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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

No al gueto de Gaza

El plan de Netanyahu de ocupar la Franja contra toda lógica militar solo sirve para sostener su Gobierno sobre una montaña de muertos

edito 09 08 2025
El País

La ocupación militar total de Gaza por Israel tiene luz verde. La orden fue aprobada por el gabinete de seguridad israelí en la madrugada del viernes. Previamente, el primer ministro, Benjamín Netanyahu, lo anunció en una entrevista en Fox News, es decir, se lo dijo a Donald Trump por televisión. No está claro cuándo dará el ejército los primeros pasos, ni en qué consiste el “control” de Gaza, ni siquiera si el plan se refiere a la ciudad de Gaza o a todo el territorio. El mero anuncio consolida la espantosa realidad de que, 22 meses después de comenzar la operación militar contra Hamás, el futuro a corto plazo de Gaza es el de ser un gueto en el que sus dos millones de habitantes solo esperan, básicamente, su destrucción.

La ONU ha calificado este escenario como “catastrófico”, una palabra sin apenas significado ya en el horror que viven los habitantes de Gaza. Alrededor del 88% del territorio está bajo algún tipo de orden de evacuación y la mayoría de la población se hacina en condiciones infrahumanas en el resto. La ocupación de toda la Franja va contra toda lógica militar, hasta el punto de que el jefe del Ejército de Israel, Eyal Zamir, mostró con vehemencia su oposición al plan. Solo traerá más muerte, más bajas, más sufrimiento humano en un lugar donde han muerto ya 61.000 personas (más las que se encuentran bajo los escombros) y no quedan infraestructuras civiles en pie. Por el lado de Israel, supondrá movilizar a más reservistas, más bajas y con toda probabilidad el fin de la esperanza de recuperar a los 20 rehenes que se calcula que siguen vivos.

Esta es la culminación de un plan sistemático de destrucción de la Franja para anexionar el territorio que siempre ha estado en las fantasías de la ultraderecha fanática de la que depende la estabilidad del Gobierno de Netanyahu. No es una improvisación. Ahora está claro que siempre fue el objetivo final, disfrazado de distinta terminología militar y antiterrorista. Para lograrlo, los civiles sobran. El debate sobre si es un genocidio o cualquier otra definición jurídica es una trampa dialéctica. La monstruosidad que está ejecutando Israel en Gaza es ya una de las barbaries más grandes del siglo XXI.

Con la orden de ocupación, Netanyahu también le está diciendo a sus conciudadanos y al mundo que para él este es un viaje sin retorno y sin redención. No hay un escenario de desescalada en el que pueda dejar el poder sin pagar de una forma u otra por esta matanza con la que no ha logrado ni uno de los objetivos iniciales que prometió a los israelíes. Perseguido por la justicia de su país y la internacional, preso de los fanáticos convencidos de liderar una misión divina, Netanyahu solo puede seguir adelante. Lo hace convencido, además, de que al manto de impunidad con el que Israel ha operado durante décadas le quedan varias capas antes de caer del todo.

Es urgente hacerle ver que no es así. Los gobiernos occidentales tienen que asumir de una vez que la huida hacia delante de Netanyahu no tiene límite. No hay nada que Estados Unidos o la UE puedan hacer para detener la masacre con las tradicionales armas de la diplomacia entre aliados, cuando el primer ministro no escucha ni siquiera al jefe del ejército o a los familiares de los rehenes. Netanyahu es ya, a ojos de gran parte de la opinión pública de Occidente, un criminal de guerra. Los gobiernos que representan a los ciudadanos espantados ante las imágenes de niños muriendo de hambre en Gaza tienen que repudiarlo y tratarlo como se merece. Protestas como las de Alemania, Reino Unido y Francia esta semana llegan con años de retraso y con una timidez impropia de la urgencia del momento. Netanyahu ya se ha llevado por delante decenas de miles de vidas y el estatus de Israel en el mundo. Pronto, el oprobio se extenderá a todo aquel que no alce la voz.

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