Mavis Owusu-Gyamfi, economista: “Hay mucho dinero que sale de África cuando necesitamos desesperadamente invertir en ella”
La presidenta y directora ejecutiva del Centro Africano para la Transformación Económica incide en la diversificación de la economía y en la necesidad de inversiones sostenibles como el motor de crecimiento del continente


Para la economista Mavis Owusu-Gyamfi (Ghana, 55 años), presidenta y directora ejecutiva del Centro Africano para la Transformación Económica (ACET, por sus siglas en inglés), uno de los principales institutos de políticas económicas de África, el momento actual de crisis del multilateralismo y recortes a la cooperación también presenta una oportunidad para el continente. “Los países deben preguntarse: ¿cómo generamos nuestros propios recursos? ¿Cómo se pueden utilizar mejor las finanzas? ¿Cómo podemos garantizar que no solo estamos haciendo crecer nuestras economías, sino también nuestras sociedades?”, mantiene en una entrevista con este diario en Hamburgo, durante la Conferencia de Sostenibilidad, celebrada a principios de este mes.
“Mientras los países del Norte Global miran hacia dentro [de sus fronteras], creo que es emocionante ver a África mirando hacia fuera, dentro del propio continente. Pensando en cómo los africanos pueden trabajar mejor juntos, comerciar, colaborar”, añade. “Somos 54 países, muchos mercados pequeños, pero al unirse se convierte en un gran mercado, el de más rápido crecimiento. Si colaboran para luego relacionarse con el resto del mundo, creo que África está en una posición mucho más fuerte que si hace lo que todos los demás en este momento, que es pensar solo en lo que está dentro de sus propias fronteras”, explica.
P. ¿Es África parte de la solución en este cambio de paradigma global?
R. Sin duda. El continente africano seguirá haciendo lo que tiene que hacer, que es desarrollarse y crecer, con o sin el mundo. Necesita no solo crecer de la forma extractiva tradicional, sino transformar sus economías. Es una parte integral de la solución y el mundo no puede pensar que puede progresar sin África.
P. ¿Qué condiciones hay que crear para atraer inversiones sostenibles al continente en lugar de simplemente extractivas?
R. La inversión sostenible tiene que ver con cómo se invierte en cadenas de valor completas y no solo en partes de esa cadena. Si queremos crear empleo, transformar nuestras economías y diversificarnos de la dependencia de materiales o materias primas, tenemos que preguntarnos cuáles son las leyes necesarias, qué infraestructura se requiere y qué tipo de capacidades se necesitan para atraer inversión destinada al desarrollo completo de la cadena de valor. También cómo podemos ayudar a los productores locales a integrarse en el proceso y cómo pasar de una parte de esa cadena a la siguiente. Puede que un solo país no lo haga todo. Podrías tener, por ejemplo, una situación en la que la República Democrática del Congo extrae el mineral, Zambia lo transforma en baterías, y Uganda las utiliza en coches eléctricos.
Luego tenemos que pensar en la facilidad de movimiento, en protocolos comerciales. Y recordemos que, durante mucho tiempo, debido al colonialismo, nuestro continente fue un lugar del que se extraían recursos. Por eso, nuestra infraestructura está diseñada para conectarse más fácilmente con el resto del mundo que entre nosotros.
P. ¿Cuáles son las consecuencias para algunos países africanos de tener que gastar más en servicio de deuda que en salud o educación?
R. Es otra forma de extracción. Hay mucho dinero que sale de África cuando necesitamos desesperadamente invertir en ella. Estamos pagando altos niveles de deuda, el coste de los préstamos es extremadamente alto porque los niveles de financiación concesional y ayuda se han reducido mucho. Al final, son los africanos pobres los que sufren. Y si a eso le sumamos los recortes, las recientes decisiones sobre USAID [la agencia de cooperación de Estados Unidos], el impacto es enorme. Ya estábamos lidiando con problemas de liquidez. Varios países son insolventes y están negociando la reestructuración de su deuda. La pregunta es: ¿de dónde va a salir el dinero? Ese es el reto.
P. ¿Cuál sería la solución?
R. Incluso en una crisis se debe invertir en la transformación de las economías. Si tuviéramos una economía más diversificada, tendríamos una fuente de ingresos más amplia, no estaríamos tan a merced del resto del mundo cuando hay una crisis. ¿Sabe que somos importadores netos de tomate procesado? ¿Por qué no podemos producir tomates enlatados y venderlos entre nosotros? ¿Por qué, en un momento en el que necesitamos dinero, no solo estamos pagando deuda, sino también importando tanto? Gran parte de la solución reside en hacernos más competitivos en exportación, ser más productivos y utilizar mejor la tecnología. Y cada vez que empezamos a hablar de esto, la gente dice: “Es algo a largo plazo”. El largo plazo tiene que comenzar en algún momento.
