia), donde cubrió Bogotá y temas de ciclismo urbano. En EL PAÍS también escribió en la sección Madrid y en la delegación de Colombia. Es máster de Periodismo UAM - EL PAÍS e integrante de la Red LATAM de Jóvenes Periodistas.
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