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México busca una nueva narrativa en la música popular

El Gobierno de Sheinbaum promueve un cambio en el contenido de las letras, impulsado en los últimos años por la polémica en torno a los corridos tumbados

Rodrigo Soriano

Sergio Maya tenía en mente desde hace mucho tiempo apostar por una música que se alejara de las violentas letras de las canciones que triunfan en las calles de México. “Muchas veces me cerraron las puertas. Me preguntaban: ‘¿Qué opinas de que todo mundo anda cantando corridos bélicos?’. Respeto todo tipo de música, pero siento que como artistas tenemos la responsabilidad del mensaje que le compartimos a los jóvenes”, asegura. Su gran oportunidad llegó en abril, cuando la secretaria de Cultura mexicana, Claudia Curiel de Icaza, presentó México Canta, una especie de La Voz con respaldo federal que busca promover narrativas alternativas a las del crimen.

Maya (Tula, Hidalgo, 21 años) dejó entonces todo en manos de Dios y el pasado domingo se coronó como el mejor intérprete de los más de 15.000 jóvenes que se presentaron al certamen. Su voz es una de las boyantes figuras que buscan expresar los valores de esas nuevas narrativas respaldadas por el Gobierno de Claudia Sheinbaum. Una faceta más afable de la música popular mexicana, el género que en los últimos años ha vivido una época de esplendor abrazada al éxito de los polémicos corridos tumbados.

El hidalguense se acomoda en la silla de una cafetería de Los Pinos, en Ciudad de México. Viste de negro, con un pantalón de charro del que resaltan unos detalles dorados. Su carrera como actor de doblaje –fue la voz de Simba en El Rey León– le ha llevado a estar cómodo con los medios desde niño. A menudo recita versículos bíblicos, como si fuera un predicador, y acompaña sus palabras moviendo las manos. Se presentó al concurso con Quiero soñar, un tema de mariachi que compuso apoyándose en las riquezas culturales de México y el pacifismo. “Me considero muy nacionalista […] Me inspiré en el discurso de I Have a Dream, de Martin Luther King”, sostiene.

La proyección de una imagen de la cara del líder del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), Nemesio Oseguera, El Mencho, durante un concierto de Los Alegres del Barranco a finales de marzo sacudió el panorama musical en México. El pánico por la retirada de visas en Estados Unidos y la avalancha de multas por parte de algunos Gobiernos estatales llevó a que los intérpretes de corridos apologéticos entraran en un periodo de reflexión. Grandes figuras del género como Natanael Cano, Tito Doble P, Óscar Maydon o Junior H se refugiaron entonces en otras letras y han rebajado las referencias al narco en sus nuevas canciones. Aunque para Cano, precursor de los corridos tumbados, esa variante del género que mezcla la música tradicional con la urbana, esa polémica estuvo algo inflada: “Sí, me han quitado una o dos canciones de mi setlist. Pero no se ha sentido tanto, gracias a Dios. Uno se hace ideas en la cabeza [de que puede ser malo para su carrera], pero al final es una faramalla. Hay que tener respeto. Si en verdad va a ayudar en algo [dejar de cantar esos temas], vamos a darle para delante”, explicaba en agosto en entrevista con el empresario Pepe Garza.

Esas canciones explícitas aún acumulan millones de reproducciones en plataformas. El investigador de la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ) Luis Díaz-Santana dice que la polémica se convirtió en una paradoja. “Es como la frase de la contradicción ‘no pienses en el oso blanco’. Uno lo primero que piensa es en el oso blanco. Ahora los Gobiernos y los medios masivos nos están diciendo ‘no pienses en narcocorridos’. Creo que lo que está generando es más morbo”, afirma. Díaz-Santana respalda la máxima de otros expertos en el género del corrido, que defienden que la música que habla de la violencia es resultado de la propia violencia. “Creo que el concurso, obviamente, no modifica el panorama de violencia que hay en todos los rincones del país”, subraya, en relación.

