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Derechos infancia
Tribuna
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La educación salva vidas y reconstruye el futuro

En el marco de la Semana de Acción Mundial por la Educación 2025, miembros de la comunidad educativa instan a los Estados a garantizar el acceso a la Educación en Emergencias para los 234 millones de menores que carecen de una formación de calidad

Semana de Acción Mundial por la Educación

Guerras, desastres naturales, desplazamientos forzados… Cuando las crisis golpean, la educación es lo primero que se pierde y lo último en recuperarse, dejando a millones de niños y niñas sin el derecho a aprender, condenando generaciones enteras a un futuro incierto.

Lo hemos visto en Gaza, donde casi el 88,5% de las escuelas han sido dañadas o destruidas, dejando a miles de niñas y niños sin la posibilidad de regresar a clases durante más de un año. Lo vemos en Sudán, donde más de 17 millones de niños y niñas han quedado fuera del sistema educativo. O en Níger, donde según datos de 2023 del Consejo Noruego para Refugiados, el 42% de los estudiantes no asistía a clase debido al conflicto, los desastres y el desplazamiento. Y también lo hemos vivido en España, cuando la DANA de 2024 obligó al cierre de escuelas, afectando a 40.000 estudiantes y generando una crisis educativa que aún persiste.

Hoy, 234 millones de niños, niñas y adolescentes en edad escolar se ven atrapados por las crisis y requieren asistencia urgente para acceder a una educación de calidad. Esta cifra, alarmante, no solo es un número: es la infancia desplazada por la violencia, niñas obligadas a casarse o asumir tareas domésticas al no poder volver a clase, adolescentes que migran sin protección y, atrapados entre el miedo y la incertidumbre, docentes que enseñan entre ruinas o a la intemperie (exponiendo sus vidas), familias que lo han perdido todo. La educación, que debería ser refugio y un derecho garantizado, se ve interrumpida, carece de una financiación adecuada y queda invisibilizada.

En medio de las crisis, la escuela puede ser una tabla de salvación. Volver al aula no solo es aprender: es recuperar una rutina, reencontrarse con amistades, acceder a una comida, recibir apoyo psicosocial y adquirir herramientas para enfrentar la crisis. Una escuela abierta puede prevenir el trabajo infantil, reducir los embarazos adolescentes, detener las redes de trata de personas, reforzar la autoestima y generar vínculos. Porque la educación salva vidas.

La seguridad no se logra con más armas, sino con más escuelas, más maestras y maestros, más libros, más apoyo psicoemocional

En 2024, se cubrió solo el 29% de la financiación necesaria para Educación en Emergencias. De los 3.000 millones de dólares (2.608 millones de euros) solicitados al mundo por las Naciones Unidas, apenas se desembolsaron 879 millones (817 millones de euros). Esta brecha no solo es inaceptable, sino una amenaza directa para el futuro de millones de niños y niñas. Mientras tanto, los presupuestos militares se disparan, la Unión Europea y España han anunciado su compromiso de elevar el gasto en defensa al 2% del PIB antes de 2029.

¿Qué pasaría si aplicamos ese mismo compromiso con la educación? Invertir en Educación en Emergencias es invertir en seguridad, en paz, en justicia social. Es construir un presente más digno y un futuro posible para quienes lo han perdido todo. La seguridad no se logra con más armas, sino con más escuelas, más maestras y maestros, más libros, más apoyo psicoemocional. Porque las escuelas son refugios de paz y esperanza en medio de tantas crisis.

Tume, de 10 años, yendo a la escuela del campamento de personas desplazadas internas en Etiopía.

Por eso, la Campaña Mundial por la Educación (CME), liderada por Ayuda en Acción, Educo, Entreculturas, Madre Coraje y Plan International, se moviliza un año más en la Semana de Acción Mundial por la Educación (SAME) 2025, que se celebra del 28 de abril al 5 de mayo. En esta ocasión, bajo el lema “La educación salva vidas: ¡defiende la educación, apaga la emergencia!”, y junto a entidades aliadas, estudiantes, docentes y otros miembros de la comunidad educativa de diferentes comunidades autónomas, exigimos a los Gobiernos que garanticen el acceso a la Educación en Emergencias como una prioridad real, y contribuyan así a la construcción de una sociedad más justa y resiliente.

Pedimos también que se priorice la construcción de sistemas educativos resilientes, inclusivos, que no dejen a nadie atrás. Que integren a las personas desplazadas, refugiadas, apátridas

En la SAME, a través de nuestro posicionamiento, pedimos a los Estados, y especialmente a España, que asuman su papel como actores clave en la agenda internacional. Que destinen al menos el 10% de la ayuda humanitaria a Educación en Emergencias, que refuercen su compromiso con fondos multilaterales como Education Cannot Wait (ECW) y el Global Partnership for Education (GPE), y que impulsen alianzas estratégicas con organizaciones locales, que son quienes primero responden en las crisis.

Pedimos también que se priorice la construcción de sistemas educativos resilientes, inclusivos, que no dejen a nadie atrás. Que integren a las personas desplazadas, refugiadas, apátridas. Que garanticen espacios seguros y de cuidados para niñas, niños y adolescentes en toda su diversidad. Que protejan especialmente a las niñas, quienes enfrentan mayores barreras y riesgos, especialmente en contextos de emergencia. Y que escuchen a la infancia, a la juventud, que sean ellas y ellos protagonistas de las decisiones que afectan a su educación.

Este 2025, recordemos que la educación salva vidas, que cada día que una niña pasa sin ir a la escuela es un día que pierde la oportunidad de llegar a ser quien sueña ser. Que cada escuela reconstruida es una promesa de futuro. Y que no hay verdadera reconstrucción sin educación.

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