¿La liberación económica de América del Norte?
La señal que dejó entrever Trump es que el T-MEC seguirá, aunque muy probablemente deberá ser revisado y actualizado

Finalmente llegó el llamado “Día de la Liberación Económica” de Estados Unidos. Con un discurso atropellado y bastante confuso, el presidente Trump anunció la imposición de aranceles a las exportaciones de varios países en el mundo. El resultado fue bastante heterogéneo. Por un lado, Trump informó de un arancel generalizado de 10%, además de que reiteró el tema de los aranceles generalizados a los autos producidos fuera de Estados Unidos. Posteriormente, Trump anunció tasas arancelarias específicas para diversos países. Estas tasas fueron justificadas utilizando argumentos vagos y poco claros. En algunos casos se utilizó el argumento de las tasas arancelarias que esos países le aplican a los productos de Estados Unidos, mientras que en otros se argumentó una penalización por la manipulación de sus monedas (como en el caso de China, por ejemplo).
En un principio no quedó del todo claro si estas tasas eran adicionales al 10% generalizado, aunque poco a poco fue quedando claro que el 10% será en realidad una especie de tasa mínima que se le aplicará a un amplio grupo de países, entre los que se encuentran el Reino Unido y algunos países de América Latina. En varios casos, especialmente en el caso de países asiáticos, la tasa anunciada se quedó muy por debajo de las tasas que supuestamente le aplican esos países a Estados Unidos. El presidente Trump justificó estas “reducciones” diciendo que sería una carga muy pesada para esos países si sus exportaciones fueran gravadas con las mismas tasas que, según él, le aplican a los productos estadunidenses. La realidad es que nadie sabe de dónde salieron las estimaciones que presentó Trump, ni tampoco la justificación concreta detrás de las tasas arancelarias anunciadas.
Para sorpresa de muchos, ni México ni Canadá aparecieron en las listas originales de los llamados “aranceles recíprocos” que presentó Trump. Esto produjo una sensación inmediata de alivio en ambos países, lo que se vio reflejado en una apreciación importante del peso mexicano en su cotización frente al dólar estadunidense. Esto no quiere decir, sin embargo, que estos países estarán exentos de aranceles. Como se aclaró posteriormente en un comunicado de la Casa Blanca, los aranceles de 25% a las exportaciones de acero y aluminio que se anunciaron en marzo seguirán vigentes, al igual que los aranceles de 25% que se le aplicaron a todas las exportaciones hacia Estados Unidos que no ocurren bajo el amparo y los criterios del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC). En el caso de México, esto representa alrededor del 50% de todas las exportaciones, ya que muchas de estas ocurrían apelando al criterio de Nación Más Favorecida, lo que ha quedado prácticamente en desuso como resultado de las políticas del presidente Trump.
La decisión de Trump de no incluir a México y Canadá en los aranceles recíprocos es una señal muy importante para el futuro de la integración en América del Norte. Esto quiere decir, por una parte, que a muchos productos de estos dos países se les seguirá otorgando un trato preferencial en el acceso al mercado estadunidense, por lo que el impacto negativo de los aranceles será menor para estas dos economías. No sólo eso, sino que al tener menores aranceles que otros países, México y Canadá gozarán de una ventaja relativa adicional, lo que podría permitirles incluso aumentar su participación en el mercado estadunidense.
Por otra parte, el haber mantenido el trato preferencial para sus vecinos de América del Norte manda la señal de que el T-MEC y la integración económica regional seguirán vigentes. Esto es lo más lógico y deseable considerando que las fuerzas económicas que han promovido la integración comercial e industrial de la región siguen presentes y quizá más fuertes que nunca. México, Estados Unidos y Canadá formaron un bloque económico-comercial no solo por la voluntad política de sus dirigentes en un momento histórico determinado, sino también porque son economías altamente complementarias, las cuales, por lo demás, se benefician y refuerzan entre sí. América del Norte puede ser hoy en día una región altamente competitiva frente a otras regiones del mundo gracias a la integración comercial que se ha ido consolidando a lo largo de las últimas décadas.
Así, la señal que dejó entrever Trump es que el T-MEC seguirá, aunque muy probablemente deberá ser revisado y actualizado mas temprano que tarde. Esta revisión, que podría adelantarse a 2025 en lugar de esperar a la fecha original (2026), podría traducirse en una mayor integración económica de la región, en un incremento en los requerimientos de las reglas de origen (lo cual puede ser muy positivo para México) y en una política arancelaria común frente a otras economías, especialmente frente a China. Esto sería sin duda una buena señal para México y para la región en su conjunto. Trump querrá tener resultados tangibles unos meses antes de las elecciones de medio término y seguramente querrá anunciar que logró una mejor renegociación a la anterior. Esto tendría la ventaja para todos de que la incertidumbre podría terminar relativamente pronto (quizá antes del fin de 2025 o a principios de 2026), lo que permitiría una mayor estabilidad y la posibilidad de reiniciar con mayor vigor el proceso de relocalización de actividades hacia México. Si esto llegara a ocurrir, la región de América del Norte podría salir fortalecida de un proceso que hasta ahora pareciera ser más bien caótico y confuso.
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