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Red de Redes
Columna
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La leyenda de Ea-Nasir

La viralidad de una carta de reclamación de hace 3.750 años nos recuerda lo que atrae a los humanos del pasado lejano

El Museo Británico, en Londres.
Thiago Ferrer Morini

El Museo Británico, en Londres, es una de las maravillas del mundo. Aun si uno proviene de esos lugares concienzudamente saqueados para abastecerlo de artefactos, debe reconocer que es un sitio asombroso. Millones de visitantes cruzan sus puertas cada año, y muchos acuden a ver algo en concreto: la piedra de Rosetta, los mármoles del Partenón o los leones de Nimrod. Pero en los últimos años ha habido una novedad. Cada vez más gente llega buscando en el departamento de asiriología una tablilla de barro más pequeña que un teléfono móvil, e incluso se saca fotos con ella.

Está prosaicamente etiquetada como “Queja acerca de la entrega de cobre con el grado de calidad equivocado”, y está datada en Ur, en el actual Irak, alrededor del año 1750 antes de nuestra era. Según la página web del museo, fue encontrada por sir Leonard Woolley y pertenece a la colección del British desde 1953.

La carta señala: “Decid a Ea-Nasir que Nanni manda el mensaje siguiente. Cuando estuviste aquí, me dijiste: ‘Daré a tu enviado lingotes de cobre de buena calidad’. Te fuiste, pero no hiciste lo que me prometiste. Pusiste frente a mi mensajero lingotes de mala calidad y le dijiste: ‘Si los quieres, llévatelos; si no los quieres, vete’. ¿Quién te crees que soy para tratarme con ese desprecio?”. Y termina: “Ya no aceptaré de ti cobre que no sea de buena calidad. Seleccionaré yo mismo cada uno de los lingotes en mi patio, y podré rechazarlos porque me has tratado con desprecio”.

Cuentan los arqueólogos que Ea-Nasir era un comerciante que viajaba regularmente a las tierras de Dilmun (en la península Arábiga, en las actuales Qatar y Baréin) a por cobre que llevaba a Mesopotamia. Y que la carta de Nanni no es la única de ese estilo que se encontró en lo que se cree que fue la residencia de Ea-Nasir en Ur: hay varias, todas quejándose de la calidad del cobre o de que no había sido entregado.

Hasta ahora, nada fuera de lo normal: una tablilla de barro cocido en cuneiforme como los miles que hay en el Museo Británico y que, en su mayor parte, pasan inadvertidas. Pero la carta a Ea-Nasir fue a parar al Libro Guinness de los Récords como “la carta de reclamación más antigua de la historia”. Y de ahí, al estallido en redes. Existe hasta un grupo en Reddit (r/ReallyShittyCopper) dedicado a todo lo relacionado con Ea-Nasir. El nombre del grupo proviene de una frase: “Imagínate que, más de 3.500 años tras tu muerte, tu nombre es recordado por la humanidad por vender cobre de mierda”.

My older son texted me this meme because he knew I’d like it, and I’ve never been so proud.

[image or embed]

— Ignisentis (@ignisentis.bsky.social) Jul 15, 2025 at 4:19

Evidentemente, no nos queda constancia gráfica de cómo era Ea-Nasir, pero eso no ha sido un impedimento para los creadores de memes. Una estatua sumeria, pero no de la misma antigüedad (de hecho, datada un milenio antes de la tablilla) y no del mismo museo (se encuentra en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York) se ha convertido en la representación visual del comerciante.

It’s one of the best things in the world. Customer service so awful it has made someone’s memory live on into immortality.

[image or embed]

— Driftless Thinking (@mndriftless.bsky.social) Jul 23, 2025 at 7:05

¿Dónde radica la clave del éxito de Ea-Nasir? Puede ser que lo que los museos (empezando por el British) suelen destacar más son las obras maestras de cada civilización. Piezas dignas de reyes, de nobles o de ricos comerciantes. Pero la carta a Ea-Nasir es el inicio (que sepamos) de una línea que va directamente de la Mesopotamia de la Edad del Bronce a lo que te llega cuando pides por Wallapop o AliExpress. Y es curioso: la mayoría de los memes muestran a Ea-Nasir como un antihéroe, un pícaro estafador que se regocija colocando cobre de mala calidad a mesopotamios incautos.

En todo caso, lo que nos confirma la leyenda de Ea-Nasir es que lo que realmente nos gusta del pasado, especialmente del pasado lejano, es saber que eran, al final, gente como nosotros. Es lo que lleva a millones de visitantes a Pompeya todos los años a ver los restos de panaderías y una señal de “cuidado con el perro”. Es un aspecto que los museos deberían cuidar más, porque a los humanos nos interesan, sobre todo, los humanos.

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Sobre la firma

Thiago Ferrer Morini
(São Paulo, 1981) Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Complutense de Madrid. En EL PAÍS desde 2012.
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