Ir al contenido
_
_
_
_

Las seis intervenciones contra el tabaco que han salvado 35 millones de vidas

Subir los impuestos es la medida que más desincentiva fumar, además de aumentar ingresos y reducir gasto sanitario

Una mujer fuma un cigarrillo en una terraza en Santiago de Compostela (A Coruña) el 26 de junio de 2025
Pablo Linde

Nada tan aparentemente sencillo como dejar de fumar para evitar enfermedades y alargar la vida. Si los cigarrillos desaparecieran, ocho millones de personas que cada año fallecen a causa del humo (más de un millón como fumadores pasivos) seguirían viviendo. Y muchas más sortearían cánceres, enfermedades cardiovasculares, pulmonares, reproductivas. Pero acabar con la epidemia de tabaquismo está lejos de ser fácil: detrás de ella existe una industria de la adicción que engancha a los consumidores desde que son muy jóvenes, incluso niños, que se ensaña con los más vulnerables, que se adentra en nuevos mercados cuando fallan los viejos, que lanza dispositivos innovadores ―como los cigarrillos electrónicos― cuando los antiguos parecen decaer.

A pesar de todo, la historia de la lucha contra el tabaco en este siglo es de un relativo éxito: un tercio de la población mayor de 16 años fumaba en el año 2000, y ahora son una quinta parte, según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud. Para lograrlo, la OMS lleva desde 2007 impulsando una estrategia que se basa en seis políticas. Recibe el nombre de MPOWER, cada una de cuyas siglas se corresponden con la primera letra en inglés de estas intervenciones: monitorear (Monitoring) el consumo de tabaco y las políticas de prevención, proteger (Protect) a las personas del humo mediante leyes de espacios, ofrecer (Offer) ayuda para dejar de fumar, advertir (Warning) sobre los peligros del tabaco con etiquetas en los paquetes y campañas en medios de comunicación, hacer cumplir (Enforcing) la prohibición de la publicidad, promoción y patrocinio, y aumentar (Rise) los impuestos.

Son acciones concretas que se han mostrado eficaces y costo-efectivas (cuestan menos que los beneficios que aportan) cuando no gratuitas o, mejor aún, que suponen ingresos inmediatos a los países que los aplican y que, desde que comenzaron hace casi dos décadas, han salvado más de 35 millones de vidas, según cálculos de la OMS. Hoy más de 6.000 millones de personas viven en países que han aplicado alguna de estas medidas, pero todavía queda mucho por hacer para que la mayoría llegue al máximo nivel, el que ostentan, entre otros, Brasil y Países Bajos, que han conseguido reducir el tabaquismo en un 35% y 30%, respectivamente, en los últimos 20 años.

En la Conferencia Mundial de Control del Tabaco, que se ha celebrado esta semana en Dublín, (y a la que EL PAÍS ha acudido invitado por Vital Strategies, una organización sin ánimo de lucro que trabaja para fortalecer los sistemas de salud pública en todo el mundo), seis iniciativas en cada una de las seis intervenciones han recibido los premios Bloomberg Philanthropies al control del tabaco. Sirven como ejemplo para ilustrar en qué consisten y qué se consiguen con ellas.

Subir impuestos

Aunque es la última letra de la estrategia, todos los expertos coinciden en que subir impuestos es la medida más eficaz, inmediata y beneficiosa para reducir las tasas de tabaquismo. “Las seis son un paquete que animamos a implementar conjuntamente, pero si hubiera que escoger una sola, serían los impuestos”, asegura Andrew Black, jefe de equipo de Asistencia para el Desarrollo en la Secretaría del Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco.

 A menudo hay una disputa entre los ministerios de salud, que promueven subidas, y los de hacienda, que son más reticentes. Creen que van a perder ingresos o que va a aumentar el contrabando, algo que se ha demostrado incierto
Mary-Ann Etiebet, directora de Vital Strategies

El reconocimiento de esta conferencia ―que no se celebraba desde hacía siete años por la pandemia de covid― fue para Montenegro, cuyo ministerio de Hacienda aumentó los impuestos al tabaco un 73% entre 2017 y 2024, lo que, junto a otras medidas, supuso una reducción del consumo de un 7%.

Los impuestos al tabaco son, dicen los expertos, un triple win: ganan los ciudadanos en salud; gana el sistema sanitario, que tiene que atender menos enfermedades, y ganan las arcas públicas, que recaudan más. Un estudio presentado en el marco de la conferencia de Dublín muestra, con modelos matemáticos en cada país, cómo cada punto de subida de los impuestos representa una bajada del consumo y, a la vez, un aumento de ingresos.

A pesar de ello, el Informe Mundial del Control del Tabaco, publicado esta semana, no muestra una subida significativa global de los impuestos al tabaco. Solo el 15% de la población mundial —1.200 millones de personas en 40 países— está protegida por tasas que representan al menos el 75% del precio, el mínimo que la OMS recomienda.

¿Qué sucede? “A menudo hay una disputa entre los ministerios de salud, que promueven subidas, y los de hacienda, que son más reticentes. Creen que van a perder ingresos o que va a aumentar el contrabando, algo que se ha demostrado incierto”, explica Mary-Ann Etiebet, directora de Vital Strategies, quien asegura que tiene mucho que ver la interferencia y el lobby de la industria.

