Ir al contenido
_
_
_
_
COLUMNA
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Tolerancia cero

El PSOE tiene que combatir la corrupción y no negar la realidad

Diego S. Garrocho

Uno sabe que un político no dice la verdad cuando empieza a recurrir a frases prefabricadas. Son varias las formulillas enlatadas con las que los representantes públicos suelen esquivar la realidad incómoda. “No todo vale en política”, “a mí ustedes no me dan lecciones de democracia” o “hay que tener altura de miras” son algunas de esas tristes letanías que demuestran algo más que pobreza verbal: suelen ser afirmaciones con las que, en no pocas ocasiones, se intenta ocultar alguna verdad.

En las últimas horas, se ha instalado en el Gobierno una nueva consigna: que el Partido Socialista tiene tolerancia cero con la corrupción (no como otros partidos, apostillan los aficionados a la falacia del “y tú más”). La frase no solo es previsible, sino que, atendiendo a los hechos, resulta insostenible. De cuantos escándalos atraviesan al PSOE (Ábalos, Koldo, Cerdán, Paco Salazar, Leire Díez, Miguel Ángel Gallardo…), ni uno solo ha sido revelado por iniciativa del propio partido. Todos se han destapado por acción de periodistas o de la justicia, los dos contrapoderes que algunos, casualmente, intentan calificar de golpistas.

Sentado este hecho, que evidencia la escasa proactividad del partido a la hora de detectar conductas indeseables, si analizamos el caso Ábalos descubrimos que son muchas las sombras que rodean su gestión. Es cierto que, cuando se inició la causa judicial, se le pidió al exministro de Transportes que entregara el acta de diputado (ofreciéndole, por cierto, participar en tertulias y un empleo en una consultora). Pero conviene no olvidar que esa misma acta la obtuvo porque el PSOE lo colocó como número dos en la lista por Valencia el 23-J. Una decisión adoptada después de haberlo descabalgado ya como ministro y de que se hubiera publicado información inculpatoria que hoy sabemos veraz. El argumentario de entonces pasaba por apelar a la “máquina del lodo”.

No es distinto el caso de Cerdán. Cuando Sánchez lo ratificó en su puesto en el congreso federal de Sevilla, Aldama ya había afirmado que le había entregado 15.000 euros en metálico, y muchas voces habían alertado al presidente del perfil poco idóneo del de Milagro. En el momento en el que se anunció la inminente publicación del demoledor informe de la UCO, hubo quien consideró que la estrategia más honrada pasaba por negar la existencia del documento y apuntar, otra vez, al mensajero. Visto lo visto, la tolerancia cero de algunos parece tomar por objeto, más que a la corrupción, a la propia realidad.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Diego S. Garrocho
Diego S. Garrocho es profesor de Filosofía Moral en la UAM, donde coordina el Máster en Crítica y Argumentación Filosófica. Autor de 'Moderaditos. Una defensa de la valentía política' (2025), 'El último verano' (2023), 'Sobre la nostalgia' (2019) y 'Aristóteles. Una ética de las pasiones' (2015). En 2021 ganó el Premio David Gistau de periodismo.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_