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COLUMNA
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El olvido y el fuego

De la rapidez con la que se atienda la urgencia de los incendios dependerá que se afiancen los partidos que quieran defender las instituciones

Vecinos de Bendollo observan la evolución del incendio que asola sus casas en la sierra de O Courel, este lunes.
José Luis Sastre

Han contado los vecinos la rapidez con la que tuvieron que salir de sus casas y dejar sus pueblos, y cómo muchos de ellos se negaron a marcharse. Han contado que se sintieron solos y que ese abandono no es de ahora, sino que es de antes. Han descrito una fractura entre el campo y la ciudad de la que no son conscientes en muchos despachos de la gran ciudad. Han descrito un malestar.

Han descrito los efectos de la despoblación, que no son solo las casas vacías y las escuelas vacías o la falta de médicos y los servicios que cuesta cada vez más mantener; que no son solo la soledad, el envejecimiento o el frío de los inviernos, sino que implican también el abandono de los campos y de la ganadería extensiva con la que siempre se cuidó de los montes.

Han descrito las carencias en las peores horas, cuando todo era fuego por todas partes, y a esa indignación muchos la han llamado antipolítica, porque habrá quien quiera aprovecharse y se aproveche. Pero no parece que pueda llamarse antipolítica a una reacción que se tiene, precisamente, porque se esperan respuestas concretas de la gestión política: porque la gestión de los incendios lo es. Es política la prevención y el cuidado del monte. Lo es la inversión pública a partir de los impuestos, la distribución de los recursos y la coordinación con los ayuntamientos para que cada municipio pudiera disponer de una infraestructura mínima, para que hubiera una mínima capacidad de respuesta.

Son políticas la movilización de los bomberos, su formación y sus condiciones de trabajo. Lo es resolver las denuncias por la precariedad de quienes se juegan el tipo por apagar los fuegos. Lo es, ahora que los focos todavía arden, la respuesta rápida a las necesidades más urgentes, que son las ayudas para que los afectados recuperen un lugar donde vivir y un trabajo con el que volver a ganarse la vida. Eso es lo que se espera para ya mismo y, de la misma manera que ha ocurrido en otras crisis, será la rapidez con la que se atiendan esas urgencias con la que los partidos que quieran defender las instituciones rebatirán a quienes quieran hacer creer que existen formas sencillas de afrontar una emergencia de esta magnitud.

Quizá aún están a tiempo de dar respuestas políticas mientras se comprometan a no olvidarse de territorios que, ciertamente, pisan sobre todo cuando las campañas electorales les obligan a disputarse el voto y a preguntarse, como escribió Delibes, para qué sirve la flor del saúco. De ellos depende. De lo contrario, lo único que tendrán que hacer quienes busquen rédito político será seguir esperando.

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Sobre la firma

José Luis Sastre
José Luis Sastre (Alberic, 1983) es licenciado en Periodismo por la UAB con premio Extraordinario. Ha sido redactor, editor, corresponsal político y presentador en la Cadena SER. Creador de varios podcasts, actualmente copresenta Sastre y Maldonado. Es subdirector de Hoy por Hoy y columnista en EL PAÍS. Autor de Las frases robadas (Plaza y Janés).
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