Monitorear el consumo

Lo que no se mide, no se conoce. Las encuestas de tabaquismo han servido en los últimos años para analizar la eficiencia de cada medida que se toma. Aunque la mayoría de los países tienen ya en marcha este tipo de sondeos, queda un flanco abierto, por el que la industria está creando una nueva generación de adictos a la nicotina: todavía no se mide adecuadamente el uso de cigarrillos electrónicos. En 110 países que cubren al 45% de la población infantil global, se sabe que 12 millones de niños de esa franja de edad los usan actualmente, con una prevalencia media del 6%, incluso en algunos países con prohibiciones de venta. La ciudad de Baguio, en Filipinas, ha sido reconocida como referente en la monitorización del tabaco, con un modelo de vigilancia del consumo que ha servido como referencia nacional y local que incluye también el vapeo.

Proteger del humo

“A pesar de la guerra y de la presión constante y agresiva de la industria tabacalera, nuestra ley de espacios sin humo sigue siendo sólida y popular. Estamos comprometidos a proteger a los ucranios de todas las formas de tabaco y nicotina, ya sea con humo o sin él”, dice la parlamentaria ucrania Lada Bulakh, cuyo país fue galardonado por esta política. La impuso en 2022, prácticamente al mismo tiempo que Rusia intentó invadir el país.

En 2007, solo 10 países contaban con una prohibición integral de espacios libres de humo, que cubría al 3% de la población global. Desde entonces, se han sumado 69 más y 2.400 millones de personas. España, uno de los pioneros, está ahora tramitando una ley para ir más allá, y prohibir el tabaco en terrazas, vehículos comerciales y espacios de ocio al aire libre.

Ayuda para dejar de fumar

Hace casi dos décadas, la India puso en marcha una línea telefónica gratuita para que quienes quisieran dejar de fumar recibieran ayuda de profesionales. Una de sus impulsoras, Pratima Murthy, directora del Instituto de Salud Mental de la India, asume que no es suficiente para abandonar la adicción, pero sostiene que se trata de “un primer paso”, ya que estos profesionales pueden derivar a los fumadores a clínicas que les ayuden. Las líneas han atendido a más de 50.000 personas, lo que le ha valido uno de los reconocimientos en Dublín.

Solo el 4% de los fumadores logra dejar el tabaco sin apoyo. La OMS recomienda un enfoque integral, como el de India, que combine medidas de control del tabaco con intervenciones de apoyo, como el consejo de profesionales sanitarios, líneas telefónicas gratuitas, programas digitales y tratamientos farmacológicos. Los parches y chicles de nicotina aumentan la tasa de abandono en un 6%, y medicamentos como bupropión o vareniclina, hasta un 15%.

Advertir de los peligros

En 2023, Mauricio se convirtió en el primer país africano en implementar el empaquetado genérico de los cigarrillos “estableciendo un precedente de gran impacto en la región, que ha impulsado a países vecinos a seguir su ejemplo”, según el reconocimiento de Bloomberg Philanthropies.

Una persona sostiene un paquete de tabaco con una advertencia sobre los peligros para la salud de su consumo, en una imagen de 2024

Esta medida ―el más alto estándar en empaquetado, que han implementado 25 países― consiste en eliminar logotipos de las marcas y los colores atractivos, que son sustituidos por advertencias sobre salud. La marca queda limitada a una letra aséptica.

En un escalón por debajo están las advertencias manteniendo los logotipos, la medida MPOWER con mayor progreso en estos 18 años: 110 países que agrupan a 5.000 millones de personas las incluyen, lo que supone un aumento de 101 países y 4.700 millones de personas desde 2007.

En 2007, solo 10 países contaban con una prohibición integral de espacios libres de humo, que cubría al 3% de la población global. Desde entonces, se han sumado 69 más y 2.400 millones de personas

Prohibir la publicidad

Las prohibiciones integrales de publicidad, promoción y patrocinio del tabaco son, según la OMS, “eficaces para reducir su consumo, especialmente en países de ingresos bajos y medios, al frenar las estrategias de marketing de la industria tabaquera, que invierte miles de millones en captar nuevos consumidores, sobre todo jóvenes y mujeres”.

Están en vigor en 68 países, donde viven más de 2.000 millones de personas, frente a ocho que las tenían en 2007. Una de las que se ha incorporado (y que ha sido premiada en Dublín) es la de México, que cuenta con una ley integral que ha incluido prohibir la publicidad en los espacios de venta.

Erick Antonio Ochoa, director de Salud Justa, una de las organizaciones que promovieron la norma, asegura que no ha sido sencillo: “La industria tabaquera está peleando por revertir estas normas, y ha presentado más de 2.500 amparos [alegaciones], algo que no tiene precedentes. Cuando se aprobaron las advertencias nutricionales en los alimentos, la industria presentó unas 350″.

Como consecuencia de esto, hay tres grandes cadenas de establecimientos (7-Eleven, Oxxo y Círculo K) que consiguieron paralizar la aplicación, a falta de que un tribunal federal resuelva definitivamente si la prohibición es constitucional.

La mayoría de las medidas están atravesadas por la interferencia de una industria que, en palabras de Mary-Ann Etiebet, “está luchando por sobrevivir” y que consigue que la caída sostenida de fumadores se esté aplanando. “Crean nuevos mercados, vemos más ventas en países de bajos y medios ingresos, quieren crear nuevos consumidores, nuevos adictos: van a por nuestros hijos”, sentencia.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_