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Columna
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‘Madame Bovary’ en un concierto de Coldplay

¿Qué le importa a una empresa con quién se acuestan sus ejecutivos? ¿Qué puritanismo faccioso es este?

Broma de Chris Martin ‘Kiss Cam’
Sergio del Molino

Al principio creí que se avergonzaban por haber sido cazados disfrutando en un concierto de Coldplay. Su bochorno era del todo comprensible. A poco que les preocupase su reputación como gente de buen gusto y criterio musical, retratarse al solaz de ese pop ñoño ―el equivalente melódico de una paella con chorizo y una sangría de bote— era un golpe bajísimo. A ver con qué cara le iban a hablar de música a nadie. Acababan de perder toda autoridad. A partir de entonces, si les pedían a sus hijos que quitasen el reguetón, estos les contestarían: tú cállate, que todo el mundo sabe que te chifla Coldplay; leccioncitas, las justas.

Pero resultó que se avergonzaban por algo mucho más estúpido: Andy Byron y Kristin Cabot estaban liados y sus cónyuges respectivos no lo sabían. El disgusto era por un chiste de matrimoniadas, no por un asunto serio como el juicio estético. Uno puede comprender que se armase un lío así en tiempos de Madame Bovary o de Ana Karenina, pero hace ya mucho que el amor es libre y los adúlteros pueden disfrutar sin suicidarse con bebedizos o tirándose a las vías del tren. Pueden gozar incluso en un concierto de Coldplay.

La escandalera viral de la pillada con la kiss cam (que, por cierto, en España, donde rige una legislación muy restrictiva en materia de derecho a la propia imagen, es ilegal) ha provocado un debate sobre el derecho a la intimidad y otras cosas muy desnortadas. Al margen de que veo muy difícil garantizar la intimidad de nadie en un estadio lleno de decenas de miles de personas, y en un acto donde el público forma parte de la liturgia y nunca ha sido un elemento pasivo ni escondido en las sombras, la cuestión aquí es por qué esta escena le ha costado a este señor el trabajo y quizá la carrera profesional. ¿Qué le importa a una empresa con quién se acuestan sus ejecutivos? ¿Qué puritanismo faccioso es este?

El verdadero escándalo es que, tan lejos de las novelas de Flaubert y de Tolstoi, la sociedad digital de 2025 se maneje aún con una moral tan parecida a la de la Vetusta de Clarín. Lo terrible no es que les pillen, sino que esto tenga alguna consecuencia más allá del chiste. Al menos, la Regenta y el Magistral tenían mejor gusto: les pillarían en un palco del teatro Campoamor, en el entreacto de La traviata. Pero la proscripción y el griterío serían idénticos. Ambos serían desterrados, como lo han sido estos dos. Y eso sí que da miedo, casi tanto como enamorarse escuchando a Coldplay.

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Sobre la firma

Sergio del Molino
Es autor de los ensayos La España vacía y Contra la España vacía. Ha ganado los premios Ojo Crítico y Tigre Juan por La hora violeta (2013) y el Espasa por Lugares fuera de sitio (2018). Entre sus novelas destacan Un tal González (2022), La piel (2020) o Lo que a nadie le importa (2014). Su último libro es Los alemanes (Premio Alfaguara 2024).
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