Los judíos españoles no pueden justificar el genocidio en Gaza
El derrumbe moral de las comunidades judías españolas con su posición ante Gaza pone en cuestión décadas de trabajo y de sensibilización sobre la cultura del holocausto en España

Ochenta años después del fin de la Segunda Guerra Mundial un nuevo genocidio vuelve a sacudir nuestro frágil orden moral. El filósofo judío Theodor Adorno escribió en 1949 que era difícil escribir poesía después de Auschwitz. En este nuevo tiempo de oscuridad, donde también se hace difícil escribir, no solo poesía, cabe hacerse algunas preguntas urgentes sobre el apoyo inquebrantable hacia Israel de las comunidades judías de la diáspora.
Israel está cometiendo un genocidio en Gaza según han concluido las oenegés israelíes B’Tselem y Médicos por los derechos humanos. También han llegado al mismo dictamen Francesca Albanese, relatora especial de la ONU para Cisjordania y Gaza, Amnistía Internacional y Human Rights Watch, y un número cada vez mayor de expertos en estudios sobre genocidio y derecho internacional, entre los que destaca el israelí Omer Bartov, profesor de la Universidad de Brown.
El Gobierno israelí no solo niega que se esté cometiendo tal genocidio, sino que ha invocado el holocausto judío para encubrir los crímenes de las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI). El historiador israelí Daniel Blatman escribió recientemente en Haaretz que la identidad de víctima que Israel ha construido a lo largo de generaciones alimenta ahora su negación del genocidio en Gaza.
En nuestro país, la Federación de Comunidades Judías de España (FCJE), entidad representativa de las comunidades judías españoles, se ha movido entre un llamamiento a la limpieza étnica de los palestinos de Gaza a la negación del genocidio palestino. El derrumbe moral de las comunidades judías españolas, representadas en la FCJE, con su posición ante Gaza pone en cuestión décadas de trabajo y de sensibilización sobre la cultura del holocausto en España. Esta toma de posición supone, además, una total deshumanización de los palestinos de Gaza y Cisjordania, en sintonía con las declaraciones de distintos ministros israelíes, para quienes los “palestinos no son humanos”.
La primera postura sobre Gaza de la FCJE llegó en boca de su secretario general, Maxo Benalal, quien escribió un artículo en el periódico El Debate el 10 de octubre de 2023, tres días después del 7-O. En el citado artículo, titulado “Si las madres árabes quisieran tanto a sus hijos”, la FCJE apoyó la limpieza étnica en Gaza con estas palabras: “Es más que obvio que Israel puede, por mar y por aire, acabar con esta lacra y los terroristas deberán asumir las bajas colaterales: todas las bajas colaterales. De hecho, se está impulsando para que se dejen de lado los bombardeos quirúrgicos de precisión y se favorezcan los bombardeos masivos de posiciones terroristas, siempre más efectivos. Además, Israel deberá cortar, desde ya, todos los servicios de agua, mercancías, carburante, teléfono y electricidad a la Franja de Gaza de forma que el funcionamiento de ese territorio quede completamente bloqueado”. Este artículo, que replica las declaraciones del día anterior de Yoav Gallant, entonces ministro de defensa israelí, nunca fue rebatido por ningún cargo de la FCJE, incluida la Junta Directiva actual.
La segunda postura de la FCJE ha sido de complicidad con el genocidio palestino, pues el silencio que ha mantenido durante más de 22 meses no puede considerarse otra cosa que como un apoyo incondicional a Israel. Como expresó el académico Peter Beinart en una entrevista a The Guardian en enero de 2025, el apoyo inquebrantable de la comunidad judía estadounidense a las políticas israelíes, incluida la ocupación y la guerra de Gaza, ha propiciado una crisis moral sin precedentes. Beinart sostiene que este apoyo es una suerte de idolatría al Estado israelí, al que se brinda respaldo haga lo que haga, pero con la contracara de que, si eres palestino, caes en desgracia, pues tu vida no tiene valor ninguno. Estos mismos principios que Beinart somete a la comunidad judía estadounidense son plenamente aplicables al caso de las comunidades judías españolas.
La complicidad de la FCJE frente al genocidio palestino la sitúa ante el dilema existencial más importante de sus más de cuatro décadas de vida. Pues la propia FCJE fue pieza clave, de 1991 a 1994, en promover la comisión parlamentaria que impulsó la reforma del Código Penal español para la inclusión del delito de negación del genocidio. Fue Violeta Friedmann, superviviente de Auschwitz, quien, ante la negación del holocausto por parte del nazi León Degrelle en una entrevista en TVE, rompió su silencio en este mismo periódico el 17 de julio de 1985 y comenzó a contar su historia, provocando una catarsis en la opinión pública. El abogado Jorge Trías Sagnier, junto a Alberto Benasuly de la B’nai Brith, representaron a Violeta en una demanda al honor contra Degrelle que se resolvió favorablemente en el Tribunal Constitucional. Esta histórica demanda fue la propiciadora de este cambio de paradigma en el que, el Código Penal español reconoce, por primera vez, la negación del genocidio como delito.
Podría darse la paradoja de que, si la Corte Internacional de Justicia (CIJ) en el caso de Sudáfrica contra Israel o un tribunal español determinan en el futuro que hubo genocidio en Gaza, la propia FCJE se encuentre en el lado de los negacionistas del genocidio, una tipificación de delito que esta misma institución contribuyó a introducir en la legislación española. Sería una curiosa, por así decirlo, vuelta de tuerca de la historia.
Pero pese al naufragio moral de la FCJE, existen otras voces judías en España que cuestionan este relato deshumanizador y cómplice con el genocidio palestino. Voces como las del rabino Stephen Berkowitz, único líder religioso que ha condenado las atrocidades israelíes, invocando el valor judío de la santificación de la vida. Voces críticas como las de Amir Hallel, israelí residente en Barcelona, que unido a otros israelíes y palestinos trabaja para denunciar la destrucción de Gaza y de sus habitantes. Voces como la asociación JCall-Otra Voz judía, en donde luchamos contra la ocupación y contra el genocidio palestino, apoyando los movimientos binacionales de resistencia no-violenta israelíes y palestinos.
Las comunidades judías españolas se enfrentan a un serio dilema, como expuse arriba, o siguen apoyando incondicionalmente a Israel, o buscan reconstruir sus comunidades de la quiebra moral de Gaza sobre la base de la ética judía, recuperando valores, ahora profanados, como la justicia, la igualdad y la santificación de la vida, de todas las vidas, incluidas las de los palestinos. Pues como dice el Talmud: “Quien salva una vida, salva a la humanidad entera”.
En relación a mi personal relación con Israel, ahora en fase de cuestionamiento, valgan estas palabras de Enrique Santos Discépolo que dicen: “Fiera venganza la del tiempo / que le hace ver deshecho lo que uno amó”.
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