P. ¿Cómo pueden los países africanos mejorar su posición negociadora con los acreedores privados y multilaterales?
R. Fíjese en el Banco Mundial. ¿Cuántos directores ejecutivos tenemos? ¿Tres? ¿Para cuántos países? ¿54? Gran Bretaña tiene uno. ¿Cuál es la población de Gran Bretaña? ¿69 millones? Nigeria tiene 230 millones. Pero está ahí con no sé cuántos países más. Primero necesitamos un asiento y una representación justa en la mesa. Y una vez que la tengamos, entonces nos corresponde a nosotros asegurarnos de que las personas que ponemos allí sean nuestros mejores negociadores. Todo el mundo dice: negocien mejor. Pero cuando se representa a tantos países, hay un límite a lo que se puede hacer.
Mientras estamos ocupados retocando el sistema y dándonos palmaditas en la espalda, cada día nacen niños que salen perdiendoMavis Owusu-Gyamfi, presidenta y directora ejecutiva del Centro Africano para la Transformación Económica
P. Las economías emergentes necesitan financiación para invertir en salud pública, educación, transporte. Pero se enfrentan a elevados costes debido al riesgo percibido por los mercados. ¿Cómo revertir esta situación?
R. El reto con el riesgo es que se trata de una combinación de percepciones y un poco de realidad. Podemos abogar por un sistema de calificación más justo. Para tenerlo, nosotros, como países, debemos comprometernos más. Los que colaboran activamente con estas agencias, impulsan y comparten datos, cuestionan las calificaciones cuando se publican y se comprometen de verdad, obtienen mejores resultados que los que no lo hacen. PNUD, Africa Catalyst o ACET trabajamos para desarrollar la capacidad de calificación en los países africanos. Luego está el debate sobre la Agencia Africana de Calificación Crediticia (ACRA por sus siglas en inglés). No es que queramos una agencia de calificación que desafíe a las tres grandes, sino que se comprometa a nivel africano para comprender y garantizar que los sistemas de datos sean sólidos.
La otra cuestión es que la interconexión del continente significa que si hay un problema en tu frontera, te afecta. No creemos que sea justo que la inseguridad en el Sahel deba afectar las calificaciones en Zambia. Pero si hay inseguridad en las fronteras de Nigeria y Ghana, puedo entender por qué preocupa que la situación se extienda y lo que eso significa para el riesgo crediticio. Debemos trabajar juntos para abordar estos problemas. Pero hay cosas que están dentro de nuestro campo de acción y otras en las que necesitamos resistir.
P. ¿Cuáles?
R. El punto que mencionaste: la interpretación del riesgo. ¿Cómo defines el riesgo? ¿Y en qué medida tu percepción refleja una comprensión real del contexto en el que operas? Tú y yo podríamos decidir que Hamburgo es el lugar más peligroso del mundo. Pero tú nunca has estado, solo viste noticias en televisión sobre crímenes. Yo vivo en Hamburgo y sé que esas noticias representan solo una pequeña esquina de la ciudad. Mi percepción del riesgo es muy diferente de la tuya. El conocimiento y el contexto local es importante. También cómo se analiza el potencial de crecimiento del PIB y el riesgo asociado a ese crecimiento. Cómo se evalúa la capacidad institucional es clave. Y algo que a menudo les cuestionamos a estos actores es: las instituciones de China no son perfectas, pero mira el desarrollo que ha tenido. Entonces, ¿por qué asumes que nuestras instituciones tienen que serlo para que podamos desarrollarnos?
Hay mucho dinero que sale de África cuando necesitamos desesperadamente invertir en ellaMavis Owusu-Gyamfi, presidenta y directora ejecutiva del Centro Africano para la Transformación Económica
P. ¿Es necesario reformar la arquitectura financiera mundial?
R. Se está trabajando en la reforma del Banco Mundial, en la mejora del marco común del G-20, en el funcionamiento del sistema comercial. El problema es que todo va demasiado lento. Si estos avances tardan 10 años, eso supone una generación de niños que se perderán una educación infantil y primaria de calidad. Mientras estamos ocupados retocando el sistema y dándonos palmaditas en la espalda, cada día nacen niños que salen perdiendo.
Por eso en África se habla mucho de cómo mejorar la arquitectura financiera del continente. ¿Cómo pueden el Banco Africano de Desarrollo y los demás bancos multilaterales de desarrollo africanos aprovechar mejor su influencia? ¿Qué regulaciones y políticas se necesitan para que nuestros fondos de pensiones reinviertan en África en lugar de quedarse en Norteamérica o Europa? Mientras luchamos por una mejor arquitectura financiera mundial, también estamos trabajando en la nuestra propia y en cómo ampliarla, mejorarla y hacerla más eficaz para las inversiones continentales. Debemos ser proactivos en hacer las cosas que están a nuestro alcance mientras abogamos para que el resto del mundo nos encuentre a mitad de camino.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
