La suspensión de USAID amenaza el programa estrella contra la malaria, capaz de evitar 100.000 muertes y 13 millones de casos en un año
En medio de la incertidumbre por el futuro de la iniciativa que se ejecuta en África desde 2005, ‘The Lancet’ publica un estudio en el que cuantifica los beneficios de invertir en mosquiteras con insecticida, tratamientos, fumigaciones y prevención para combatir la enfermedad


Uno de los programas estadounidenses más importantes en la lucha contra la malaria en África pende de un hilo y las consecuencias de su desaparición o debilitamiento serían catastróficas. Esta es la conclusión a la que ha llegado The Lancet, que ha publicado este viernes un estudio en el que calcula que si la Iniciativa Presidencial contra la Malaria (PMI, por sus siglas en inglés), que comenzó en 2005 con George W. Bush, continuara sin contratiempos y con su presupuesto completo, se evitarían 13 millones de casos de la enfermedad y se salvarían más de 104.000 vidas en 2025. Sin embargo, es poco probable que se cumplan estas expectativas por la suspensión de USAID, la agencia de Estados Unidos para el desarrollo, que dirigía y ejecutaba la mayoría de tareas de este programa. La situación podría incluso empeorar ante las previsiones de que la financiación del programa se reduzca drásticamente en 2026.
Peter Gething, uno de los autores del estudio y codirector del Malaria Atlas Project del Kids Research Institute Australia (Instituto de Investigación Infantil de Australia), explica que este estudio utilizó modelos matemáticos para evaluar el potencial del PMI para evitar casos y muertes por malaria. “Este trabajo”, comenta por correo electrónico, “tiene por objeto proporcionar pruebas objetivas que sirvan de apoyo a los responsables de la toma de decisiones en este momento de importante reconfiguración de la política de ayuda internacional”.
La malaria es la enfermedad más mortal del mundo transmitida por un mosquito. En 2023, hubo 263 millones de casos nuevos en 83 países ―11 millones más que en 2022― y murieron 597.000 personas, según el más reciente informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El 94% de los casos y el 95% de las muertes se concentraron en África.
En los últimos 20 años, EE UU, a través del PMI, ha invertido más de 9.000 millones de dólares (7.800 millones de euros) para apoyar a países socios en la lucha contra esta enfermedad a través de la instalación de mosquiteras con insecticida, fumigaciones, diagnóstico, terapias combinadas ―un tratamiento con fármacos que combina un derivado de la artemisinina con otro medicamento que ataca el parásito― y quimioprevención estacional en temporada de lluvias. Además de los cálculos recién publicados por The Lancet para 2025, se estima que se han salvado unos 12 millones de vidas y se han evitado más de 2.000 millones de casos de malaria en dos décadas de trabajo.
Pero con la suspensión de USAID, ordenada por el presidente Donald Trump a finales de enero, el programa quedó en el limbo. Si bien el PMI sigue activo, se han producido recortes, afirma Charles Kenny, investigador del Center for Global Development (Centro para el Desarrollo Global). “Nuestros mejores cálculos apuntan a que un tercio de la financiación de USAID para la malaria se recortó como parte de la cancelación de subvenciones”, explica Kenny a través de correo electrónico. Y, aunque oficialmente los contratos y subvenciones restantes siguen en vigor, hay evidencia, dice el investigador, de que los pagos son lentos y de que algunos socios ejecutores han quebrado —por la falta o el retraso en los pagos procedentes de USAID—, lo que afecta a las operaciones.
Hay presupuesto para 2025. En marzo, el legislativo estadounidense aprobó la prórroga presupuestaria, y asignó cerca de 1.000 millones de dólares para el PMI este año, según KFF, una organización sin ánimo de lucro que investiga políticas públicas sanitarias. El problema, como explica a este diario la campaña Malaria No More, es que “la Casa Blanca y el Departamento de Eficiencia Gubernamental se han negado a gastar estos fondos según las instrucciones del Congreso”. Esto ha llevado, dicen, a la cancelación de contratos del PMI y a la reducción de personal. “Aunque muchos contratos del PMI siguen vigentes, el alcance de sus actividades en los países endémicos sigue sin estar claro”, asegura Malaria No More.