El pasado 3 de octubre, cuando las violentas marchas en memoria de la matanza de Tlatelolco coparon los titulares de los diarios, el Gobierno presentó la final del domingo en Palacio Nacional. No hubo referencias al suceso. Sobre el escenario de la conferencia mañanera de Sheinbaum, Maya lanzó unas palabras: “Es momento de que como mexicanos alcemos juntos la voz por el México que todos soñamos. De alzar la voz por la esperanza, por la cultura, por el amor, porque nos une el amor por México”.

El listado del mariachi

Maya no fue el único ganador de la noche. Al podio fue también subieron dos tijuanenses: Carmen María González (32 años) logró la mejor composición por Tanto para nada; y Galia Siurob (19 años) se llevó el premio del jurado. El Gobierno aseguraba como incentivos a los ganadores la firma de un contrato discográfico y el inicio una gira por diferentes países. El viernes, la Secretaría de Cultura anunció que los tres ganadores participarían actuarían en cinco ciudades de México y Estados Unidos del 8 de noviembre al 20 de diciembre. “Estoy muy emocionado. La verdad es que para mí es un sueño hecho realidad”, asegura Maya, que hasta el momento dice que no ha firmado ningún contrato discográfico.

El joven hidalguense afirma que en ocasiones el mexicano siente vergüenza por la música del mariachi, “cuando es la música que incluso en el extranjero la gente más disfruta”. Decidió apostar por el género por lo que representa para el país, pero también por sus ídolos. Y repasa su listado: “Me gusta mucho la voz de Javier Solís, el impacto de la música de Vicente Fernández, las letras de Agustín Lara, el porte de Luis Miguel, la alegría de Juan Gabriel, la gallardía de Carlos Ribera. Han sido muchos los artistas que han influido en mí”. Ha lucido los pantalones de charro por Los Pinos, y de vez en cuando rasguea la guitarra que lleva consigo. Es tiempo de no parar. Un medio de su Hidalgo natal le ha pedido otra entrevista. “¡Qué padre!”, exclama cuando se lo dicen.

Díaz-Santana se muestra algo dubitativo con el trasfondo del concurso, que busca esas nuevas narrativas en la música regional. “No puede modificar la música popular. Todos los intentos que ha habido en la historia de tratar de encauzar o de controlar la creación popular siempre fracasan, porque definitivamente hay miles de propuestas”, explica. Pero sí ve un punto positivo para el panorama musical del país: “Este gran número de propuestas muestra que en México hay un enorme porcentaje de personas que nos dedicamos al negocio de la música en los más variados géneros musicales”. El investigador de la UAZ ve complicado pronosticar cómo evolucionarán los temas del certamen. “Habría que ver si se vuelven memorables. En este momento, a mí, francamente, no me parece que sean canciones memorables. De repente escucho unos ciertos giros melódicos que parecen de baladas de los años 70, 80. No les veo una gran trascendencia”, apuesta.

Llegar a la final no era una apuesta segura para Maya, pero cree que llegó ahí por algo. “Soy una persona de fe. Sé que si estoy aquí es con un propósito. Lo puse en manos de Dios y si estoy aquí es gracias a él, gracias al apoyo del público. Yo confiaba en que algo grande podría resultar”, relata.

–¿Cómo se ve en 10 años?

–Confío en Dios. Unos de mis sueños es llevar la música mexicana alrededor de todo el mundo y ser un representante de la música del mariachi. Dar a conocer la belleza de México a través de su música.

–¿Y cómo ve a México para entonces?

–Quiero verlo siendo un país en el cual nos demos la mano, en el cual el dolor ajeno ya no sea ajeno y que podamos unir nuestros corazones por los necesitados, por aquellos que han sufrido la pérdida de algún familiar en un país tan violento como es el que estamos viviendo. Que podamos verdaderamente sumarnos y unirnos y recuperar esa libertad.

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Sobre la firma

Rodrigo Soriano
Es periodista de EL PAÍS en la redacción de Ciudad de México. Estudió Periodismo en la Universidad de Valencia y es máster por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.
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