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Mark Suzman, director ejecutivo de la Fundación Gates: “Nos enfrentamos a una crisis en la financiación mundial del desarrollo”

El responsable de la organización filantrópica explica que en los últimos 25 años ha habido progresos descomunales en la salud global, pero teme retrocesos ante los recortes de ayuda de EE UU y Europa

Mark Suzman, director ejecutivo de la Fundación Gates, durante una entrevista en Sevilla, en el marco de la celebración de la IV Conferencia sobre Financiación al Desarrollo esta semana.
Ana Carbajosa

Mark Suzman (Johannesburgo, 56 años) es un hombre que acumula cifras en la cabeza y las desgrana con precisión cirujana. Es, además, el director ejecutivo de la Fundación Gates, la mayor organización filantrópica del mundo, que esta semana ha viajado a Sevilla para participar en la IV conferencia de la ONU sobre financiación para el desarrollo, junto con más de medio centenar de jefes de Estado y de Gobierno. Se le ha visto sentado en la fila de asientos vip en las conferencias y las aguas parecían abrirse a su paso por los pasillos del Palacio de Congresos de la capital andaluza. Con un presupuesto anual de más del doble, por ejemplo, que toda la ayuda española, la fundación de Bill Gates ha cobrado aún más relevancia ante el recorte histórico de fondos de ayuda al desarrollo de países como Estados Unidos y donantes europeos.

Suzman cree, sin embargo, que organizaciones como la suya deben ejercer como mucho de catalizadores, que son los Estados los que deben llevar el peso de la cooperación y las políticas de desarrollo. Este antiguo periodista, que creció en la Sudáfrica del apartheid, sostiene que los últimos 25 años han sido los de mayor progreso, con grandes reducciones de muertes por enfermedades prevenibles como el sida, la malaria o la tuberculosis. Ese progreso, piensa, corre ahora peligro. “Nos enfrentamos a una crisis en la financiación mundial del desarrollo”, dice el jefe máximo de la Gates, la fundación que presta apoyo financiero a Planeta Futuro, la sección de desarrollo de este diario.

Pregunta. ¿Qué le hace pensar que esta conferencia de financiación al desarrollo es distinta, que los acuerdos alcanzados no van a quedar convertidos en papel mojado como en anteriores ocasiones?

Respuesta. El mundo está en un momento muy diferente. Nos enfrentamos a una crisis en la financiación mundial del desarrollo. Es muy diferente a los últimos 25 años, que fueron posiblemente el periodo más exitoso para el progreso en la historia de la humanidad. Hemos visto reducirse a más de la mitad la mortalidad infantil evitable. Hemos sido testigos de una reducción a más de la mitad de las muertes prevenibles por las grandes enfermedades infecciosas que a principios de siglo estaban matando a un gran número de personas: sida, tuberculosis y malaria. Vimos cómo se redujo a la mitad la pobreza extrema en todo el mundo, en África, Asia y América Latina. Aunque hubo muchos factores que contribuyeron, hubo un aumento significativo de la ayuda internacional, en sectores clave como la salud.

Los últimos 25 años fueron posiblemente el periodo más exitoso para el progreso en la historia de la humanidad

P. Es evidente que esa era ha terminado, con recortes de ayuda de los grandes países donantes, incluido EE UU.

R. No tenemos todavía los datos, pero es muy probable que este sea el primer año del siglo XXI en el que veamos un aumento de la mortalidad infantil evitable, en el que probablemente volvamos a ver un aumento de los casos y muertes por malaria y por VIH. Dada la brusquedad de muchos de los recortes que se han producido en la primera parte de este año, especialmente por parte de EE UU, pero no exclusivamente, ya podemos ver el impacto, especialmente en África. La comunidad del desarrollo tiene que reunirse y ser brutalmente honesta sobre la situación mundial. Hay algunas honrosas excepciones como España, que está tratando de aumentar [su contribución], pero en conjunto, estamos viendo una reducción de decenas de miles de millones. Aun así, creo que en los próximos 10, 15 o 20 años habrá más posibilidades de avanzar.

P. ¿Gracias a la tecnología?

R. Prefiero utilizar la palabra innovación porque no solo es la tecnología, sino por ejemplo, la forma en que los trabajadores de atención primaria o la educación se organizan. La cuestión es cómo conseguir que el progreso no sea lineal, sino que se acelere. Si conseguimos, por ejemplo, la primera vacuna nueva contra la tuberculosis en más de un siglo —en lo que la Fundación Gates está invirtiendo cientos de millones de dólares—, podría dar la vuelta a la ecuación de la enfermedad infecciosa que sigue matando a más personas que ninguna otra. Se están produciendo además transformaciones asombrosas en la inteligencia artificial, pero nada de esto va a funcionar si no hay un fuerte respaldo financiero.

P. Si vemos la crisis de deuda que hace que 3.400 millones de personas vivan en países donde gastan más en el pago de la deuda que en sanidad y educación, el margen de actuación incluso de grandes fundaciones como la suya se vuelve casi irrelevante.

R. Así es. En los últimos tres o cuatro años, los orígenes de la crisis de la deuda fueron provocados indirectamente por la covid. Hubo un enorme gasto fiscal para combatir los efectos de la pandemia. Durante un par de años eso condujo al retorno de la inflación y EE UU aumentó los tipos de interés. La mayor parte de la deuda es en dólares y eso significó que los países de renta baja y media que habían pedido prestado de repente vieron dispararse sus pagos de deuda. Esto llevó a la situación actual, donde al menos 60 países del Sur Global están pagando más en servicio de la deuda que en salud y educación. La otra cara del debate que se está produciendo en Europa y EE UU es que estos países deberían invertir más en sí mismos, maximizar lo que ellos mismos pueden invertir en su propia gente. Ningún país quiere depender de la deuda o la ayuda. Todos quieren ser fiscalmente independientes y capaces de cubrir las necesidades de sus propios ciudadanos, y ese puede y debe ser nuestro objetivo común. La Fundación Gates de hecho, no va a existir a perpetuidad.

