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Gobierno de México
Columna
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México y Estados Unidos, una negociación sin absolutos

Cuando se creía que Sheinbaum carecía de margen de maniobra ante el ruido desde Washington, la mandataria da un golpe y logra y logra, con un flete de presos mexicanos, aplausos de la embajada de Trump

Detención de Servando "La Tuta" Gómez," líder de los Caballeros templarios, en febrero de 2015.
Salvador Camarena

México entrega este martes a Estados Unidos un nuevo grupo de mexicanos ligados al narcotráfico en una prueba más del juego sin absolutos entre dos mandatarios que mueven fichas en un tablero tan novedoso como cargado de historia.

Una vez más, cuando se creía que la presidenta Claudia Sheinbaum carecía de margen de maniobra ante el creciente ruido de los halcones de Washington, la mandataria da un golpe y logra, con un flete de presos mexicanos, aplausos de la embajada de Donald Trump.

Se trata del segundo envío de un grupo de alto perfil de operadores de los cárteles, que ahora se las tendrán qué ver con las duras condiciones de las prisiones del Tío Sam.

Diplomáticamente, la expulsión de estos 26 individuos atajaría de golpe las insinuaciones de las voces en la Administración de Trump que se decantan por llevar al terreno de los hechos una ambición injerencista disfrazada de justicia.

Políticamente, justifica en Estados Unidos el nuevo plazo negociado por la Casa Blanca y Palacio Nacional para seguir en la agenda de tres bandas —seguridad, comercio y migración— antes de que los aranceles se materialicen unilateralmente como signo de suma cero.

En México, la entrega vigoriza la estrategia que constituye hoy el principal contraste entre la Administración de Sheinbaum y la de su predecesor: la expulsión de capos deja de ser una anomalía y sustancia la credibilidad del compromiso anticrimen del Estado.

La relación entre Trump y Sheinbaum ha demostrado ser a prueba de ruido en los medios. Lo transaccional prima sobre las suspicacias (de acá) de que al final habrá intervencionismo, y sobre las presiones (de allá) de que México no cumplirá, por falta de decisión o incapacidad.

En la relación bilateral han ocurrido muchas cosas desde enero, pero solo cuenta el marcador global. Y este refleja una relación única en su género a nivel planetario entre la presidenta y su homólogo estadounidense, que le renueva a aquélla votos de confianza.

Tiene razón quien dice que nada está amarrado con esta Casa Blanca hasta que todo quede amarrado en las pláticas que dos naciones, con tan desigual fuerza, sostienen desde que Trump decidió lanzar un reordenamiento del comercio global y un beligerante unilateralismo.

La presidenta resiste y concede; rechaza los excesos del equipo de Trump, no se engancha en las declaraciones fuera de tono de este y después de cada llamada entre ambos, se materializan gestos de cooperación y coordinación entre las administraciones.

México sí tiene cartas y las está usando.

La presidenta tiene en la Secretaría de Economía y en la de Seguridad a sus dos representantes de lo mucho que se puede lograr si se reconoce lo orgánico de las relaciones comerciales, y lo compenetrado de las redes criminales, cuyo poderío no se entiende sin el mercado estadounidense que consume drogas y vende armas.

En primera persona, en cambio, ha asumido la tarea diplomática de lidiar con su contraparte. Ya aprendió el lenguaje del vecino del norte y sabe llevarlo de un tema a otro para que este, en su afán de derribar árboles con golpes efectistas, no pase por alto el bosque bilateral.

Al ser la de este martes la segunda operación de tal calado en contra de capos, cuyas familias resentirán el desarraigo, se establece un nuevo parámetro. Quienes caigan presos no tendrán garantizado que mediante chicanas fatigarán a la justicia mexicana.

El mundo criminal tiene claro el mensaje. Su negocio era trasnacional y se están fijando mecanismos extranacionales para castigarles. Por esa vía, quienes también han de tomar nota son todos aquellos que en estos años dieron desde el poder protección a los criminales.

Estados Unidos quiere armar casos y la nueva entrega dotará de más información sobre los cárteles y las mafias, y sobre las redes de complicidades que permitieron, o incluso acompañaron proactivamente, el crecimiento de la delincuencia.

La presidenta no tendrá discrecionalidad al respecto de las nuevas listas que se armen con los testimonios de quienes ha entregado. Para estos ha tenido la concesión de negociar que no se les aplique la pena de muerte, pero fuera de ahí, el golpe apenas se va a preparar.

No hay absolutos en esta guerra que ha decidido librar Sheinbaum de la mano de Trump. La decisión de la mandataria es de reconocerse por lo que persigue en términos del mejor acuerdo posible en lo que es un nuevo orden mundial trumpiano.

Este martes, se dio muestra de parte de lo que tiene que ofrecer México. Y no, no son los presos acusados de narcotráfico y crímenes similares. Es la manifestación de que la causa judicial en contra de los delincuentes no podrá lograr componendas en suelo mexicano; es el compromiso de la presidenta Sheinbaum de que al ver por los intereses de la nación, los absolutos se redefinirán y si en ello quedan exhibidas las complicidades de gobernantes, de su partido y de otros, eso no está en la mesa de negociación.

Tal es el gran significado de lo ocurrido este martes. Claudia Sheinbaum no teme que los que delinquieron, de cualquier nivel y ámbito, queden al descubierto.

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Sobre la firma

Salvador Camarena
Periodista y analista político. Ha sido editor, corresponsal y director de periodistas de investigación. Conduce programas de radio y es guionista de podcasts. Columnista hace más de quince años en EL PAÍS y en medios mexicanos.
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