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Estar sin Estar
Columna
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De cabeza

El mundo actual muestra que lo importante queda relegado o supeditado a lo circunstancial

Ilustración para columna de Jorge F Hernández
Jorge F. Hernández

A la presidenta de México se le acerca un mandril manoseador, la etílica garra hacia el busto y el hocico drogado casi lame su cuello. Los comentarios se centran en discutir si fue un montaje como cortina de humo político; o bien, saliva excesiva sobre la seguridad personal de la mandataria y queda hasta el final el tema nodal: por lo menos en México (sea en la acera, la alcoba o cualesquier formas de transporte colectivo) toda mujer está expuesta al acoso y hasta violación de su cuerpo.

​Al presidente de los Estados Unidos de Norteamérica le preguntan su opinión sobre la desgraciada situación en la que ha caído un antiguo príncipe de Inglaterra ante la confirmación de su depravada diversión con al menos una menor de edad y el ya comprobado imbécil mandatario dice lamentar la tristeza y dolor de la familia real británica (¡!), mas evita cualquier muestra de culpa o condescendencia con las miles de víctimas niñas que a él mismo le consta fueron esclavizadas y violadas en un enjambre orquestado por uno de sus mejores amigos de toda la vida.

​Un alcalde de Michoacán pasea por un páramo de velas encendidas por el Día de Muertos, sin saber que el Llano en Llamas es ya algo mucho más sangriento que un puñado de cuentos. Las últimas imágenes de ese hombre en vida captan a su hijo abrazándolo, sin saber que se despide ya para siempre… y suenan entonces los balazos sicarios que asesinan al alcalde. El marasmo de respuestas al hecho se alejan de todo réquiem o pésame y se concentra en escudriñar si el hombre fue ideológicamente opuesto al régimen en el poder, si “es o no orgánico” el descontento de los ciudadanos afectados o si debemos ejercer un irrestricto e impoluto respeto por los derechos humanos de asesinos o miembros del crimen organizado. Nadie se acuerda del niño en brazos.

​Un senador de la República pide licencia para viajar a Palestina invitado por anónimos altruistas de Arabia Saudita. El viaje sirve para huir de los escándalos vergonzosos que lo revelan no como legislador en la lucha democrática, sino vil usurero impostado y nuevo rico de quinta categoría, sin explicar cómo puede hacer público su viaje siendo ilegal recibir regalos como senador mexicano y mejor aún, ¿cómo explicarle a un jeque que se viaja con besitos del novio en cama compartida, sabiendo que los pases de abordar son supuestamente financiados por un emirato ferozmente opuesto a la bandera del arco iris. Mejor aún: ni llegó a Palestina (salvo en el albur hotelero) y vuelve babeante a México para aumentar sus diatribas delirantes.

​La liga mexicana de fútbol naufraga con éxito una podredumbre funcional entre escenarios caducos y una masiva complicidad condescendiente con la mediocridad y el simulacro. Sin embargo, signamos todos como sicofantes el trumpismo descarado de la FIFA, la vileza de la desorganización y el placebo con que se maquilla el inmenso elefante blanco llamado antaño Estadio Azteca… cuando en las canchas, allí donde rueda el balón, se diluyen hasta los nombres de los jugadores.

​Todo lo anterior, como muestra de que el mundo está una vez más de cabeza y que lo importante queda relegado o supeditado a lo circunstancial. Vivimos ya no sólo el imperio de la mentira sino el alud constante de la estupidez y mínimo consejo será acudir cada tercer día a cualquier taquería de prestigio donde sirvan hirviendo algún taco de cabeza.

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Sobre la firma

Jorge F. Hernández
Autor de libros de cuentos y de las novelas 'La Emperatriz de Lavapiés', 'Réquiem para un Ángel', 'Un bosque flotante', 'Cochabamba' y 'Alicia nunca miente'. Ha publicado artículos sobre la historia de México y ha sido colaborador de las revistas 'Vuelta' de Octavio Paz y 'Cambio' de Gabriel García Márquez. Es columnista de EL PAÍS desde 2013.
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