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Trump presiona a la UE y México con aranceles del 30% y la amenaza de su entrada en vigor el 1 de agosto

El presidente estadounidense redobla su guerra comercial y advierte a ambos socios de que responderá con una subida adicional a cualquier réplica que se lance

Donald Trump sostenía, el pasado 2 de abril, la tabla con los aranceles por países, encabezada por Japón y la Unión Europea.

La Unión Europea y México conocieron finalmente este sábado su veredicto: un arancel del 30% a sus exportaciones a Estados Unidos. El presidente Donald Trump comunicó la cifra a Bruselas y Ciudad de México, como viene haciendo desde el lunes, por medio de una carta dirigida a los líderes de los países con los que Washington aspira a revisar sus acuerdos de intercambio de bienes. La imposición de gravámenes por correspondencia es solo el último capítulo de la guerra comercial desatada por Trump desde su regreso al poder.

El nuevo gravamen a la UE hay que ponerlo en la perspectiva del anunciado inicialmente por Trump: un 20% a las importaciones desde Estados Unidos. Es decir, 10 puntos más de lo prometido en abril en los mal llamados aranceles “recíprocos”, pero una subida mayor si se tiene en cuenta el 10% general que está vigente para la UE desde que Trump declaró una tregua de 90 días para negociar, que expiró el miércoles pasado.

El presidente de Estados Unidos, como acostumbra en esta última fase de su agresiva y volátil política comercial, publicó la carta dirigida a Bruselas en su red social, Truth. En ella advierte que esos 30 puntos no serán los definitivos si la UE decide reaccionar: “Si por cualquier razón decide [le dice a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen] aumentar sus aranceles y responder, entonces, cualquier número que elija para incrementarlos se sumará al 30% que nosotros aplicamos”, amenaza Trump, quien cierra la misiva diciendo que si la UE “abre su mercado cerrado” eliminando “aranceles y barreras no comerciales” podría reconsiderar lo anunciado en la carta.

Carta dirigida a Bruselas en la red social de Donald Trump.

Al rato, Von der Leyen advirtió: “Tomaremos las medidas necesarias para proteger los intereses europeos”.

El anuncio a Bruselas llegó pocos segundos después de conocerse la carta que Trump había mandado a la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, con la comunicación del mismo arancel, 30%, pero diferente pretexto: la acusación de inacción del vecino del sur en la lucha contra el tráfico de fentanilo. Los negociadores mexicanos estuvieron el viernes en Washington tratando de sortear una amenaza que se materializó a primera hora del día siguiente, cuando nadie la esperaba ya.

Bomba en Bruselas

La carta enviada a Bruselas cae como una bomba tras el acelerón en las intensas conversaciones de las últimas semanas, en las que Bruselas y Washington se han centrado en aspectos sectoriales como el tratamiento a los automóviles, asunto muy sensible para Alemania y que está consumiendo bastantes horas de negociación, según empieza a trascender en Bruselas. También es protagonista el sector aeronáutico. Este miércoles, Reuters dio por hecho que contaría con algún tipo de excepción sobre las tarifas generales.

El contenido del texto remitido por Trump se debatirá en la reunión que los ministros de Comercio mantendrán el lunes en Bruselas.

De momento, 24 jurisdicciones, además de la UE, han recibido sus respectivas comunicaciones hasta este sábado. En el grupo hay de todo: desde socios destacados como Corea del Sur y Japón, a otros más insignificantes, como Brunéi, Irak o Moldavia. Los porcentajes son esencialmente idénticos (salvo en casos como los de Sri Lanka o Camboya) a los avanzados por Trump en abril, antes de conceder un aplazamiento de 90 días a su entrada en vigor, y van del 20% al 40%. En ese club hay tres notables excepciones: Brasil, Canadá y México.

Los dos vecinos de Estados Unidos, socios además del Tratado de libre comercio TMEC, que firmó el propio Trump durante su primer mandato, recibieron sendos golpes del 30% para México y 35% para Canadá, que se aplicarán, de cumplirse las amenazas, a los productos que no estén protegidos por ese pacto de integración económica norteamericana, y que ahora estaban sujetos a un 25%. Una minoría, en todo caso.

