Animales heridos
El tiempo no regresa. Lo único que se puede hacer es no pasar de largo: estar ahí para la pasión tardía, para el que llega postreramente herido


Viajaba en tren hacia Zaragoza leyendo De las que duelen, un libro de la fabulosa poeta Ada Limón. Uno de los poemas dice: “De haber sabido que venías, en ese entonces, cuando pensé que el amor podía haber sido la cosa que me salvara a fin de cuentas (...) De haber sabido, la verdad es, me habría arrodillado y dicho, más temprano, ven a mí más temprano”. El hombre con quien vivo y yo pasamos el fin de año en mi ciudad natal. El día en que emprendíamos el regreso a Buenos Aires, un perro entró en el parque de nuestro hotel. Estaba muy flaco, con una pata destrozada. Le dimos comida, agua. Llamamos a defensa civil, a la asociación protectora de animales. Nadie parecía dispuesto a recibirlo. Era domingo, mal día para morir o estar en emergencia. Finalmente, apareció una rescatista que lo llevó a una clínica, y partimos hacia la capital. Estábamos en la ruta cuando ella nos avisó que había publicado la foto del perro en redes y que había aparecido la dueña. El animal estaba extraviado desde hacía un mes, acumulando heridas y hambre sin que nadie reparara en él.
Siguieron más noticias: había que amputarle la pata, comía a veces. Al tercer día se murió. El hombre con quien vivo, devastado, me dijo: “Si lo hubiéramos encontrado antes”. Ven. Ven más temprano. No lo encontramos antes ni cuando lo teníamos que encontrar. De eso se trata todo esto: de vivir a ciegas. No le prestamos atención al tipo aquel en aquel bar cuando teníamos veinte años y, de ahí en más, nada fue como pudo haber sido. El tiempo no regresa. Lo único que se puede hacer es no pasar de largo: estar ahí para la pasión tardía, para el que llega postreramente herido. Decir “Ojalá te hubiera visto antes, te hubiera querido antes. No te vi ni te quise, pero ahora no me voy”. A veces, después, llega el azote de dios, el sufrimiento. Pero en el instante previo a perderlo todo se puede, todavía, entrar en el soleado espectáculo del amor. Aunque sea por un rato.
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