P. Bill Gates ha anunciado que la fundación cerrará en 20 años y antes gastará toda su fortuna. ¿Cómo?

R. Nos hemos comprometido a que a finales de 2045 habremos completado nuestro trabajo y eso nos permite maximizar el apoyo que podemos dar ahora. En un momento de gran volatilidad, podemos ser socios fiables y predecibles. Este año vamos a desembolsar casi 9.000 millones de dólares [7.645 millones de euros], lo que nos convierte con diferencia en la mayor organización filantrópica en este sector, más del doble de la ayuda del Gobierno de España, y podremos mantenernos en ese nivel durante 20 años. Nos hemos comprometido a donar 200.000 millones de dólares, lo que supondrá que Bill Gates donará casi toda la fortuna que le queda. Creemos que la mortalidad infantil puede reducirse de nuevo al menos a la mitad, quizá más, acercándola a la de países de ingresos altos. Creemos que lo mismo será posible en las grandes enfermedades infecciosas. Pero por muy grandes que seamos las organizaciones filantrópicas, nuestro dinero no es suficiente.

Por muy grandes que seamos las organizaciones filantrópicas, nuestro dinero no es suficiente

P. Los Estados están demostrando ser lo contrario, impredecibles en sus presupuestos de cooperación. ¿Qué le hace pensar que el mundo va a ser diferente dentro de unos años?

R. En estas circunstancias es muy difícil que vaya a haber aumentos significativos. Esperamos que algunos países, como está haciendo España, hagan aumentos, pero nos gustaría que la atención se centrara en entender cuáles son las inversiones más eficaces. Los fondos que se gastan, por ejemplo, en acoger a refugiados en Europa, que se computa como una parte muy significativa de la ayuda, está claro que no contribuye al desarrollo de los países de origen de los refugiados. No pretendamos llamarlo financiación para el desarrollo. Incluso la pura ayuda humanitaria para desastres naturales o guerras tampoco contribuye al crecimiento económico a largo plazo ni a la autosuficiencia. Para nosotros, se trata de invertir en capital humano y eso es esencialmente salud. Y por supuesto en la nutrición. La gente subestima que si no recibes una nutrición adecuada en los primeros 1.000 días de vida, tu cuerpo y tu cerebro nunca se desarrollarán plenamente en todo su potencial. El mundo dispone de recursos suficientes para seguir financiándolos a gran escala.

P. Los países más vulnerables son los que menos han contribuido a la crisis climática, pero a la vez los más afectados. ¿Cuánto afecta a la salud?

R. El mayor impacto es en la nutrición. Cuando se producen catástrofes naturales, como inundaciones o sequías, el acceso a una alimentación se ve gravemente afectado. Además, las inundaciones a menudo provocan repuntes repentinos de enfermedades como malaria o dengue. Sabemos que las temperaturas muy altas aumentan los riesgos de parto. Por tanto, hay vínculos claros entre la salud y el clima, aunque el mayor impacto pasa por crear la resiliencia para enfrentar las perturbaciones climáticas. Hemos hecho, por ejemplo, grandes inversiones en la India en un tipo de arroz que puede permanecer inundado hasta dos semanas y seguir germinando. O maíz capaz de germinar en terrenos afectados por la sequía. Son áreas de investigación, en las que con los recortes estadounidenses nos hemos convertido en los grandes financiadores, un poco como la OMS. Y esa es una clara indicación de que el mundo no está poniendo sus recursos donde debiera, porque la responsabilidad es sobre todo de los gobiernos soberanos. Las organizaciones filantrópicas deberíamos ser como mucho los catalizadores, no podemos ser los que cubran las carencias de los Estados.

P. Fundaciones como la suya no dejan de ser capital privado, que no rinden cuentas como deberían hacer los gobiernos.

R. La ONU o la OMS podrían financiarse con bastante éxito sin demasiados recursos adicionales. Pero hemos visto con la covid y ahora con la crisis climática que el mundo no es muy bueno afrontando desafíos globales.

España ha asumido el liderazgo al acoger una conferencia de financiación para el desarrollo, en un momento en que no se considera una prioridad mundial

P. España se ha quedado casi sola aumentando su ayuda en un momento en el que otros reducen. ¿Tiene sentido?

R. España ha asumido el liderazgo al acoger una conferencia como esta de financiación para el desarrollo, en un momento en que no se considera una prioridad mundial y al tomar medidas concretas, como el generoso aumento del 30% en la reposición de fondos de Gavi [la alianza mundial para las vacunas]. Creemos que eso es lo que deberían hacer todos los países, porque redunda tanto en el interés nacional de España como en el mundial. Y demuestra el poder de respaldar enfoques multilaterales para abordar problemas globales. Aplaudimos el liderazgo del Gobierno español y animaremos a otros países a seguir su ejemplo.

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Sobre la firma

Ana Carbajosa
Periodista especializada en información internacional, fue corresponsal en Berlín, Jerusalén y Bruselas. Es autora de varios libros, el último sobre el Reino Unido post Brexit, ‘Una isla a la deriva’ (2023). Ahora dirige la sección de desarrollo de EL PAÍS, Planeta Futuro.
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