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Editorial
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Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Medida presentación de León XIV

En la misa de inicio del pontificado, el nuevo Papa pide una iglesia misionera con una ceremoniosa puesta en escena

El papa León XIV, en un momento de la homilía en la plaza de San Pedro, este domingo.
El País

En una homilía breve y concisa, el papa León XIV ofreció este domingo en su primera misa papal pistas elocuentes sobre cómo quiere enfocar su pontificado en un mundo convulso y polarizado. Lo dejó claro con las tres referencias inspiradoras que citó en el discurso: el papa Francisco, San Agustín y León XIII, el papa que formuló la doctrina social de la Iglesia. Pero lo primero que hizo fue una llamada a la unidad interna y la reconciliación: “Ir juntos para construir un mundo nuevo donde reine la paz”, y hacerlo con “espíritu misionero”, dijo, “sin encerrarnos ni sentirnos superiores al mundo”. Una unidad que “no anula las diferencias”, y que tiene en cuenta que la verdadera autoridad no se basa en “el sometimiento, la propaganda religiosa o el poder, sino en el amor”. También hizo guiños a quienes reprochaban a Francisco haber actuado de forma autoritaria y sin consultar. Recurrió a la figura de San Pedro para mostrar cómo se ve a sí mismo y cuál es su misión como pontífice: “Un pastor que pastorea el rebaño sin ceder a la tentación de ser un líder solitario o un jefe que está por encima de los demás”. Decenas de miles de fieles y autoridades de 150 países acudieron a escuchar la misa de inauguración en San Pedro, un momento trascendental en el que las palabras del nuevo Papa se interpretan como una declaración de intenciones para su pontificado.

Con este espíritu de unidad debe afrontar la Iglesia “los interrogantes y desafíos de hoy” en un mundo “herido por el odio, la violencia, el miedo al diferente y un paradigma económico que explota las riquezas de la tierra y margina a los más pobres”. León XIV se sitúa así en la estela de Francisco, que en su encíclica Laudato si, de 2015, propugnaba una Iglesia en diálogo con el mundo, que escucha al otro y a la naturaleza y que entiende que para cuidar a la humanidad hay que cuidar al planeta.

El Papa hizo también referencia a los conflictos vivos: al final de la misa se refirió a Gaza, donde “ancianos y niños son sometidos al hambre”, señalando así no solo la violencia, sino especialmente el brutal bloqueo de ayuda humanitaria con el que Israel puede provocar una hambruna generalizada en la Franja. También se refirió a la “martirizada Ucrania”. Tras la misa, recibió al presidente ucranio, Volodímir Zelenski.

La puesta en escena fue contenida dentro de la ceremoniosa solemnidad del momento. León XIV parece consciente de que una de las pulsiones que se expresaron en el cónclave fue la necesidad de mantener el legado de Francisco, pero corrigiendo algunos aspectos problemáticos. Hereda una Iglesia que ha vivido en los últimos años el influjo de la polarización extrema de la política.

En este sentido debe interpretarse la apelación a la reconciliación interna, pero también la vuelta del nuevo pontífice a las formas tradicionales de vestimenta y el valor que da al ritual y la liturgia. La misa inaugural del pontificado tuvo toda la pompa y la grandilocuencia que es tradición en la Iglesia. Otra gran diferencia con su antecesor es que León XIV no deja nada a la improvisación. Leyó la homilía como leyó su primera alocución tras ser elegido Papa.

La impresión de que domina tanto el discurso, como el ritual y los tiempos, junto a su edad (69 años), augura un papado fuerte. Lo necesitará, porque los problemas más acuciantes no son de orden pastoral sino de gobernanza. En primer lugar, asegurar la solvencia financiera de la Iglesia. Y, en segundo lugar, decidir sobre la apertura emprendida por el papa Francisco en asuntos peliagudos como el papel de las mujeres en la Iglesia o la lucha contra la pederastia.

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