Ir al contenido
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Demonio de la guarda

Mientras el comité federal del PSOE fue insuficiente, el Congreso del PP fue hiperactivo

Pedro Sánchez, junto a los miembros de la Ejecutiva del PSOE, tras la reunión de la Comisión Ejecutiva Federal en la sede de Ferraz el 7 de julio.
Víctor Lapuente

El fin de semana, el partido que tenía que hacer (PSOE), no hizo nada; y el que no tenía que hacer (PP), hizo demasiado. En el PSOE no hubo la asunción de responsabilidades ni el aluvión de explicaciones exigibles para entender cómo se gestó y campó a sus anchas el triángulo tóxico (Cerdán, Ábalos y Koldo). Aunque la geometría de la indecencia es variable y, tras las denuncias por acoso a otro alto cargo, quizás ya es un cuadrado.

No eran bulos, como se nos repitió durante meses, sino una mafia. Eso, para empezar, merecería una rectificación, y un reconocimiento de que (como mínimo) algunos pseudo-medios “digitales” ofrecieron información veraz y no eran una máquina del fango. Todo apunta a que en el PSOE había un grupo (esperemos que pequeño) de personas deshonestas.

Y no cabe duda de que, como dijo Sánchez, los presuntos corruptos han manchado las siglas socialistas con una trama de mordidas supuestamente a cambio de obras públicas. Esa suciedad tipo 1 (delictiva) perjudica al gobierno y al presidente. Y a España. Pero hay una suciedad tipo 2 (juego feo contra opositores internos en el PSOE o negociaciones turbias con partidos de escasas credenciales constitucionales) de la que Sánchez ha sido beneficiario directo.

Es posible que el presidente no supiera nada —que él no hubiera encomendado ni tenido conocimiento de acción indecente alguna. Y, de entrada, confío en su palabra. El “Pedro, yo sí te creo” de Sánchez-Cuenca me parece la suposición más noble para empezar a analizar una sospecha. Pero razón de más para que Sánchez ofrezca una explicación pormenorizada de las relaciones que tuvo con el susodicho trío. Si no, parece que el triángulo tóxico es una versión luciferina del ángel de la guarda, que vela por nosotros sin que nos demos cuenta. En este caso, los tres supuestos demonios de la guarda se habrían dedicado, además de dar rienda suelta a la avaricia y la lujuria, a proteger la carrera de Sánchez con acciones invisibles para sus ojos y sordas para sus oídos.

Y, si el Comité federal del PSOE fue insuficiente, el Congreso del PP fue excesivo. Cuando al principal partido de la oposición le toca estar a la expectativa, proyectarse como la opción seria y dejar que los focos se centren en los escándalos del gobierno, el PP se pone hiperactivo, con una retórica antisistema (hablando de “infierno fiscal”) y antinmigración que siempre acaba beneficiando a la ultraderecha antisistema y antiinmigración. De “electoralizarse” a electrocutarse hay un paso.

Fin de semana de demonios y cruzados.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_