François Bayrou: el primer ministro de la inacción
Las redes sociales amplifican el desgaste del centrista, cuya pasividad y gestos polémicos se han convertido en objeto recurrente de crítica y burla


Como muchos franceses de mi generación, me resulta imposible pensar en François Bayrou, el primer ministro centrista de Macron, sin que me vuelva automáticamente a la mente el recuerdo de su marioneta en Les Guignols de l´info. Cada una de sus apariciones en el mítico programa de Canal + era una carcajada asegurada. El Bayrou de los Guiñoles era la encarnación del político simplón, un tanto infantil y susceptible, incapaz de tomar la mínima decisión. Fuera cual fuera la consulta que le hicieran ―desde su madre preguntándole si prefiere el café con leche caliente o del tiempo a su posición sobre la guerra de Irak―, “el hombre del medio”, como era apodado Bayrou en el programa, siempre contestaba: “Justo en el medio”.
Durante años, en parte por culpa de su caricaturización, el dirigente fue considerado un personaje poco serio y sus veleidades presidenciales ―fue candidato tres veces― un sueño más que inalcanzable. Ser votante del Modem, el partido centrista que él mismo fundó en 2007 como escisión de la Unión para la Democracia Francesa (UDF), era incluso objeto de burla. Sus seguidores enarbolaban camisetas naranjas y parecían haber visto al mismísimo mesías cuando hablaban de su candidato. Quizá por eso, observar cómo el alcalde de Pau, una ciudad mediana del suroeste de Francia y su feudo desde 1982, se ha convertido en el primer ministro resulta ligeramente surrealista para una parte de la población. Sobre todo porque, a medida que van pasando los meses, es cada vez más difícil distinguir a Bayrou de su legendaria marioneta.
Aunque el político ha conseguido sobrevivir a ocho mociones de censura desde que fue nombrado por Macron en diciembre de 2024, doblando los tres meses que duró su antecesor, Michel Barnier, las encuestas reflejan que es el primer ministro más impopular de la historia de la V República. ¿El motivo? Su inigualable propensión a no hacer nada, a no tomar ninguna decisión, con una esperanza: durar el máximo tiempo posible en el cargo aprovechando el bloqueo político en el que se encuentra el país, sin mayoría parlamentaria tras la disolución del Parlamento hace un año. Las crónicas de los grandes medios del país han relatado que sus ministros esperan en vano arbitrajes que jamás llegan, provocando la irritación de Macron ante tanta pasividad. Y en las redes sociales su proverbial inmovilismo, erigido ya en un particular método de gobierno, es motivo recurrente de mofa: estos días se ha viralizado una entrevista en la que, preguntado sobre su impopularidad, el líder se defiende alegando que es imposible ser popular en el contexto político actual. “¡Pero si usted aún no ha hecho nada!”, le contesta el entrevistador, dejando al primer ministro en evidencia y sin argumentos.
Más allá de dejarse llevar por la inercia, como ha hecho a lo largo de toda su extensa carrera, y por la improvisación con la que aborda los asuntos que preocupan a los franceses, Bayrou es visto además como una especie de ovni en Matignon por ciertas peculiaridades que le restan credibilidad. No ayuda desde luego que tras años defendiendo la no acumulación de mandatos sea a la vez primer ministro y alcalde de Pau. Tampoco la notoriedad que han alcanzado sus imágenes limpiándose los dientes con un palillo en plena sesión del Congreso, a la vista de todos, o su viral imitación del eslogan de Burger King, "Huuuum.., Burger King” durante un consejo municipal, al referirse a la instalación de una estación de recarga para vehículos eléctricos frente a un restaurante de la empresa. Pero es que, desde que asumió el cargo, su capacidad para encadenar meteduras de pata ha alcanzado cotas difícilmente igualables. Han sido notables su viaje en Falcón a Pau para presidir el pleno municipal, nada más ser nombrado, mientras la isla de Mayotte acababa de ser destruida por un ciclón; el homenaje a Jean-Marie Le Pen, tras la muerte del líder de extrema derecha en enero, o esa entrevista en la que habló de “un sentimiento de sumersión” migratoria entre la población francesa, legitimando la retórica frentista.
Du coup, on a un nouveau jingle : https://t.co/cmbkaSIxli pic.twitter.com/2RMgszJz3c
— Burger King France (@BurgerKingFR) March 27, 2025
La pasividad de Bayrou ha tenido también consecuencias trágicas en el caso Bétharram. El primer ministro es acusado por las víctimas y un ex juez de instrucción de haber mentido sobre si tenía conocimiento de la violencia física y sexual perpetrada contra los alumnos del colegio católico donde estaban escolarizados sus hijos y en el que su mujer era profesora. Una comisión de investigación parlamentaria ha confirmado hace unos días en sus conclusiones la inacción del entonces ministro de Educación, pese a haber sido alertado en varias ocasiones de lo que allí ocurría. Hará falta algo más que el famoso “Mais euuuuh” ("Pero eeeeh…“) que entonaba su marioneta cuando un periodista le hacía una pregunta incómoda para explicar a la ciudadanía por qué, una vez más, no hizo nada.
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