A ambos países Trump aportó la justificación —un pretexto, más bien— de que no hacen lo suficiente por detener el tráfico de fentanilo, un potente opiáceo culpable de decenas de miles de muertes por sobredosis en Estados Unidos en los últimos años.

Manifestaciones celebradas el jueves en São Paulo en apoyo del presidente Lula tras el anuncio del presidente de EE UU, Donald Trump, de imponer un arancel del 50% a los productos brasileños.

En cuanto a Brasil, recibió un castigo en toda regla, un arancel del 50%, el más alto, cinco veces mayor del que Estados Unidos le había impuesto en abril. ¿El motivo? Trump considera, y así lo dejó saber en su carta dirigida al presidente Lula da Silva, que están tratando injustamente al ultraderechista Jair Bolsonaro, al que el republicano considera víctima de “una caza de brujas” por el juicio al que está siendo sometido por su presunta implicación en el golpe de Estado fallido de enero de 2023. Bolsonaro se enfrenta a una pena máxima de 43 años de prisión, cuando el Tribunal Supremo de Brasil dé a conocer la sentencia, prevista, en principio, para el mes de septiembre.

El castigo a Brasil es puramente ideológico, y no obedece a motivos comerciales: se trata de uno de los pocos países que pueden presumir de tener un superávit del lado estadounidense.

No es el caso de la Unión Europea. La de Washington y Bruselas es la relación comercial más intensa del mundo. Cada día, con datos de 2024, cruzan el Atlántico en un sentido o en otro productos por valor de 2.400 millones de euros. En total, 870.000 millones de euros el año pasado, con un déficit del lado estadounidense cercano a los 200.000 millones.

Los intentos por salvar la buena marcha de esa relación se han intensificado en las últimas semanas, a medida que iba acercándose el 9 de julio, fecha en la que expiraba la tregua establecida unilateralmente por Trump en su guerra comercial. El presidente de EE UU impuso primero aranceles a decenas de sus socios comerciales el 2 de abril. Una semana después, los levantó y dio 90 días a los países para que alcanzaran acuerdos comerciales individuales con los negociadores de Washington.

Esos 90 días llegaron el miércoles. O, más bien, no llegaron: Trump decidió retrasar la entrada de los aranceles hasta el 1 de agosto. No se pueden descartar nuevos cambios de idea antes de esa fecha. El viernes anterior anunció su intención de emplear la correspondencia para presionar con vistas a esos pactos. Son “200 países”, se excusó, imposible negociar con todos ellos cara a cara. La prueba de esa imposibilidad es que en ese plazo EE UU solo ha llegado a dos principios de acuerdos comerciales, con el Reino Unido y con Vietnam, y a una tregua temporal con China.

Las negociaciones con la UE se encontraban a la altura de este sábado entre las más avanzadas. Los contactos fueron más intensos en las últimas semanas, pero no suficientes, según fuentes de Bruselas. Encima de la mesa estaban los aranceles del 17% que Estados Unidos propone para los productos agrícolas que importe de la UE.

La amenaza de este sábado del 30% es independiente de las demás tasas impuestas desde que Trump abrió las hostilidades con el resto del mundo: el 25% para automóviles y sus componentes, y el 50% para el acero y el aluminio. Este miércoles, un nuevo arancel entró en escena: 50% al cobre, de nuevo, previsto para el 1 de agosto. También sobrevuela la amenaza de que podrían estar a punto de caer gravámenes del 200% a los productos farmacéuticos, otra obsesión del presidente estadounidense.

Tras la lluvia de nuevas cartas, el reloj sigue su marcha: quedan 20 días hasta el vencimiento del nuevo plazo de Trump. Un corto espacio de tiempo para evitar que la relación con la UE quede finalmente definida como “asimétrica”, eufemismo que empieza a escucharse en Bruselas para sortear otro adjetivo, “desequilibrada”, más humillante para Europa.

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