Argentina vota su futuro económico
El país sudamericano está en el umbral de caer, una vez más, en una espiral de inestabilidad macroeconómica

Este domingo habrá elecciones legislativas en Argentina. No exageramos al afirmar que en ellas se dilucidará el futuro económico del país. Argentina está en el umbral de caer, una vez más, en una espiral de inestabilidad macroeconómica. A diferencia de otras ocasiones, lo que podría conducir al país a esta situación no sería un mal manejo macroeconómico, sino la pura expectativa de que esto ocurra.
Aunque Milei había prometido dolarizar al país, esto no fue posible en un inicio por la insuficiencia de divisas en Argentina. Por ello, el régimen elegido por el Gobierno fue uno de bandas cambiarias. Bajo este régimen, el tipo de cambio fluctúa libremente dentro de la banda, pero, al llegar a uno de los extremos, el banco central debe intervenir en el mercado comprando o vendiendo divisas, dependiendo de si se llega al piso o al techo de la banda. Es claro para todo el mundo que el programa de ajuste económico del presidente Milei depende crucialmente de lograr al menos una relativa estabilidad en la paridad cambiaria con el dólar. El problema, sin embargo, es que el tipo de cambio se encuentra ya pegado al techo de la banda cambiaria, por lo que el régimen se ha vuelto, de facto, uno de tipo de cambio fijo, en donde el banco central está dispuesto a vender sus reservas internacionales. Por ende, la cuestión clave es si este régimen podrá sostenerse después de las elecciones.
En el pasado, Argentina ha tenido diversas crisis macroeconómicas derivadas de malas políticas públicas o de choques externos severos. En esta ocasión, la situación es distinta. Ahora, la economía parecería estar en una mejor posición que antes. El enorme déficit fiscal heredado de administraciones pasadas se ha revertido considerablemente y el balance comercial con el exterior es superavitario. La inflación anual, que hace un año estaba por arriba de 200%, cerró en septiembre de 2025 por debajo de 32%. Más importante aún, el tipo de cambio real (es decir, aquel que ajusta por los precios domésticos e internacionales) no se encuentra particularmente desequilibrado. Al cierre de este viernes, el tipo de cambio real en Argentina era igual al promedio de todo el periodo 2015-2024 y se encontraba 50% por encima de donde estaba al momento de la famosa crisis del “corralito” de principios de siglo.
Todo lo anterior sugiere que el tema de fondo no es económico: no parece haber un problema serio con los fundamentales económicos del país. En realidad, el problema es en buena medida político. El riesgo-país y la paridad cambiaria comenzaron a subir desde hace unas semanas como resultado de la clara derrota del oficialismo en las elecciones en la provincia de Buenos Aires. Esto puso en duda la viabilidad y la continuidad del plan de ajuste de Milei, por lo que el riesgo-país se disparó a partir de entonces. Las continuas declaraciones de miembros radicales de la oposición en el sentido de que estarían dispuestos a repudiar una parte de la deuda externa evidentemente no contribuyen a generar un clima de estabilidad y de confianza. Por su parte, algunos miembros de la oposición, incluyendo a Axel Kicillof, han tenido que adoptar posturas más moderadas para tratar de calmar a los mercados. A pesar de estos intentos, la narrativa beligerante ha predominado y eso ha provocado el temor de los participantes en el mercado, quienes perciben un gran riesgo económico en caso de que llegara a triunfar la oposición en estas elecciones intermedias.
Por ello, no es difícil prever el fin abrupto del régimen cambiario en caso de una derrota electoral del oficialismo en las elecciones de este domingo. Esto mandaría una señal inequívoca de la imposibilidad que tendría Milei para garantizar la continuidad de su programa de ajuste. Esto desataría un ataque especulativo contra la moneda argentina, para el cual no existen reservas suficientes que puedan hacerle frente. Por lo que el Gobierno se vería forzado a abandonar el esquema de bandas cambiarias, lo que desataría una nueva espiral de devaluación-inflación-devaluación que no será fácil de contener.
En cualquier caso, incluso en caso de que triunfe el oficialismo, esto no garantizaría por sí mismo la estabilidad económica. La cuestión aquí sería cuál es la reacción del tipo de cambio frente al resultado electoral. Si al iniciar la semana el tipo de cambio comienza a regresar hacia el interior de la banda, eso ofrecería un espacio de tranquilidad que podría permitir planear con calma los pasos a seguir con el plan de ajuste económico. Sin embargo, si esto no llegara a ocurrir, y el tipo de cambio siguiera pegado al techo de la banda, también tendría que tomarse una decisión pronta sobre qué hacer hacia adelante.
Es posible que tarde o temprano lo mejor sea abandonar el esquema de bandas y moverse hacia un tipo de cambio más flexible. En ese sentido, sería una gran paradoja que el presidente, que ofreció acabar con la moneda local y dolarizar por completo al país, pudiera terminar dependiendo de exactamente lo contrario: un régimen cambiario completamente flexible.
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