De reducción de jornada y de empatía
Los lectores escriben sobre la dureza de ciertos oficios, el apoyo de EE UU a Israel, las personas sin hogar que duermen en el aeropuerto de Barajas y las encuestas de satisfacción telefónica

¿Trabajar menos horas? ¿O ganar más tiempo? El debate de la reducción de jornada me parece cuanto menos sorprendente. Supongo que quien no conoce a Dios, a cualquier santo le reza. Escucho comentarios constantes sobre la pereza, la piel fina y otros calificativos que ponen en duda la resiliencia de las personas. Parece que querer tener tiempo para el disfrute es de persona non grata que quiere “vivir del cuento”. Y quizás, siendo joven, cuando la vida te da todavía muchos años para “tragar” situaciones de estrés, explotación o cansancio, es más sencillo de digerir. Pero cuando veo a mi familia, especialmente a un ser querido, trabajando de sol a sombra en hostelería con 60 años, no hay debate que se me plantee. Es curioso realmente como cuando eres joven no tienes medios para exprimir la vida, pero cuando los tienes, no puedes por trabajo. La nueva edad de oro será cada vez más tardía —y aún hay gente que lo defiende—.
Lucía Nafría Redondo. Madrid
Cómplices
La masacre en Gaza no es solo responsabilidad de Israel, sino también de Estados Unidos, su principal aliado y proveedor de armas. Mientras se bombardean hospitales y escuelas en la Franja, Washington sigue enviando apoyo militar y bloqueando resoluciones en la Corte Penal Internacional que piden un alto el fuego y con órdenes de busca y captura contra Netanyahu. ¿Hasta cuándo se permitirá esta impunidad? No podemos seguir justificando lo injustificable bajo el pretexto de la seguridad. Esto no es defensa, es una masacre contra un pueblo prácticamente sin defensa. La vida palestina importa, y el mundo debe alzar la voz.
Marcos Barrios Vergara. Valladolid
Humanidad
Mientras el Gobierno, la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento intentan averiguar de quién es la responsabilidad de las más de 400 personas que no tienen más remedio que dormir en el aeropuerto de Barajas, sin ponerse de acuerdo, podemos leer noticias que nos reconcilian con la especie humana. Concretamente, cuando nos enteramos de que el párroco de Corbera de Llobregat (recientemente nombrado obispo de la diócesis de Lleida) abre las puertas de la parroquia para acoger a los temporeros que vienen a trabajar. Personas como este cura, de nombre Dani Palau, tendrían que hacer reflexionar a los políticos de que se tienen que encontrar soluciones de manera inmediata, en todo lo que está relacionado con la vivienda.
Lluis Vinent Sintes. San Clemente (Barcelona)
Encuestas de satisfacción
Algunas empresas piden que los clientes contestemos una encuesta de satisfacción al finalizar la llamada para valorar la manera en la que nos han atendido sus trabajadores. En la mayoría de los casos, estos son muy amables y les darías un 10, pero muchas veces no depende de ellos la resolución del problema. Valorar a un trabajador por debajo de 10 lo penaliza, y este tiene que vivir con esa presión. ¿Por qué las empresas no preguntan más bien por el grado de satisfacción sin implicar al trabajador? Yo siempre digo: “Si esta llamada está siendo grabada, usted tiene un 10, pero la empresa es un desastre. Espero tomen nota”.
Catalina Soler. Jávea (Valencia)
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