Retomar la iniciativa y recuperar la confianza
Pedro Sánchez necesita impulsar cambios internos en el PSOE, pactar con los socios una cuestión de confianza y remodelar el Gobierno


El conocimiento, a través de un informe de la UCO, de los casos de corrupción que afectan a dos exsecretarios de organización del PSOE ha generado no solo indignación y vergüenza entre sus militantes, sino angustia por la vuelta de la corrupción en un partido cuya llegada al poder en 2018 estuvo marcada con una promesa de regeneración para limpiar la corrupción “sistémica” del PP y sus gobiernos. A la vez que una crisis de credibilidad y de confianza de la ciudadanía en la democracia y en los políticos. La pregunta es qué hacer: cómo afrontar esta crisis de tan grandes proporciones.
Las derechas políticas y mediáticas, PP y Vox, tienen una respuesta fácil: pedir elecciones generales creyendo ver una oportunidad para llegar al Gobierno, aunque Alberto Núñez Feijóo, atenazado y bloqueado en los gritos e insultos, no se atreve a plantear una moción de censura por el temor no solo a que no prospere, sino a perder también el discurso, ante la evidencia de los múltiples casos de corrupción del PP y la hipocresía en sus comportamientos cuando se trata de los casos que les afectan.
Pero también sectores minoritarios del PSOE reclaman el adelanto electoral, para salvar, se dice, ayuntamientos y autonomías, aunque en mi opinión se trata de una contradicción insostenible. Que la oposición pida elecciones tiene su lógica; creen poder ganarlas y tener mayoría para gobernar. Incluso partidos más pequeños piensan que tendrían una posición mejor para influir en un futuro Gobierno. Pero ¿qué persiguen los dirigentes y cuadros socialistas que las reclaman? No que gobierne el PSOE, porque ya gobierna. Lo que quieren, explícita o implícitamente, es que el PSOE pierda las elecciones, que ganen las derechas y así echar a Pedro Sánchez del Gobierno y de la dirección del partido, a costa de un gobierno reaccionario PP-Vox y de los derechos de la mayoría social. Una posición rechazable: militantes de un partido que gobierna que quieren que deje de gobernar.
Yo soy contrario a que, como se ha escrito, “un informe de la UCO acabe con este Gobierno”. Lo que persiguen las derechas es acabar con este largo período de coalición progresista encabezado por los socialistas, para terminar con las políticas que se vienen llevando a cabo a favor de la ciudadanía: políticas sociales y laborales, liderazgo en la evolución de la economía en la UE, progresivo cambio del modelo productivo, lucha contra el cambio climático, memoria democrática, política sobre Cataluña, aparentemente amortizada dado su éxito —pero con alto riesgo de marcha atrás si gobiernan PP y VOX— el modelo de acogida de migrantes, el liderazgo del socialismo español de Europa, así como el de Pedro Sánchez en su posición a favor de la paz y contra el genocidio del pueblo palestino. Solo este motivo ya sería razón suficiente para no convocar elecciones. Pero no lo será si no se adoptan medidas para retomar la iniciativa política y buscar la recuperación de la confianza.
Pedro Sánchez ha pedido ya dos veces perdón a la ciudadanía y manifestado su vergüenza por los hechos conocidos, que han forzado la inmediata dimisión y expulsión del PSOE de los culpables. Le honra, como también la afirmación de que es imposible que haya corrupción cero, pero sí tolerancia cero, lo que distingue al Partido Socialista del PP. E igualmente su decisión de una comisión de investigación en el Congreso y de más transparencia aún en las cuentas del partido.
Pero es necesario reflexionar por qué se han dado dos casos de tal nivel orgánico. Por una parte, cuando el propio Pedro Sánchez reconoce tener defectos, uno de ellos es las limitaciones en la selección de algunos colaboradores más directos. Pero hay también un problema serio de falta de control, de autocontroles, que creo está vinculado con la disminución de la democracia interna en el partido. Hay una “verticalización” absoluta en la toma de decisiones; ya no se votan las candidaturas a las secretarías generales cuando hay una única opción designada desde arriba –lo que viene siendo habitual— se asumen acríticamente los nombres propuestos para cualquier puesto de dirección orgánica o cuadros medios y se difumina, insisto, el debate y el control. Además del predominio del Gobierno en la dirección del PSOE y de algunas secretarías autonómicas. Todo ello desarbola al partido en beneficio del Gobierno, pero con riesgos que ahora se han manifestado.
Para tomar de nuevo la iniciativa política y recuperar la confianza perdida, soy partidario de que se haga formal y materialmente mediante la presentación de una moción de confianza en el Congreso, con un programa actualizado para los dos próximos años, pactado con los socios parlamentarios, y en que se visualice que la mayoría de la cámara sigue apostando por la continuidad de este Gobierno frente a PP y Vox. No hacerlo tiene el alto riesgo de seguir “al trantrán”, a ganar tiempo, cuando lo que necesitamos es explicitar la confianza de la cámara.
Junto a ello, una remodelación del Gobierno que dé nuevo impulso a la acción del ejecutivo. Lo que no es incompatible con que el Presidente manifieste que no está en el horizonte, de momento.
En definitiva, cuatro impulsos que pueden permitir superar la desconfianza profunda que hoy tiene la ciudadanía y seguir desarrollando políticas progresistas y de izquierdas.
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