De cultivar tabaco también se sale: “Ahora trabajo menos y gano más”
Más de 9.000 agricultores han cambiado los cultivos en Kenia, un país con inseguridad alimentaria que dedica miles de hectáreas al tabaco


Sprina Robi Chacha creció rodeada de tabaco. Es el principal cultivo en el condado de Migori, al sudoeste de Kenia, y sus padres estaban “enganchados” a los pequeños ingresos que les generaba, los únicos que recibían para salir adelante. Ella comenzó a trabajar en los campos a los 15 años, cuando terminó el instituto: “Sabía que es un cultivo dañino, que requiere mucha mano de obra. Cuando heredé las tierras continué con ello, muchas veces tenían que ayudarme mis hijos y faltar a clase. Es muy triste, pero no veía otra alternativa para ganarme la vida y alimentar a mi familia”.
Todo cambió hace cuatro años. Un grupo de funcionarios del gobierno keniano y de la Organización Mundial de la Salud (OMS) visitaron su región y les explicaron que había otros cultivos más productivos, menos intensivos en mano de obra y que le podían reportar más beneficios. “Al principio nos dieron semillas de frijoles altos en hierro [una variedad que se logra mediante técnicas de fitomejoramiento convencional, cruzando y seleccionando plantas con niveles naturalmente elevados en este elemento], y ahora cultivamos también maíz, yuca, sorgo…”, explica Sprina en Dublín, donde a finales de junio se celebró la Conferencia Mundial de Control del Tabaco, a la que EL PAÍS ha acudido invitado por la ONG Vital Strategies.
Decidió dar el paso y cambiar por completo su medio de vida en 2022. Desde entonces, Sprina asegura que trabaja menos y gana más dinero. “El tabaco me quitaba mucho tiempo, me lo robaba de otras tareas. Y es un cultivo lento, que puede demorarse prácticamente un año. Luego tardábamos entre cuatro y seis meses en cobrar, sin otra fuente de ingresos, lo que era un gran problema para cubrir las necesidades de mis hijos”, explica. Tiene seis, a sus 40 años.
El programa de cambio de cultivos de la OMS, en colaboración con el Programa Mundial de Alimentos y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), ha logrado que 9.000 agricultores kenianos abandonen el cultivo del tabaco para dedicarse a otros más rentables y saludables. Vinayak Prasad, del programa de control del tabaco de la OMS, explica que no tiene sentido que países con inseguridad alimentaria, donde muchos de sus habitantes no tienen asegurado que comerán cada día, dediquen el suelo al tabaco en lugar de sembrar alimentos.
Los agricultores que cultivan tabaco están sumidos en un ciclo de pobrezaVinayak Prasad, trabajador del programa de control del tabaco de la OMS
“Los agricultores que cultivan tabaco están sumidos en un ciclo de pobreza”, asegura Prasad, que esgrime que, aunque los ingresos brutos de esta planta son casi tres veces superiores a los de los frijoles, los ingresos netos son más de seis veces mayores en estos últimos, y más de tres veces superiores por temporada. “Además, no tienen efectos perjudiciales del tabaco, que degrada el suelo y obliga a una mayor tala de árboles para secar las hojas”, añade.
Con estos argumentos, Sprina se ha convertido en una embajadora para el cambio de cultivos. Mantiene reuniones con agricultores de la zona y son cada vez más los que se suman. “Al principio se muestran reticentes, pero les cuento mi propia experiencia, cómo he visto los cambios, los mayores ingresos y cómo el campo se mantiene más fértil y el medio ambiente se afecta menos cultivando alimentos”, narra.
Uno de los pilares del éxito ha sido precisamente el empoderamiento comunitario, especialmente de las mujeres. “De los 9.000 agricultores, el 60% son mujeres. Fueron las primeras en adoptar y experimentar, y eso ha sido muy positivo”, destaca Prasad.
Sin embargo, más de medio millón de hectáreas en 15 países africanos se destinan al cultivo de tabaco, responsable de ocho millones de muertes en el mundo cada año. En Kenia, unos 36.000 agricultores cultivan hoja de tabaco en unas 6.000 hectáreas, principalmente en el oeste del país y, sobre todo, en el condado de Migori.
La OMS aspira ahora a consolidar el programa en más países africanos y extenderlo a Asia, donde se concentran algunos de los mayores productores de tabaco del mundo, como India y China. “Queremos demostrar que no es solo un caso aislado, sino un modelo replicable en cuatro o cinco países”, afirma Prasad. La iniciativa ha recibido ya el Premio Pulso de la ONU por su innovación, y se presenta como una vía concreta para reducir la dependencia del tabaco en regiones vulnerables y mejorar simultáneamente salud, ingresos y seguridad alimentaria.
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