Sin embargo, el nuevo y mayor temor es que el presupuesto del PMI para 2026 se recorte a la mitad, a 424 millones de dólares, como han publicado Science, KFF y CNN a partir de la solicitud de presupuesto que hizo la administración Trump el pasado 30 de mayo.
Los autores del estudio recién publicado en The Lancet afirman que el “futuro inmediato y a largo plazo del PMI es actualmente incierto”. El profesor Gething, además, apunta que “en el panorama político actual, los presupuestos de ayuda internacional están sometidos a una presión cada vez mayor y es necesario tomar decisiones difíciles para proteger los avances logrados”.
Lo más efectivo: las terapias combinadas y las mosquiteras
Si el PMI se implementara perfectamente en 2025, se salvarían 104.000 vidas, lo que equivale al 37% de la carga total de mortalidad en las zonas de interés en África para el PMI. Además, se evitarían 13 millones de casos, el 11% de la carga total de morbilidad. Para llegar a esta conclusión, los investigadores reunieron datos sobre mosquiteras con insecticida, terapias combinadas, quimioprevención estacional y fumigación y crearon un escenario en el que el PMI continuaba sin imprevistos y otro en el que no se ejecutaba el programa.
El estudio detectó que las estrategias más efectivas serían la terapia combinada, que evitaría el 55% de los casos, seguida de las mosquiteras y la quimioprevención. Por otra parte, se encontró que el PMI salvaría más vidas en Nigeria (20.000) y República Democrática del Congo (10.000). “Estas estimaciones no se basan en simples extrapolaciones de vidas salvadas por dólar, sino que se construyen a partir de una reconstrucción detallada de las actividades de adquisición y distribución previstas para las principales clases de productos básicos para el control de la malaria”, escriben los autores en el estudio.
Los datos, no obstante, son conservadores. El análisis no tiene en cuenta factores como pruebas diagnósticas, vacunación, falta de personal o, incluso, un efecto rebote de la enfermedad. Tampoco se llegó a calcular lo que costaría a los sistemas sanitarios africanos el aumento de casos de malaria.
Los problemas que causarían estas otras carencias no son poca cosa. Por ejemplo, dicen los investigadores, si no hay suficiente acceso a diagnóstico, se corre el riesgo de distribuir de forma ineficiente los tratamientos.
Los ojos de múltiples organizaciones que trabajan por la salud global están puestos sobre el futuro de la lucha contra la malaria. Otros estudios ya habían advertido de los posibles efectos de recortar o suspender programas como el PMI. ISGlobal, por ejemplo, había cuantificado que se podrían registrar 15 millones de casos de malaria y 107.000 muertes adicionales.
Regina Rabinovich, directora de la Iniciativa para la Eliminación de la Malaria de ISGlobal, afirma que la situación es caótica e incierta. “No creo que vayan a eliminar por completo el PMI, sino que lo trasladarán al Departamento de Estado y eso tomará tiempo”, explica en una entrevista telefónica, “pero este no tiene la capacidad contractual para hacer lo que hacía USAID”. Aunque se intente mantener el PMI, considera Rabinovich, el problema es que no hay un plan claro para hacerlo: algunos de los trabajadores que permitían que el programa funcionara fueron despedidos y ya buscan otros trabajos y se han reducido los equipos que operaban en las comunidades. “No hubo transición. Cortaron fondos y ahora tratan de resucitar los programas”, comenta. Por otra parte, recuerda la directora, la crisis de financiación no solo vendrá por cuenta de EE UU, sino de otros países como Reino Unido, Alemania y Francia, que también han reducido sus gastos a este sector.
Otra dificultad, añade Rabinovich, es que el futuro de la lucha contra la malaria no solo se verá afectado por los recortes al PMI, sino a otros programas como el Fondo Mundial, que también recibe recursos estadounidenses, y la Alianza Mundial para Vacunas e Inmunización (GAVI).
La campaña United to Beat Malaria también teme por el futuro de otros programas que dependen de financiación de EE UU y de otros países. “Una reducción general del apoyo al Fondo Mundial podría suponer un retroceso tras décadas de avances sostenidos contra la malaria y el debilitamiento de los sistemas de salud”, afirmó la campaña en su web a principios de junio. “Podemos lograr un mundo libre de malaria, pero solo si seguimos invirtiendo y reforzando programas de eficacia probada, como la PMI y el Fondo Mundial, que han mantenido el progreso y nos ayudarán a acelerarlo”, defendió.
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